Sharon pasó al hombre una servilleta empapada en agua helada y la colocó sobre su boca y nariz —Sal rápidamente entonces.
Cuando el hombre se sentó, pareció haber reconocido a Sharon y dijo intermitentemente —Creo... Te reconozco... Eres aquella...
—¿Todavía tienes tiempo para hablar en este momento? ¡Date prisa y vete!
—Entonces, ¿qué vas a hacer?
—Mi amigo todavía está aquí. No estoy segura si ha escapado, así que volveré a buscarlo. Si no lo ha hecho, también me evacuaré—. La garganta de Sharon ya no podía emitir sonido alguno, pero aún así se arrastró más adentro. Tal vez Wallace está atascado en la puerta y no ha salido aún.
El espeso humo hizo que Sharon no pudiera abrir los ojos, y la abundante cantidad de monóxido de carbono la hizo empezar a sentirse mareada. Tosía violentamente y encontró una servilleta para cubrir su boca y nariz con vino tinto. Tengo que salir, o tampoco podré resistir... Wallace, ¿salió corriendo?