—¡Digo eh, tú dices ho! ¡Eeeh!
—¡Ho!
—¡Eh!
—¡Ho!
La cara de Anton se arrugó, observando este desastre desplegarse desde la sección VIP en el segundo piso del club nocturno.
—¿Qué diablos le pasa? —Anton sacudió la cabeza, viendo a Michael volverse loco en el escenario—. Ni siquiera es su cumpleaños, pero está armando una fiesta como si lo fuera.
Mariana soltó una risita, viendo a Michael dirigir a la multitud que ahora coreaba su nombre como si fuera algún tipo de héroe. —Lo conoces. Cuando él hace una fiesta, es una fiesta. No es Michael si no es salvaje. Además, hace tiempo que no teníamos una noche así. ¿Recuerdas la última vez que nos reunimos así?
—Pues... —Anton inclinó la cabeza hacia atrás, pensando en los últimos meses—. Su rostro se contrajo de consternación en cuanto se dio cuenta de que había estado trabajando tan arduamente. Incluso cuando tenía tiempo, apenas salía con Michael.
—Maldita sea —Anton bufó incrédulo—. He sido un esclavo todo este tiempo.