—Un Titán Corrompido... —El rostro de Sunny se oscureció. Los recuerdos de Falcon Scott destellaron en su mente, trayendo consigo un sabor amargo. Era otra ciudad que había sido destruida por un Titán Corrompido, aunque la escala y rapidez de la destrucción fueran diferentes.
Permaneció en silencio por unos momentos, luego preguntó en voz baja:
—¿No son los Titanes usualmente... enormes? —preguntó.
Ananke dudó, luego se encogió de hombros. Sus ojos azules estaban abatidos.
—La mayoría lo son. Pero algunos no lo son. Más aún, los Profanados... antes eran humanos. Su camino hacia el poder profano es único. —respondió.
Asintió, sintiendo un profundo malestar. Un Titán Corrompido... Si una de estas Seis Plagas fuera de hecho tan poderosa como la Bestia del Invierno, ¿qué tan aterrador sería entonces el Señor del Terror?
Aun así, Sunny sentía un oscuro y mordaz deseo de matar al Príncipe Loco.