—Un gruñido de dolor escapó de Xenon mientras sus ojos se abrían lentamente a parpadeos. Entrecerró los ojos, tomando un momento para ajustarse a la extraña y tenue luz roja y cuando lo hizo, Xenon se encontró mirando hacia un techo desconocido.
Estaba en una habitación con paredes enteramente de piedra, paredes de piedra desnudas que no le resultaban familiares y alineando las paredes había gemas rojas brillantes que proveían la inquietante iluminación de la habitación.
Xenon yacía en una cama particularmente rígida e incómoda, podía decir que era una cama ya que había una manta innecesariamente pesada sobre él, hasta su barbilla.
Xenon frunció ligeramente el ceño e intentó incorporarse, pero un dolor agudo resonó rápidamente por su espalda, originándose en su columna vertebral.
Xenon gimió con voz baja, examinándose mentalmente y la extensión de sus heridas.