Neveah frunció el ceño ligeramente al mencionar al Rey Dragón y aunque rápido ajustó su expresión, no pasó desapercibido para Menarx.
—Quédate... Yo me encargaré —reaseguró Menarx a Neveah.
Levantándose de sus pies, se dirigió hacia Kirgan que estaba junto a la puerta.
—Veah necesita descansar, yo debería ser suficiente —dijo Menarx.
Dando una palmada en el hombro a Kirgan, Menarx lo arrastró consigo antes de que Kirgan pudiera protestar.
La puerta se cerró detrás de ellos, dejando a Neveah y a Everon.
—Sabes, tendrás que enfrentarte a Jian algún día u otro —señaló Everon en un tono divertido.
—A menos que, por supuesto, pienses huir a otra batalla una vez que te recuperes —añadió Everon.
Neveah rodó los ojos ante la obvia indirecta de Everon.
—Ahora que has vuelto como un señor de batalla victorioso, la fortaleza debería revivir otra vez —dijo Everon, riendo bajito para sí.
—¿En otras palabras, soy la fuente de los problemas? —preguntó Neveah de manera directa.