Jian estaba sentado inclinado contra una roca, su cabeza estaba inclinada hacia atrás, los rayos de sol iluminaban sus rasgos y sus trenzas plateadas brillaban tenuemente en la luz del sol.
Su cabello estaba desatado, esparcido detrás de él en desordenadas trenzas, llegando hasta su hombro.
No muy lejos frente a él había un pequeño arroyo, el agua fluyendo con corriente constante y los pies descalzos de Jian estaban sumergidos en ella, sus botas y abrigo descartados a un lado.
Vestía una holgada túnica blanca y calzones de cuero, con guardabrazos asegurando las mangas de su túnica.
Y había una banda dorada alrededor de su cintura, del mismo tono que sus escamas.
Después de meses liderando la patrulla de vuelo por órdenes de su hermano el Rey Dragón Asrig, como castigo por hablar contra los deseos de su hermano, Jian había regresado hace apenas unas horas.