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Cuando sonó el timbre, Luo Yan guardó ordenadamente su e-tablet en su mochila. Aunque estaba un poco decepcionado de que los profesores de la clase de la tarde solo hablaran sobre el temario de su asignatura, debía decir que este primer día había sido bastante provechoso.
Se levantó y enseguida quedó rodeado. A Luo Yan no le importó. Era el chico nuevo, una gran fuente de curiosidad. Esa curiosidad solo se amplificaba más por su apariencia. Con el tiempo, estaba seguro de que la novedad de todo pasaría. Se acostumbrarían a su presencia. Y entonces ya no lo rodearían así.
—¿Luo Yan, tu hermano va a venir a buscarte otra vez? —preguntó uno.
—Sí —respondió muy amablemente.