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Evelyn estaba de pie con su espalda desnuda frente al espejo.
Hacía mucho que Derrick se había ido.
Ya había cerrado la puerta con llave. Su mano ni siquiera tembló mientras sostenía la vela y la acercaba a la marca del águila.
Sus ojos ya rojos se volvieron más rojos al sentir el dolor que le atravesaba el cuerpo.
No obstante, el dolor que las palabras de Derrick le habían causado era más que cualquier otro dolor que pudiera sentir. Nunca había sabido que el ser la esposa de Regan crearía un obstáculo en su camino para convertirse en el próximo rey.
¡Cómo no pudo pensarlo! ¡Cómo pudo ser tan estúpida!
No es de extrañar que Derrick estuviera tan furioso ese día. Ella misma se sentía furiosa.
Pero, ¿realmente podría ceder ese lugar a otra mujer? Antes nunca había soñado con estar al lado de su príncipe como su esposa.