—Guarda esto. —El ayudante Zhang levantó la mano en señal de saludo. Cuando pasó por delante de Han Susu, su mirada era fría y hostil.
Han Susu no era tonta. En el momento en que vio el sobre, supo lo que contenía. Hacía tiempo que no veía un montón de dinero tan grueso. Alargó la mano, agarrándolo.
La vieja Señora Han la miró, golpeando vigorosamente el bastón con cabeza de dragón. —Bestia.
Han Susu permaneció impenitente y sonrió con satisfacción. —Anciana, supongo que todavía tienes tu uso. Ya que no estabas dispuesta a salvarme en aquel entonces, este dinero puede ser usado para pagar tus pecados.
Han Susu sintió que su corazón se tranquilizaba mientras regañaba a la Vieja Señora Han. Con ese dinero, podría seguir viviendo de forma extravagante y nunca tendría que volver a ese cascarón vacío.
Si la anciana quería gastar dinero para sacar a su hermano, podía hacerlo ella misma.
Nunca sería capaz de hacerle daño ahora.