Pero cuanto más intentaba limpiar su nombre apresuradamente, más parecía que solo estaba dando excusas por Dongfang Yu.
La policía la interrogó una y otra vez, pero ella seguía insistiendo en su versión de la verdad.
Lin Xinxin incluso tomó una decisión importante —Quiero retirar mi denuncia. ¡No investigaré más este caso! Ni siquiera quiero saber la verdad. Sea lo que sea lo que haya pasado, ¡lo aceptaré!.
La policía la miró con total incredulidad.
Una traza de sonrisa apareció involuntariamente en las comisuras de la boca de Dongfang Yu, la cual estaba, sin embargo, teñida de frialdad.
—Lin Xinxin, respóndeme con sinceridad —la miró fijamente—. Después de que me fui, ¿abriste la puerta de la habitación?
—¡No! —respondió sin dudarlo—. No abrí la puerta...
La sonrisa de Dongfang Yu se desvaneció, reemplazada por un atisbo de luz sombría en sus ojos.