—Qué... ¿qué quieres hacer? —El joven Gran Mago se puso más pálido todavía al mirar el rostro de color rojo oscuro de Xiuban, el cual le parecía bastante siniestro. Fue incluso peor cuando Xiuban se rio con maldad al tiempo que acariciaba su martillo. Se veía cada vez más perverso.
—¿Qué estoy haciendo? Je, je.... —Xiuban ya se encontraba inmerso en el placer de descubrir un arma tan poderosa. No podía dejar de reírse tontamente y, cuando el joven Gran Mago percibió esa sonrisa espeluznante, casi se orina encima.
—N-no... No... —El joven Gran Mago retrocedió algunos pasos con los ojos llenos de miedo—. No te acerques...
—Je, je. —Xiuban se acercó al Gran Mago con lentitud sosteniendo su martillo.
Era una escena muy extraña.