Junto con el rugido ensordecedor de Jalax, aparecieron llamas grises por todas partes. El olor a azufre se extendió por toda la tumba. Esto era Fuego de la Caída. Jalax residía en la tierra baldía, un lugar que ardía con el fuego de la decadencia, que quemaría las almas de todos los seres vivos.
Lin Yun sintió que la temperatura bajaba cuando se encendieron las llamas. La tumba originalmente siniestra se convirtió en una cueva helada. El furioso Fuego de la Caída casi tocó los pies de Lin Yun, como lenguas ardientes que azotan, capaces de extinguir completamente su alma.
Pero Lin Yun estaba allí de pie, sin pestañear. En vez de eso, miró al Señor Desolado como si estuviese viendo una actuación.
—Vale, cien años...
Después de una breve confrontación, la voz de Jalax se relajó inesperadamente.
—Cien años es la última concesión del Señor Jalax. Esta también es tu última oportunidad, humano.