Russell era un hombre inteligente, sabio y maduro. Sabía que Victoria ya no era la chica dócil que obedecía todas sus órdenes y que había convertido en su amante siete años atrás. Ella pasó de ser una niña a ser la presidenta más bella de Orlando, que tuvo a innumerables jefes a sus pies en los últimos siete años.
Aún así, estaba tratando de obligarla a casarse con él. Dado el carácter de Victoria, nunca lo haría.
Además, Russell tenía ya más de cincuenta años. Sabía muy bien que ya no podía satisfacerla en ciertos aspectos porque era muy inferior a muchos jóvenes veinteañeros. Pero en lugar de que ella la engañara y lo convirtiera en un cornudo después del matrimonio, él la dejaría salir con hombres de su edad.
Victoria descubrió que se había vuelto realmente más respetuoso con ella. Si hubiera sido siete años atrás, hace tiempo que habría recurrido a medios brutales para incapacitar a su amante y hacer que la dejara.