Una vez los duelos habían concluido y el campeón había sido anunciado, Jonathan se encontraba en la cima de su victoria. Su triunfo había sido casi aplastante, dejando a todos los concursantes del torneo impresionados por su destreza, fuerza y, sobre todo, por su corta edad. El joven príncipe se había convertido en un prodigio inigualable, un genio que rara vez se veía en el mundo, mucho menos a la temprana edad de tres años. A pesar de tener solo una cantidad de Qi y mana equivalente a un mago de nivel bronce de dos estrellas, había logrado vencer a un oponente de nivel diamante de una estrella.
Los demás participantes del torneo quedaron atónitos ante la presión generada por Jonathan. Su Qi era tan denso y puro como las rocas o el metal, y aquellos que intentaban sentir su presencia se encontraban asfixiados por su complejidad. Comentaban entre ellos que su Qi era similar al mana denso, pero se preguntaban cómo había logrado alcanzar ese nivel a una edad tan temprana. Además, a pesar del esfuerzo que había puesto en las peleas, Jonathan no parecía cansado en lo absoluto, sino tranquilo y sereno.
En su interior, Jonathan sabía que, aunque su oponente de nivel diamante de una estrella tenía veinte veces más Qi que él, la densidad de su propio Qi era comparable al agua. Él comparaba su situación con la de Edward, quien solo podía utilizar alrededor del 1% de su Qi en cada golpe, desperdiciándolo rápidamente, mientras que él podía mantener un porcentaje similar gracias a su armadura rúnica. Si no fuera por esa protección, sus ataques lo habrían derrotado rápidamente. Agradecía a su armadura rúnica por haberle otorgado esa victoria.
Una vez que descendió del escenario, Jonathan se dirigió directamente hacia sus padres. Sin embargo, notó que el chico al que había enfrentado, Edward Glais, estaba en el mismo podio que su familia. No había esperado que la familia imperial asistiera al combate. Su padre lo presentó al emperador del Reino Humano, Pedro Glais, uno de los Magos Hechiceros más poderosos del imperio y uno de los pilares del continente de Blas. Jonathan se sintió avergonzado y lleno de vergüenza al darse cuenta de que había derrotado al hijo del emperador en un combate y había actuado de manera arrogante, sin mostrar respeto. Sin embargo, el emperador, entre risas, le aseguró al rey Patrick que no debía preocuparse, ya que eran hermanos jurados de guerra y no era necesario seguir las formalidades habituales.
En ese momento, Lady Donna Glais, hija del emperador, se presentó ante Jonathan de manera educada, sorprendiendo a todos con su comportamiento. El emperador se preguntaba qué le ocurría a su hija, ya que no era tan cortés con nadie más. El joven príncipe también se presentó ante ellos con respeto, aunque sin arrodillarse. Esto generó murmullos entre los guardias, quienes se preguntaban por qué no se arrodillaba ante el emperador. Jonathan notó el rumor y, con inocencia, preguntó si debía arrodillarse. El emperador, consciente de que esa sería una situación incómoda para él, como hermano jurado, le aseguró que no era necesario.
Johnathan asintió y el emperador le preguntó si podía explicarle cómo había alcanzado tanta fuerza a pesar de ser un mago de nivel bronce de dos estrellas en todas sus habilidades. Tenía una gran curiosidad al respecto. Jonathan aceptó, pero sugirió que la conversación no se llevara a cabo en un lugar tan público como el que se encontraban.