El emperador Pedro Glais estaba sentado en su trono, rodeado por su consejo de confianza. Recién se había enterado de la traición de las familias Claus y Monterreal, y de la falta de ayuda enviada a la Academia Imperial. Sus puños se apretaban con rabia al escuchar el informe, pero sus expresiones se suavizaron al ver a su hermano jurado, el rey Patrick Williams, entrar en el salón.
"Patrick", saludo Pedro con alivio, "Has llegado justo a tiempo". Patrick respondió con una sonrisa cansada, y luego comenzó a detallar la situación con las familias traidoras. Pedro escuchó atentamente, pero no pudo evitar preguntar sobre Johnathan. "¿No estás preocupado por tu hijo?", preguntó.
Patrick respondió con una risa. "¿Preocupado por Johnathan? Ni siquiera estoy preocupado por él. Él es más fuerte que yo, y tal vez incluso más fuerte que tú", dijo, con una sonrisa traviesa. Pedro rió a carcajadas y preguntó entre risas si Patrick estaba bromeando. En ese momento, un sirviente se acercó, interrumpiendo la charla entre los dos hombres.
"Su Majestad, el Imperio Ellyrian ha enviado un mensaje. Dicen que quieren pactar un acuerdo de paz", anunció el sirviente. El salón quedó en silencio. Pedro miró a Patrick, su rostro estaba pálido y frío. Sabía que Johnathan había ido directamente a pelear contra los Ellyrians. ¿Qué le había hecho a los Ellyrians, una raza tan orgullosa de su poder, para obligarlos a pactar la paz?
"Deja que vea ese mensaje", dijo Pedro, extendiendo la mano. El sirviente le entregó el mensaje y Pedro comenzó a leerlo en voz alta. En el mensaje se decía de manera breve pero sarcástica que los Ellyrians se arrepentían y, después de un par de "sustos" por parte de un cierto niño, habían decidido "donar" el puesto de emperador de los Ellyrians a este joven de 5 años.
El mensaje terminaba con un: "Atentamente, Johnathan Williams 😛". Pedro y Patrick se quedaron completamente congelados, incapaces de procesar la información. La sala quedó en un silencio sepulcral, roto solo por el suave aleteo del pergamino que había caído al suelo. Un niño de 5 años, Johnathan, había hecho lo que ningún emperador, rey o héroe había logrado: conquistar a los Ellyrians. Y lo había hecho con la misma facilidad con la que uno hace una broma.