La noche estaba en su máximo esplendor, la luna llena derramaba su luz plateada sobre el extenso campo de entrenamiento de la Academia de Magia de Arkadia. Las estrellas titilaban con un brillo resplandeciente, adornando el cielo oscuro con su mosaico de luz. En el campo de entrenamiento, los estudiantes de la Clase F, dirigidos por Johnathan, observaban con asombro y anticipación el firmamento nocturno.
Johnathan, de pie frente a ellos, comenzó a explicar la influencia que la luna y sus ciclos podían tener sobre su Qi y la magia. Habló con pasión y experiencia, relatando cómo los flujos y reflujos de la luna podían afectar los elementos mágicos y cómo, al sincronizarse con estos ciclos, podían aumentar su dominio sobre la magia. Los estudiantes, abstraídos por sus palabras, se empapaban de cada frase y cada concepto con avidez.
La primera parte de su entrenamiento se dedicó a la meditación. Guiados por Johnathan, los estudiantes intentaban sintonizar su Qi con el ciclo lunar, percibir el flujo de energía y cómo respondía a la presencia de la luna llena. Arnold Ashford, siempre serio y meticuloso, demostró un notable progreso, logrando un profundo nivel de sintonía con su Qi en un período relativamente corto.
Después de la meditación, la atención se centró en la respiración. Johnathan les enseñó técnicas avanzadas para sincronizar su respiración con el ciclo lunar, una forma de obtener aún más control sobre sus habilidades mágicas. En esta actividad, fue Freya Valeria quien se destacó, mostrando un control y una coordinación impresionantes entre su respiración y el pulso lunar.
Los desafíos físicos llegaron a continuación. Johnathan preparó una serie de pruebas que requerían resistencia y agilidad. Escalar altos árboles, saltar de roca en roca a través de un río cercano, correr a través del bosque bajo la pálida luz lunar, eran solo algunas de las pruebas que enfrentaron. En estas tareas, la fortaleza y resistencia de Liam Steelheart brillaron, mostrando una habilidad sorprendente para superar cada desafío con una determinación inquebrantable.
La práctica de hechizos bajo la influencia lunar marcó la siguiente fase de su entrenamiento. Los estudiantes, uno por uno, intentaron infundir su magia con la energía de la luna. Giselle Greenwood fue una de las primeras en lograr un resultado visible, su hechizo destelló con una luz plateada que parecía reflejar la luminosidad de la luna.
A medida que la noche avanzaba, el cansancio comenzó a hacer mella, pero los estudiantes persistieron. En cada uno de ellos se veía una renovada determinación, una fuerza emergente nacida de la emoción y la ambición. Ethan Stormcliff, Isabella Whitethorn, Darius Blackwater, Luna Moonshadow, y todos los demás se esforzaron en superar sus límites y explorar nuevas profundidades en su magia.
Johnathan, observándolos desde un lado, sentía su pecho lleno de orgullo. Su confianza en ellos se fortalecía al ver su crecimiento, su potencial se hacía cada vez más evidente. A pesar del agotamiento, su entusiasmo no menguaba, su espíritu no se quebraba. Sabía que estaban preparándose, no solo para el desafío contra la Clase B, sino para cualquier adversidad que la vida pudiera lanzarles.
Cuando el cielo comenzó a mostrar los primeros signos del amanecer, Johnathan anunció el final del entrenamiento. Los estudiantes, agotados pero satisfechos, se retiraron para descansar. Las risas y la charla animada se desvanecieron en la quietud de la noche, dejando solo el murmullo de la brisa y el canto de los grillos nocturnos.
Johnathan permaneció un momento más, observando el campo de entrenamiento vacío, reviviendo en su mente los eventos de la noche. Cada rostro lleno de determinación, cada gesto de esfuerzo, cada chispa de magia bajo la luna, se quedó con él. Con una sonrisa llena de orgullo y esperanza, Johnathan también se retiró, dejando atrás la tranquilidad del campo de entrenamiento, llevando consigo los recuerdos de una noche inolvidable de aprendizaje y crecimiento.