Cubriéndola con una toalla en el baño, salió para atender al intruso. Al abrir la puerta, se encontró con la cara de una joven, más joven que la de la recepción, sosteniendo un balde de agua caliente y ropa.
Un rubor rojo cubría su rostro mientras miraba su pecho desnudo —Estoy aquí para entregar estos —dijo ella con una sonrisa cálida.
Recordando que los había pedido, recogió la ropa de ella y la dejó entrar —El baño está por allá, haz tu trabajo —le instruyó, y ella inmediatamente fue a hacer lo que se suponía que debía hacer.
Al salir del baño, Damien notó un rubor en su rostro que casi le hizo rodar los ojos. Los niños hoy en día saben más de lo que se supone que deben saber.
—Oye, amigo —deteniéndola, se acercó a ella y se inclinó a su altura.
—¿Te gusta lo que ves, eh? —preguntó, haciendo que ella abriera los ojos de asombro, como si la hubieran sorprendido robando dulces.