La sangre dejaba un rastro detrás de Ethan en cada paso que daba, sus pies ardían, pero él no lo sentía. Lo único en su mente era cómo conseguir la ayuda que Aliana necesitaba. No podía importarle menos él mismo.
—¡Iris! ¡Por favor, ayúdala! ¡Ayúdala! —Ethan observó cómo Iris y el licántropo lograban derribar a uno de los dragones.
Esta era la primera vez que él veía a esta criatura ancestral, donde se había preocupado porque no tuvo la oportunidad de verla cuando lucharon contra la criatura en la manada Río Plateado.
Sin embargo, ni siquiera estaba emocionado de ver cinco de ellos.
—Iris se levantó de inmediato y corrió hacia Ethan, mientras el gamma ponía a Aliana en el suelo mojado. La lluvia seguía cayendo del cielo nocturno y el viento aullaba en la distancia.