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51.94% Dulce engaño / Chapter 80: No me acostumbro

Capítulo 80: No me acostumbro

Álvaro se quedó aturdido. Era como si hubiera sido electrocutado. Miro directamente a Samara, que estaba tan cerca de él y sintió la suavidad en sus labios. Por un momento, parecía un tonto. Sus hermosos ojos finos estaban llenos de conmoción y sorpresa.

Samara estaba un poco avergonzada.

- ¡Cierra los ojos! -ella le ordeno cariñosamente.

Álvaro la obedeció rápidamente como un niño. La obediencia del hombre hizo que Samara estallara en carcajadas. En realidad, Álvaro también sintió que era torpe. El y Samara llevaban casados ocho años. Aunque habían estado separados durante cinco años, en el tiempo en que estuvieron casados el no fue un monje. ¿Por qué de repente se comportaba como un virgen?

Justo cuando Álvaro quería hacer algo, sintió que la fragancia de Samara volvía a entrar en su nariz. La lengua delicada lamio suavemente sus delgados labios y fue como si una pluma hubiera rozado su pecho.

Instintivamente trago saliva y abrazo calurosamente a Samara, queriendo tomar la iniciativa. Todo el cuerpo de Samara se ablando. Se sentía como un barco solitario en el mar. No pudo encontrar la dirección y solo pudo sostener la bata de hospital de Álvaro. Justo cuando estaban a punto de tener sexo, una ligera tos los interrumpió.

-Mama, ¿tienes mas sopa? -la voz de Eduardo hizo que Samara empujara a Álvaro rápidamente. Además, se ruborizo.

Como esta escena había sido vista por su hijo, Samara tenía vergüenza de darse la vuelta. Álvaro estaba un poco angustiado por la interrupción, levanto la cabeza y se encontró con la mirada provocativa de Eduardo, que le hizo sentir impotente.

-Espera un momento, te serviré la sopa. -Samara entro en la habitación anterior como si estuviera huyendo.

Eduardo miro a Álvaro, pero antes de que su voz pudiera ser escuchada, su boca se movió.

- ¡Aléjate de mi madre! -esto fue definitivamente una advertencia. Además, la mirada de Eduardo era extremadamente hostil.

Esta fue la primera vez que Álvaro sintió el rechazo y disgusto de su hijo hacia él.

-Eduardo, creo que tenemos que hablar. -Álvaro sintió que el asunto era un poco grave, pero Eduardo se dio la vuelta y se fue, sin prestar atención a su padre.

Por un momento, Álvaro se dio cuenta de que su hijo le tenia cierta repugnancia. ¿Por qué lo trataba así? Álvaro se deprimió un poco.

Después de que Samara preparara la sopa para Eduardo, no se atrevió a mirarlo a los ojos y dijo en voz baja:

-Voy a enviar algo de comida a Álvaro.

Eduardo no dijo nada, pero Samara podía sentir lo distante que estaba el niño. ¿Sera que no le gustaba que estuviera con Álvaro? Pensando en esta posibilidad, Samara se sorprendió de repente.

Después de que ellos volvieron a China, Eduardo realmente no trataba a Álvaro con amabilidad. Incluso siempre menciono a Carlos intencionalmente frente a su padre. ¿Podría ser que al niño le gustaba más Carlos?

Se podía decir que Carlos era realmente una buena persona. Si no fuera por el en ese entonces, ella podría haber muerto en el incendio. Pero, esto no significaba que pudiera enamorarse de él.

Samara se acercó a Álvaro con mucha preocupación y le entrego la comida.

-Dame de comer, me duele el brazo. -Álvaro aprovecho la oportunidad para pedirle un favor.

Sabiendo que estaba fingiendo, Samara no dijo nada y gentilmente alimento a Álvaro. Álvaro sintió que aquel disparo había valido la pena. Samara miro a sus brillantes ojos y de repente dijo:

-He despedido a Anabel.

Álvaro se quedó suspenso por un momento ante sus palabras.

- ¿Qué ha pasado?

-Nada. Simplemente no me gusta. ¿No estas de acuerdo? Si quieres, le diré que vuelva. -pregunto Samara con una sonrisa, pero sus ojos no mostraban intención de bromear.

Álvaro negó con la cabeza y dijo:

-Anabel esta envejeciendo. Es hora de que se retire. Ya que lo has decidido. De todos modos, eres la señora de la familia Ayala.

- ¿Soy la señora? ¿estas seguro? ¿no tienes miedo de que venda la familia Ayala? -Samara estaba feliz.

Sabia lo que Anabel significaba para Álvaro. Si el la culpara por despedirla, entonces ella sabría lo que debería hacer en un futuro. Ahora, no solo no la culpo, sino que incluso manifestó que ella tenia la ultima palabra. Este tipo de satisfacción y dulzura hicieron a Samara sonreír.

Durante su matrimonio, Álvaro no le dio el poder de hacerse cargo de la casa. Siempre había estado bajo el control de Anabel. En esos tres años, ella la trato bien, pero ahora, ya no era adecuada para este cargo.

A ella no le importaba, pero tenia miedo de que los niños sufrieran. Álvaro naturalmente no sabía lo que Samara pensaba. La miro y dijo:

-Mientras seas feliz, puedes venderme.

-Anda, ¿Quién quiere un hombre de mediana edad? -Samara dijo traviesamente.

Sin embargo, Álvaro sonrió y dijo:

-Dicen que los hombres adultos son los mas atractivos. Hace unos días, Manuel salió con una chica que tenia unos diecisiete años. Él la fascino.

- ¿Quieres decir que también quieres salir con una joven? ¿Qué te parece si me encargo? -Samara siguió sonriendo, pero Álvaro no se atrevió a bromear.

-Es suficiente para mi tenerte a solas. A otros les gustan las tiernas, pero a mi me gustan encantadoras como tú. -mientras hablaba sus grandes manos tocaron la cintura de Samara.

- ¡Se honesto! -Samara lo regaño en voz baja.

Eduardo se apoyo en la puerta y miro en secreto. Casi torció su ropa con sus pequeñas manos.

-Eduardo, ¿Qué están haciendo Samara y mi padre? -Adriano lo miro y pregunto en voz baja.

-Hablando, ¿no lo entiendes? -Eduardo dijo con disgusto, pero sus ojos no se habían apartado de esos dos.

Adriano toco la parte posterior de su cabeza y dijo:

-Pero siempre siento que es raro cuando ellos hablan. Mi padre nunca le hablo así a mi madre.

Eduardo se sorprendió por un momento.

- ¿Dónde está tu madre? ¿Por qué no se preocupa por tu padre? Míralo, ahora siempre se acuesta con mi madre. Que sin vergüenza. -dijo Eduardo enfadado.

Sin embargo, Adriano bajo la cabeza y dijo:

-Escuche que mi madre fue llevada de vuelta a casa de la abuela por mi padre. En cuanto a por que, yo tampoco lo se.

- ¿No es tu madre? ¿Por qué la echo tu padre? ¿no duermen juntos por la noche? -las palabras de Eduardo hicieron que Adriano abriera los ojos de par en par.

- ¿Duermen juntos? No, mama siempre duerme conmigo. Mas tarde, mi padre dice que tengo que dormir solo por que soy mayor. Por lo tanto, ella duerme en la habitación de al lado. Los dos nunca pasan la noche en la misma habitación. Por cierto, papa no permite que mama entre en su habitación. ¿Qué pasa? ¿se supone que los padres duermen juntos? -Adriano siempre había sentido que tenía una familia normal y nunca había discutido esto con otros niños. Sin embargo, ahora que escucho a Eduardo, se sintió perplejo.

Eduardo, por otro lado, frunció el ceño con fuerza.

- ¿Por qué no duermen juntos? ¿Cómo llaman a tu madre los sirvientes?

- ¡Señora Rebeca! -respondió naturalmente Adriano.

Eduardo finalmente entendió algo.

- ¿Tus padres no están casados?

- ¿Qué significa estar casado? -Adriano se mordió el pulgar y pregunto con inocencia.

Eduardo sintió que hablaba con un tonto.

-Nada. -Eduardo se giro para mirar a Samara y Álvaro, solo para descubrir que el hombre estaba tocando el dorso de la mano de la mujer y ver eso hizo que Eduardo no quisiera ver más.

-Viejo, ¿estas enfermo ahora? Mama tiene que cuidarnos sola y ella estará muy cansada. ¿Por qué no buscas una enfermera para ti? -Eduardo salió directamente.

Álvaro y Samara estaban ligeramente aturdidos.

- ¿Me has llamado viejo? -Álvaro sintió curiosidad por que el niño le llamo así. - ¿Soy un viejo?

Sin embargo, Eduardo resoplo fríamente y dijo:

- ¿No eres viejo? ¡Tienes casi 30 años! ¡yo solo tengo 4 años y tu ya eres muy viejo para mí!

- ¡Eduardo! -Samara vio que su hijo hablaba con Álvaro sin cortesía, así que no pudo evitar reprenderlo.

Eduardo encogió sus labios y dijo:

-Mama, no me equivoco.

-Entonces no seas grosero.

Al ver las quejas de su hijo, Álvaro dijo rápidamente:

-Olvídalo. Deja que me llame así si le gusta. Yo le llamo mocoso a menudo. Solo tienes que acostúmbrate a ello.

Aparentemente, Álvaro estaba defendiendo a Eduardo. Samara lo miro y se sintió un poco culpable. Eduardo no pudo evitar hacer un fuerte ruido cuando vio que los dos estaban a punto de mostrar su afecto otra vez.

- ¿Has oído lo que he dicho? Adriano y yo ya hemos decidido que no nos dirigiremos a la base todavía. Es muy difícil para mi madre cuidar de nosotros. ¿Por qué no contratas una enfermera?

-Tu y Adriano ya son mayores, no necesitan el cuidado de tu madre. Además, ella y yo retrasamos el diseño debido a algunas cosas. Durante este periodo de tiempo, mientras me estoy recuperando, ella y yo podemos discutir la idea juntos. Tal vez podamos ser muy creativos. En cuanto a la enfermera, no estoy acostumbrado a ser servido por extrañas.

- ¡Pero mi madre no esta acostumbrada a servir a un hombre extraño! -Eduardo replico directamente.

Parecía inminente que se produjera un enfrentamiento entre padre e hijo. Solo entonces Samara se dio cuenta de que a su hijo no le gustaba que Álvaro estuviera con ella.


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