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75.32% Dulce engaño / Chapter 116: ESO NO TIENE PERDON

Capítulo 116: ESO NO TIENE PERDON

Tenía que decir que las palabras de Jaime estaban bastante acertadas, lo que hizo que la expresión de Samara fuera de molestia.

- ¿Crees que eso me importa? Ni siquiera me importa ser la mujer de Álvaro. ¿De verdad crees que puedes amenazarme? Jaime, como te dije, he venido a vengarme. Si quieres amenazarme manchando mi honra, os tratare de la misma manera. Mientras pueda hacer que sufráis y dejar que experimentéis el dolor que sufrí yo en aquel entonces, estoy dispuesta a hacer cualquier cosa. -después de decir eso, la mujer se puso en pie, con la intención de irse.

El hombre entro en pánico, perdió la tranquilidad y se aturdió.

- ¡No puedes hacerle eso a Alana!

- ¡Deberías saber que definitivamente soy capaz de hacerlo! -miro fríamente al hombre, como si mirara a un cadáver.

En este momento, Jaime se dio cuenta de que la mujer frente a él había perdido la bondad y la inocencia y se había convertido en una persona como él. Se sentía aterrado y horrorizado. Si hubiera sabido que ella podría sobrevivir a aquel incendio, nunca habría salido de allí tan temprano. Pero era demasiado tarde para arrepentirse.

Miro a Samara y pe pregunto:

-Has vuelto para vengarte. Tu amabilidad con Álvaro también es arte de tu plan, ¿verdad? De hecho, ya no lo amas. Solo quieres usarlo, ¿no?

Ella se quedó en silencio. No sabía cómo responder. Tampoco sentía la necesidad de discutir esto con el hombre. Nadie tenía el derecho de cuestionar sus sentimientos por Álvaro. Es más, era verdad que al principio había regresado con esa intención.

Al otro lado del teléfono, Álvaro contuvo la respiración. Sabía que no debería escuchar eso, ni dudar de los sentimientos de Samara por él. Sin embargo, en ese momento, era como si tuviera un demonio en su corazón, que le estimulaba constantemente a escuchar su respuesta.

Desafortunadamente, el tiempo pasaba, pero ella no respondía nada. En un instante, Álvaro sintió que le dolía mucho el corazón. La razón de ese dolor era inexplicable. Parecía que esa sensación le estaba rodeando y que lo apretaba poco a poco.

Jaime se rio.

- ¡En efecto! Mis suposiciones son ciertas. Siendo un magnate en Ciudad H, a Álvaro no le faltan las mujeres, sin embargo, solo está obsesionado y engañado por ti. Me pregunto cómo se sentirá cuando se entere de la verdad. Ya no eres la Samara de hace 5 años, puesto que no tienes corazón. Eres un demonio, has vuelto del infierno para castigar a los demás. Hace 5 años, te dije que el señor Álvaro quería que te matara a ti y a tu bebe. ¿Acaso no me creíste? De lo contrario, no habrías vuelto. Pues bien, ¿el señor Álvaro sabe de esto? ¿sabe que la mujer que duerme a su lado es un demonio que quiere matarlo?

- ¡Cállate! -Josué no pudo permitir que Jaime continuara hablando. Incluso colgó el teléfono sin el permiso de Álvaro. No había pensado que a Jaime se le ocurriría un plan para meter cizaña entre Samara y su jefe. Se arrepintió bastante y rápidamente dio un paso para darle una patada a Jaime. - ¡Bastardo! ¿te has olvidado de quien te llevo a la familia Ayala? ¿Quién te ayudo a tener todo lo que tenías hasta ahora? ¡pero te atreves a incriminar al señor Álvaro! ¡él nunca dijo que quería matar a su esposa y su hijo!

Siendo pateado en el pecho, Jaime se rio en voz alta.

-Josué, estas asustado, ¿no? Estas haciendo todo lo posible para salvar a Álvaro, ¿verdad? Por desgracia, ¡fue el quien me ordeno hacer todo eso! ¡Es una persona despreciable, solo quiere que ellos mueran! -insistió en ese argumento.

Josué le volvió a golpear.

-Si siques diciendo esas tonterías te voy a matar.

- ¡Adelante! ¡mátame! De todos modos, Álvaro lo hará para cubrir lo que hizo. No sé porque trata tan bien a esta mujer ahora, es probable que tenga otros planes. Samara, deja que te diga, sus planes son algo que no puedes imaginar, ni una mujer como tu puede luchar contra ello. ¿Crees que puedes engañarlo? ¡Ni lo sueñes! -al hombre le salía sangre por la boca, incluso se puso a toser. Claramente, Josué le había hecho daño.

Samara miro al hombre herido fríamente, sin ninguna expresión, lo que hizo más difícil que Josué dedujera lo que ella estaba pensando. Jaime tenía razón. Esta mujer ya no era la señora de hace 5 años. Ahora no aparentaba sus emociones, lo cual hizo que Josué se sintiera ansioso.

-Señora, no crea en las tonterías que ha dicho. ¡Es imposible que el señor Álvaro quiera hacerle daño! -se dio prisa en defender a su jefe.

Sin embargo, la mujer dijo con indiferencia:

-Jaime, no te voy a matar ahora, para que puedas ver con tus propios ojos el cadáver de Alana. -dicho esto, camino hacia fuera.

El hombre tardo unos segundos en entender lo que había dicho la mujer y se enfadó como un loco al instante.

- ¡Como te atreves! Si te atreves a hacerle daño, te juro que no existirá lugar en la tierra donde puedas esconderte.

- ¿Crees que te tengo miedo? -escuchando las palabras que ella dijo con ligereza, el hombre se sintió como si le hubieran quitado todas sus fuerzas.

Sentado en el suelo, su mirada estaba perdida. Al mismo tiempo murmuraba algo.

- ¡No, no! ¡Alana corre! -aparentemente estaba en medio de un ataque de nervios.

Josué llamo rápidamente a los empleados de la familia Montenegro para que lo llevaran a la celda y luego se fue rápidamente atrás de Samara. La mujer se mantuvo callada, lo que hizo que el hombre se pusiera aún más nervioso.

-Señora, el señor Álvaro nunca ha dado esa orden. ¡Se lo juro! No caiga en la trampa de Jaime.

Ella no dijo nada. Después de despedirse de la señora Verónica, salió sola. El sol era cálido, pero su corazón estaba frio.

-Josué, llévame a mi tumba.

Este se quedó aturdido y explico rápidamente:

-Señora, ¿de qué está hablando? El señor Álvaro nunca creyó que estuviera muerta, así que no dejo que nadie hiciera una tumba para ti.

-Se compro un cementerio hace mucho tiempo, lo se. Llévame allí. -respondió ella tranquilamente.

El hombre se extrañó. No obstante, al verlo tranquila que estaba ella, este no se atrevió a retrasarse. Rápidamente condujo a un cementerio privado. En realidad, era como un jardín. Había muchos guardias y eran especialmente diligentes. Cuando vieron llegar a Josué, todos le mandaron un saludo militar. Sin embargo, miraron a Samara con sospecha.

Pero a ella no le importaba en absoluto. Mirando el jardín, de repente sintió un rastro de calor en su corazón. Después el calor se extendió lentamente por todas las partes de su cuerpo, haciendo que su corazón reviviera.

-Abre la puerta, la señora quiere entrar a echar un vistazo. -esta también era la primera vez que Josué entraba allí.

Antes, Álvaro siempre había venido solo y nunca había dejado que nadie lo siguiera. Si no fuera por petición de Samara, Josué no la habría llevado allí. Esperaba que su jefe no lo culpara por esto.

El guardia frunció un poco el ceño y dijo preocupado:

-Josué, el señor Álvaro no permite que nadie entre, lo sabes. Pues si me culpa a mí…

-Me hago responsable. -Josué no sabía si había algún secreto en este lugar, pero como Samara conocía la existencia del jardín, estimo que debería haber alguna conexión entre su jefe y esta mujer.

Tampoco sabía si la provocación de Jaime tenía efecto en esta, pero viendo a la mujer tan callada, se sintió un poco preocupado. Deseaba haber podido golpear a Jaime más tiempo. Viendo que Josué se comportaba respetuosamente con la mujer, el guardia dudo un momento y pregunto:

- ¿Qué te parece si llamamos al Señor Álvaro para preguntarle?

-He dicho que me hago cargo si te culpa, ¿vale? -Josué estaba algo enfadado.

Sin embargo, Samara no tenía ningún cambio de emociones. Estaba de pie, contemplando las flores de ciruelo en sus dedos y pregunto curiosamente:

-Aún no ha llegado el invierno, ¿Cómo podéis hacer que florezcan tan bien en esta estación?

El guardia se sorprendió un poco por la pregunta y respondió:

-El señor Álvaro gasto mucho dinero para conseguir que un equipo que bajara la temperatura en el patio. Mira, todo el patio está cubierto por una cappa de vidrio transparente.

Después de escuchar la respuesta, Samara se dio cuenta de la existencia de la capa de vidrio. Debido a que estaba demasiado limpia y que era de día, no la había visto.

- ¿Podría entrar a echar un vistazo? -pregunto educadamente.

El guardia volvió a mirar a Josué. Al ver que este asentía, el guardia se puso de acuerdo. Es más, les entrego un abrigo de algodón a los dos.

-Hace mucho frio en el patio.

Josué se sorprendió, pero al ver que Samara cogió el abrigo, también lo acepto y la siguió. Tan pronto como entro en el patio, un aire frio llego hasta Samara, lo que la hizo temblar involuntariamente. Rápidamente se puso el abrigo y sintió como si hubiera llegado el invierno.

El jardín estaba cubierto de nieve y las flores de ciruelo florecían por todas partes. Era nieve de verdad, producida de manera natural tras enfriar y congelar el aire. Las flores de ciruelo también eran verdaderas, floreciendo una tras otra en las ramas, compitiendo por su belleza.

Samara respiraba pesadamente por el frio, pero sus ojos estaban húmedos. Sintió un flujo cálido en los ojos y casi se derrumbó en lágrimas. Le gustaban las flores, pero ellas florecían en la época más fría y Álvaro no soportaba el frio, por lo que nunca había vuelto a contemplar estas flores desde que se casó con él.

Ahora, viendo todo el patio lleno de flores de ciruelo, imagino el esfuerzo que suponía mantenerlas floreciendo todo el año, ella no creyó que eso fuera resultado de un capricho.


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