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75% Dos Oruguitas / Chapter 12: Familia Ashengrotto (Pt. 3)

Capítulo 12: Familia Ashengrotto (Pt. 3)

Mientras el prefecto de Onboro veía el modo de traer a Azul al dormitorio, el señor Ashengrotto y Grim esperaban en la cocina en un incómodo silencio. La única interacción que habían tenido era cuando el felino le ofreció un café al cecaelio.

Ambos estaban sentados frente a frente, tomaban un sorbo a sus tazas y volvían a estar en silencio.

—Y… ¿A qué te dedicas?— pregunto el felino por aburrimiento.

—Esto, trabajo a tiempo parcial en un sanatorio y en un mercado— respondió Clarión nervioso.

—Creí que tendrías un restaurante o algo así— soltó el gato sin pensar.

El señor Ashengrotto se encogió en su lugar, su mirada afligida se centró en su taza de café.

—Después de lo que les hice, no siento que lo merezca.

Con el tiempo, y al haber convivido tanto tiempo con Yuu, Grim había desarrollado cierto sexto sentido para detectar problemas emocionales. La cuestión era que a diferencia de Yuu, el felino no tenía filtros ni la menor idea de cómo ser "amable" al dar su punto de vista.

"Vamos Grim, demuestra que Oresama también es un buen psicólogo" se decía mentalmente.

—Y con eso, ¿cómo se siente?

El cecaelia apretó más fuerte su taza.

—Mal.

No era la respuesta que esperaba, pero era un inicio. De poco a poco, Clarión le fue contando a Grim la historia de su vida.

En la oficina de Azul en el Monstro Longe, Yuu estaba frente al líder de Octavinelle, rezando a todos los santos que conocía. Ya se esperaba que su pedido no sería para nada bien recibido por el chico, ¿pero colgarlo de cabeza y la trampilla de cristal con los tiburones nadando en círculos no era demasiado?

—¿Te gusta la nueva adquisición para la pecera del restaurante? Si no hablas con cuidado, te invitaré a verla más de cerca— amenazaba con una sonrisa el peligris.

Parado a cada lado del chico, los gemelos observaban entretenidos el espectáculo, pero a pesar de lo divertido que esto resultaba, Jade pedía que la inteligencia del chico no flaqueara ahora.

Yuu solo suspiro, pidiendo no decir nada estúpido ahora.

—Mira, incluso con lo que te pido sigo estando de tu lado.

—De estarlo no estaríamos teniendo esta conversación— acuso el de lentes.

—Sé que así lo ves, y lamento no cumplir lo que me pediste, solo creo que muy en el fondo tú también quieres saber lo que él te quiere decir.

La mirada de Azul flaqueo por un momento.

¿Quería saberlo?

Por supuesto que sí, aunque lo había enterrado en lo más profundo de su mente, ese niño que vio a su padre dejarlo solo con su madre quería al menos saber por qué paso.

—Jade.

Fue suficiente para que el sub líder cerrara la trampilla, liberara al chico e hiciera quejarse a Floyd por no ver a los tiburones ser alimentados.

—Si algo sale mal, ya sabes dónde terminará tu cabeza— menciono Azul antes de dejar que Yuu lo condujera a Onboro.

La plática se había vuelto más amenas después de oír la historia del señor Ashengrotto, Grim y el hombre hablaban de lo bueno que era el pescado cuando la puerta de la cocina se abrió, los prefectos de Octavinelle y Onboro miraban al par serios.

—Azul— los nervios se hicieron presentes nuevamente en la mirada del hombre.

—Solo vine a terminar con este circo— hablo Azul sin acercarse a la mesa, —Después de eso, agradeceré que salgas de mi vida para siempre.

Eso último hizo que el hombre bajara la mirada decepcionado, si bien ya esperaba oírlo, lo hacía más doloroso.

Yuu le hizo una seña a Grim para que dejaran a padre e hijo a solas.

—Prefecto, por favor quédese— ordeno Azul a su compañero.

El silencio era incómodo, Yuu solo miraba a cada uno, el padre se frotaba las manos y miraba a todos lados, Azul solo esperaba con los brazos cruzados, tal vez esa no había sido tan buena idea.

—¿Quisieras darte prisa?, tengo pendientes del festival y el restaurante— apuro el peligris exasperado.

—Lo siento… por todo— dijo finalmente el hombre, Azul solamente bufo.

—¿Eso era todo?

—No, yo… Azul, sé que les hice mucho daño, a ti y a tu madre, y no sabes cuánto lo lamento…

—¿Lo lamentas?

Azul estaba furioso, y no era el único en el cuarto. Clarión no pudo continuar hablando, el enojo en los ojos de su hijo lo obligaba a callar.

—Si eso es todo, pues muchas gracias, no sabes cuánto necesitaba oír eso— dacia sarcástico Azul caminando a la salida.

—Azul espera— lo seguía Clarión y Yuuya.

Los tres salieron del edificio.

Los gemelos molestaban a Grim, pero al ver el rostro de su líder y al padre de este tratar de convencerlo para que lo escuchara supieron que las cosas no habían salido bien.

—Azul por favor, déjame decirte…

—Mira, ya te escuché, si lo que querías oír era que te perdono está bien, te perdono, ahora, por favor, abandona la isla y no vuelvas a hablarme en tu vida.

Dándose la vuelta Azul daba por concluida la platica. Mientras se alejaba saco su celular y mando un mensaje a alguien. Los gemelos lo siguieron en silencio, quedando solo los miembros del dormitorio y el cecaelio.

—Lo arruiné todo— se lamentaba Clarión, Grim fue a este palmeando una de sus piernas, —Tranquilo— trataba de consolarlo el felino.

—Sí que lo hiciste.

Grim no podía creer lo que veía.

Yuu miraba con una furia que nunca había visto al hombre, ni siquiera durante alguno de los overblots lo había visto así de enojado.

—¿Estás bien…?— pregunto Clarión sin entender qué pasaba con el chico.

—¿Bien?, no debí haberte ayudado— decía el chico regresando a su dormitorio.

—No entiendo qué te hice…— decía un poco molesto el señor Ashengrotto.

—¿No entiendes?, ese es el problema— lo encaraba Yuu, —¿Alguna vez te paso por la cabeza lo mucho que dolía lo que hacías?, ¿te detuviste a pensar en cómo se sentían?, no, porque fuiste un maldito egoísta.

—Yuu, ya para— lo trataba de detener Grim.

—Ellos no merecían todo ese dolor, ellos no estaban ahí para que tú te desquitaras por todo lo que hacías mal, ¡el único que estaba jodiendo su vida eras tú!

—¡Ya sé!— grito también exaltado Clarión, —Ya sé que fui un imbécil, no tienes que repetirlo, no sabes cómo me arrepiento por arruinar lo único bueno que tuve en la vida.

—¡Y Por eso mereces estar solo!

El cecaelia estaba atónito, lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, antes de que Grim pudiera detenerlo, este había echado a correr de regreso al bosque.

—¿Qué carajos te pasa?— le grito el felino al chico.

—Solo dije la verdad— se defendió el chico bajando la mirada.

—¿La verdad?, ¿y tú quién te crees?, ¿ya olvidaste lo que te dijo Oohel?

—¿Qué?

—¡No te lo tomes personal!

Yuu enmudeció, Grim tenía razón.

No solo había arruinado el problema de la familia Ashengrotto, posiblemente había hecho un daño más grave.

—Es bueno ver que uno de los dos piensa con la cabeza fría.

Tras unas chispas doradas, Oohel aparecía frente a los dos estudiantes, estaba visiblemente enojade. A lo lejos, Azul y los gemelos habían visto y oído todo.

Devuelta en su despacho, y acostado sobre uno de los sillones, Azul miraba el techo de este con miles de pensamientos, todos contradiciendo lo que quería hacer y lo que debía hacer. De forma tímida, una mano acomodaba sus cabellos.

—¿Qué debería hacer?

Idia miro al otro chico, después de recibir su mensaje fue a verlo al Mostro Longe, nunca imagino ver a Azul de esta manera, inseguro y triste. Sentado en el piso, solo le hacía compañía.

—Creo que deberías soltar.

Alguien llamo a la puerta, regresando a los chicos a la realidad. —¿Azul?, tu madre quiere hacerte una propuesta— decía la voz de su mano derecha.

Cabizbajo, Yuu acomodaba "el salón de la vela" lentamente. Lo había arruinado, así que recibió el castigo de Oohel sin protestar.

—¿Joven Madrigal?— le llamaba fuera del salón el señor Selachi, agarrando su brazo, la señora Ashengrotto lo acompañaba y detrás del matrimonio Azul lo veía curioso.

—Ah, pasen por favor, Oohel no tardará en volver— indicaba el chico sin atreverse a mirarlos. La pareja entró al salón platicando entre ellos, Azul le hizo una señal para que se acercara.

—Vaya espectáculo, el que montaste fuera de Onboro— aunque lo decía riendo, no parecía que Azul tuviera verdaderas intenciones de ser sarcástico.

—Miércoles… Sí que di el visaje…— decía Yuu avergonzado.

Ambos chicos quedaron en silencio.

Por largo tiempo Azul creyó que no tenía nada en común con aquel chico que había arruinado sus planes, y, sin embargo, las palabras que este le había gritado a su padre, eran las que el mismo quería gritarle.

¿Quién diría que el dolor de sus pasados hacían que se entendieran mejor que nadie?

—Si te sirve de consuelo, gracias a tu numerito, ya sé lo que no quiero para mí— aunque sarcástico, las palabras de Azul le daban cierto consuelo.

—Supongo que algo bueno salió después de todo— regresaba Yuu con sarcasmo el comentario.

—Yuuya— la voz de Oohel los tomaba por sorpresa, —¿Qué fue lo que te dije?

El chico sin magia volvió a bajar la mirada, —Perdón Azul, ya no tengo permitido hablar contigo o tu familia.

Azul quería decir algo, pero la mirada seria del hada no permitía contradecirla, entro al salón donde su madre lo esperaba. —Es todo Yuu, por favor retírate.

El hada entró al salón sin mirarlo, el chico suspiro.

—Ánimo Clarión, todo va a salir bien— oía la voz de Grim venir por el pasillo, cubriéndose el rostro, el señor Ashengrotto lo seguía sin hablar.

Ambos notaron al chico, pero sin dar tiempo a decir o hacer algo, el hombre se metió rápidamente al salón.

Grim trato de levantarle el ánimo a su amigo de diferentes formas, más, nada funcionaba. Termino por invitarlo a comer a la cafetería, no sin antes pedirles dinero a Deuce y Ace para pagar.

—Oye, ósea si metiste la pata, pero, pues ya paso— decía con la boca llena el felino.

Yuu solo le dio una mordida a su hamburguesa.

—¿Me puedo sentar?

Jade los miraba con una sonrisa tímida, ambos miembros de Onboro solo se encogieron de hombros.

—No sabía que el problema de Azul te afectaría de esta forma— menciono la sirena poniéndose serio, —Te ofrezco una disculpa.

El chico solo miró a otro lado, —Fui yo el que acepto, aunque sabía que no estaba bien.

Esa primera sesión terminó bastante bien, incluso Azul estaba sorprendido de cómo el hada había manejado la situación.

Más allá de empezar a solucionar su conflicto, Oohel había logrado que todos bajaran sus barreras para empezar a hablar. Era notorio que aún se sentían un poco incómodos, pero al menos ahora estaban dispuestos a escuchar y a ser escuchados.

—Bien, ¿les parece que retomemos la terapia mañana a medio día?

—¡Excelente!, muchas gracias— decía Majorelle feliz.

Clarión únicamente miró a su exmujer e hijo hablar animadamente con el hada, suspiro, iba a regresar a Onboro cuando una mano fuerte lo detuvo por el hombro.

—Oye, ¿por qué no vienes a cenar con nosotros?— la pregunta del tiburón tomo por sorpresa a todos.

—Yo… no creo que sea buena idea— respondió Clarión, aunque habían hecho un acuerdo de "paz", no quería incomodar a nadie.

Azul miró a su madre, la mujer no parecía tener intenciones de negarse, pero tampoco se animaba a decir que sí.

—Vamos… el Monstro Longe tiene una buena variedad de platillos de pescado— invitaba Azul recordando que su padre había mencionado su gusto por este durante la plática.

Clarión estaba sorprendido, pero finalmente acepto.

Las sirenas ya habían caminado un buen tramo cuando el señor Ashengrotto comenzó a palmear sus pantalones buscando algo.

—Creo que lo olvide…— dijo preocupado.

—¿Tu celular?— trato de adivinar el líder de Octavinelle.

—No… una bola de cristal… es del trabajo…

El menor suspiro, sí que era atolondrado.

—Yo iré por él, adelántense al restaurante y que Jade los atienda— pidió mientras regresaba al salón.

Mientras caminaba el chico iba reflexionando, siempre había tenido la idea de que su padre era un ser cruel, que los dejo sin remordimiento y que no le importaba en lo más mínimo. Aunque tampoco quería ilusionarse, después de todo, el pasado no era algo que podía cambiar.

Al llegar al salón, noto que Oohel aún estaba adentro, miraba la luz de su vela atentamente, —¿Disculpe?— llamaba para no asustar al hada.

—Joven Ashengrotto, ¿olvido algo?— pregunto haciendo que el brillo de la vela bajara, —Yo no, pero mi pa… es decir, el señor Clarión olvido su esfera de cristal.

Oohel solo asintió, aunque tomo nota mental para su sesión del día siguiente, salió del lugar rumbo a su próximo compromiso.

El chico tardo un poco en hallar el objeto, lo encontró finalmente tirado cerca de una de las bancas del fondo del salón, —Bingo— celebro guardándola en su bolsillo, pero antes de completar esta acción la esfera comenzó a brillar.

—¿Una llamada?

Recordó que su padre había mencionado que era del trabajo, como dueño de un negocio supuso que esa podría ser una llamada importante, por lo que activo la esfera para atenderla.

—¿Papá?

Azul estaba en shock.

Un niño cecaelia de no más de cinco años lo miraba feliz, sus tentáculos eran negros, el color de su rostro y torso eran verdes, sus ojos eran como los suyos.

—Hola, ¿está mi papá?— saludo feliz el niño a Azul, —¿Cómo se llama papá?… ¡A sí! Busco a Clarión— decía feliz el niño.

—¿Quién…?— la pregunta se quedó atorada en su garganta.

—Soy su hijo.

Los mayores ya estaban preocupados, Azul se había demorado por demasiado tiempo.

—¿Estás seguro de que lo dejaste en el salón?— se atrevió a preguntar Majorelle.

—¡Aquí viene!— exclamo Nethuns emocionado.

Azul traía mala cara, saco la esfera y la observo detenidamente, —Dígame, señor Clarión, ¿qué está haciendo aquí realmente?

—¿Qué hiciste?— salto de inmediato la mujer apoyando a su hijo, el señor Ashengrotto solo los miraba confundido.

—Oigan, tranquilos…— trataba de mediar el ambiente Nethuns.

—¿Realmente quieres arreglar las cosas, o solo querías tener tu conciencia tranquila para tu nueva familia?

Clarión abrió los ojos con sorpresa, vio su esfera en las manos de su hijo y supo de inmediato que había pasado.

—Primero, no te enojes con Zelený, él no tiene la culpa de nada.

Azul estaba furioso, comenzaba a recriminarse por creer que aquel hombre lo quería, aunque fuera un poco. Sin importarle armar un escándalo, arrojo la esfera al suelo, quebrándola en miles de pedazos.

—¡Te quiero fuera de mi restaurante y de mi vida ahora!

—Azul espera, yo…

—¡No quiero escucharte!, ¡vete con tu nueva familia!, se ve que ellos si te importan…

Azul salió del local hecho una furia, su madre y padrastro lo siguieron de inmediato.

—Azul, espera un momento— trataba de razonar Nethuns con su hijastro. Su madre, aunque también quería calmarlo, estaba enojada, no entendía que quería su ex pareja, pero ver que solo dañaba a su hijo asía que su sangre hirviera.

—¿Por qué parece que estás de su lado?— confronto Azul al tiburón.

—No lo estoy, solo creo que ya fue suficiente de esto— trataba de explicarse Nethuns, —Por eso le dije que viniera y…

—¿Qué tú qué?

Madre e hijo vieron incrédulos al señor Selachi.

Este se mordió la lengua al revelar sus intenciones, Azul siguió de frente rumbo a su cuarto.

Antes de seguirlo, Majorelle solo dio una indicación a su marido.

—No vuelvas al cuarto… al menos no por ahora.


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