Habían pasado dos meses desde aquella noche donde Gabriel me propuso matrimonio, debía admitir que habían sido los mejores meses de mi vida, este tiempo nos había ayudado a conocernos más y a fortalecer nuestro vínculo. No obstante, teníamos altas y bajas en nuestra relación, pero lo superábamos con amor y compresión. Decidí que lo mejor sería casarnos cuando todos los problemas estuvieran arreglados, no quería ningún contratiempo en mi boda.
Con el tema de mi madre, le exigí a mi padre que me revelara la verdad e igual que yo, pensó que estaba muerta. Gabriel había estado buscándola, pero aun sus búsquedas no daban fruto y empezaba a desesperarme. Caleb no se volvió a infiltrar en mis sueños y me causaba un poco de temor. Sabia con certeza que estaba planeando algo y por el tiempo que llevaba, debía de ser algo grande.
Mi cuñada había llegado hace un mes y congeniamos en el minuto uno en que nos vimos, todo lo contrario, con la mejor amiga de Gabriel, amiga de infancia que claramente estaba enamorada de él. Me causaba muchísima rabia que no se diera cuenta y aclarará todo con ella, nuestras pocas discusiones siempre eran por el mismo tema y para empeorarlo, era la única hija de Gloria.
Gloria, otro tema aparte. Volvió hacer la nana feliz y agradable conmigo. Aun me desconcertaba el porqué de su rara actitud meses atrás.
Pero lo que más me desconcertaba, era que Gabriel y Owen habían estado muy raros esta semana. Su calor corporal había aumentado, sus manos ya no mantenían tan quietas cuando nos damos un beso y siempre terminaba con una respiración anormal y una gran y potente erección. Sé que tenía sus necesidades, pero sinceramente aún no estaba lista para dar ese gran paso, y sabía que lo aceptaba, pero su descontrol me preocupaba.
Ahora estaba terminando de alistarme para ir por Gabriel, no lo había visto al despertar y temía que estuviera huyendo de mí.
¿Por qué?
Lo sabría en unos minutos.
Bajé rápidamente las escaleras con destino a su despacho. Cuando llegué, intenté abrir la puerta, pero estaba trancada.
—Gabriel —llamé—. Sé que estas dentro… ¿Sucede algo? —pregunté preocupada.
—Na-nada —tartamudeó—. Todo es…esta…bien —gimió.
¿Acaba de gemir?
—¿Acabas de gemir? —cuestioné incrédula—. Oh claro que sí.
No lloraras…
No lloraras…
No…
Tarde.
—No es lo que crees —respondió rápidamente—. Solo por favor vete —suplicó, casi sollozando—. No creo capaz de aguantar más… vete Emma.
—¡¿Qué sucede?! ¡Necesitó una explicación! —grité, limpiando bruscamente mis lágrimas.
—Te lo contaré, te lo contaré todo, pero no ahora, no en este momento…No cuando estoy a horas de entrar en… —se enmudeció de repente—. ¡Vete Emma! —bramó con una voz gutural y distorsionada.
Ambos tenían el control.
Ambos me habían gritado.
Las lágrimas cayeron de nuevo. Corrí hacia mi habitación, chocando en el camino con un gran pecho. Era demasiado duro
—Lo siento Luna —me sobresalté al escuchar casi la misma voz que tenían Gabriel y Owen. Subí mi mirada, encontrándome con Ryan.
Sus ojos…
—Tus ojos —exclamé sorprendida—. Son negros.
—Es normal Luna, faltan pocas horas para entrar en calor.
Podía notar que se mantenía lo más alejado de mí y pareciera que aguantara la respiración.
¿Entrar en calor?
Calor…
—¿Qué significa exactamente? —lo miré angustiada.
—No seré yo el que se lo explique. Tengo que ir por el Alpha —se fue corriendo, se notaba demasiado apurado.
—¡Ryan! ¡DETENTE! —gruñí, pero hizo caso omiso y siguió.
—Luna —apareció de repente gloria.
—Gloria —dije asustada—. No sigas apareciendo de esa forma o temo que moriré.
—Lo siento —agarró mi mano y tiró de ella—. Ven, tenemos que irnos.
— ¿Por qué?
—Entraran en calor todos los lobos y tú aun no estas marcada, serias un blanco fácil para ellos. Tu equipaje ya se encuentra listo.
Aun no estas marcada. Blanco fácil.
—¿Por eso Gabriel está encerrado en su despacho?
—Sí.
—¿Por qué no puede estar cerca de mí? —quise saber—. Nunca me habló sobre esto… ¿Por qué el evitarme?
—Emma, en estos momentos él tiene control sobre si mismo, pero en unas horas, cualquier pensamiento racional se extinguirá, solo pensara en una cosa y es en aparearse. Su deseo se elevará a niveles increíbles. En las épocas de calor Gabriel siempre ha sido encerrado y sedado, que ahora tenga a su Luna junto con él —sonrió—. Ya te imaginaras.
Ohh por dios
— ¿Sera encerrado de nuevo?
—Sí, si no lo hacemos, no habría lugar en donde puedas esconderte, el iría tras de ti.
—¿Duele? —curioseé—. ¿Le duele no poder aparearse en la época de calor?
—Para que mentirte —suspiró—. Es una gran desesperación y dolor, porque… se mantiene excitado y su glande permanece erecto. La sangre acumulada y la necesidad de liberar…. ¡ni con mis hijas me toco este tema! —dijo totalmente alterada.
—Lo siento, también es incómodo para mí —susurré apenada.
—Tenemos que irnos ya —salimos de la mansión y fuimos hasta un automóvil. Fruncí mi ceño al ver que era uno totalmente diferente a los que Gabriel por general usaba—. Este auto te llevara a una de las casas que Gabriel tiene en la ciudad.
—¿Iré sola? —pregunté, al ver que se había detenido.
—Sí, no puedo acompañarte.
—Sofía y valentina tu hija… ¿se quedarán?
—Sofía se fue y mi hija, sí ella se queda.
—¿Por qué? —cuestioné de inmediato—. Ella no tiene mate, así que sería un blanco fácil igual que yo.
—Sí, pero decidió quedarse.
Gabriel, esa era la única razón por la cual ella se quedaría. Se equivocó si pensaba que sus planes resultarían.
La única persona que lo podría tener era yo.
Sentía como poco a poco la ira empezaba a consumirme.
—Dile a valentina que ella viene conmigo —demandé.
—No, ella ya de…
La corté, haciendo una señal con mi mano para que se callara.
—Gloria, soy tu Luna, así que obedece —sus manos se hicieron puño—. La quiero aquí conmigo en cinco minutos —sonreí sínicamente—. Deseo pasar el día con ella.
Mi sarcasmo era tan evidente y aunque estaba aprovechando de mi autoridad, no me importaba para nada. Gabriel era mío, de nadie más.
—Sí luna —dijo entre dientes—. Estará en 10 minutos.
Negué levemente.
—¿Acaso no escuchaste lo que dije? —alcé mi ceja—. Cinco gloria, cinco minutos —expliqué lentamente.
Observé como empezaba a respirar fuertemente, mientras sus ojos cambiaban de color constantemente.
—Si mi Luna —sonreí satisfecha y entré al automóvil.
Exactamente en cinco minutos apareció valentina con una maleta entre sus manos.
—Aquí estoy Emma —habló, cuando se encuentra junto a mí—. Estaba esperando este día con ansias.
Solo me limité a sonreír hipócritamente. Dirigí mi vista a la ventana cuando el auto arrancó.
Empecé a tratar de comunicarme por el link con Gabriel, pero no lo lograba, haciéndome preocupar un poco.
—Yo puedo hacer feliz a Gabriel —escuché de repente. Volteé mi cabeza como el exorcista.
— ¿Qué? — pregunté atónita.
"Espero haber escuchado mal"
—Yo puedo hacer feliz a Gabriel —repitió de nuevo.
Oh claro que no lo había hecho.
La miré incrédula.
—¿Qué te hace pensar eso?
—Lo conozco mejor que tu —sonrió—. Estuve en sus días malos y buenos, mi amor por él es real.
Sabía que ella no es una mala persona, tal vez si no estuviera enamorada de Gabriel, nos llevaríamos bien.
—Él es mi pareja eterna, mi complemento, mi alma gemela, mi futuro marido y yo soy su Luna, su luz, su razón de vivir, su eterno amor. ¿Entiendes eso valentina? Iba a responder, pero la interrumpí—. No puedes competir contra ello, ni tú, ni todas las personas que nos quieren ver separados. No importa cuánto lo conozcas, tú nunca podrás sentir la tercera parte de amor que les tengo a ellos…nunca.
Tragó fuerte y asintió. Varias lagrimas cayeron por sus ojos. No sabía en qué momento me había vuelto tan posesiva.
Joder, odiaba ver a una persona llorar.
—Si en verdad lo amaras. Te alejarías de él…Aun estas a tiempo —sorbió su nariz, mientras se limpiaba los rastros de lágrimas en su rostro.
—No lo dejaré —declaré—. Nunca.
Mi tono de voz era firme.
—Aun no te marcan. Puedes irte y te prometo que lo cuidare bien. Nunca les faltara amor.
— ¿Qué parte no entiendes? —exclamé irritada y a punto de explotar—. Aun no encuentras a tu mate, por eso dices esas cosas.
—Te equivocas —suspiró—. Ya encontré a mí maté y renuncié a él.
La miré atónita, sin poder creer lo que me acaba de decir.
Rechazó a su mate.
—Nunca nadie te amará como lo hará tu mate. ¿Por qué lo hiciste?
—¿Acaso no es obvio? Lo hice por Gabriel —sus ojos cambiaron de color—. ¡LO AMO!
Solo la miré sin decir absolutamente nada cuando un pensamiento llegó a mí, preocupándome. Alguien con ese nivel de obsesión, era capaz de cualquier cosa.
Estaba en peligro y yo sin saber me había metido en la boca del lobo.
—Sabes, puedo oler tu miedo —expresó de repente—. ¿Por qué tenerlo mi Luna?
— ¿Debería? —inquirí.
—Tal vez —suspiró, sonriendo levemente—. No quería llegar a esto. Tenías que haber dicho que Gabriel seria todo mío, tenías que haberlo aceptado. Lo lamento.
—¿Por qué lo lamentas? —pregunté con cautela.
Me matará.
Me va a matar y moriré virgen.
—Por lo que estoy a punto de hacer. Te prometo que cuidaré a Gabriel.
Rápidamente sentí un golpe en mi nuca y como a los pocos segundos, me sumergía en una oscuridad total.
[…]
Abrí los ojos poco a poco, sintiendo un dolor punzante en mi cuello. Gemí de dolor y llevé mis manos hasta allí.
Que duro golpeaba.
Observé a mí alrededor confundida. Este no era mi cuarto, ni la ropa con la que estaba.
—Ok cálmate —me dije a mi misma, antes de entrar en un ataque de pánico.
Empezaba a levantarme, cuando la puerta fue abierta dejándome ver a...
Oh por dios.
—Caleb —susurré atónita.
No podía creer, ella me había entregado a él… a mi otro mate.
Gabriel, mi amor…ven por mí.
—Emma —sonrió, una sonrisa muy bella a mi parecer—. Por fin estamos juntos.
Negaba una y otra vez a sus palabras, mis ojos se inundaron de lágrimas que no tardaron mucho en salir.
No estaba preparada para esto. No lo quería ver, no aún.
Sabía lo que pasaría, podía negarme e incluso mentirme a mí misma, pero sucedería. Empezaría a tener sentimientos y aunque me negara, ocurriría. No porque lo deseara, no porque lo quisiera, todo era culpa de la maldición, esa maldita maldición.
—Quiero ir a casa —dije, suplicándole con mi mirada.
—Esta es tu casa Honey —negué levemente.
—Con Gabriel, él es mi casa —confesé.
Su mirada se entristeció al escucharme, haciéndome sentir culpable de inmediato, pero a los pocos segundos cambió a una completamente furiosa. Me encogí en mi lugar, esperando cualquier golpe de su parte, golpe que nunca llegó.
—Jamás sería capaz de golpearte o dañarte —susurró a mi lado. Me sobresalte por la rapidez y su cercanía—. Primero me daño a mí mismo que dañarte a ti Emmi. Eres mi constelación. Lo más puro y preciado que me ha podido regalar esta vida.
Mi corazón latió rápidamente por tan hermosas palabras y un nudo se creó en la boca de mi estómago.
¿Por qué era así?
Tenía que ser alguien frio, no esa persona llena de sentimientos. Solo haría todo más complicado.
Volvería mi mundo un completo desastre.
—Déjame ir —supliqué segundos después.
Sus manos se dirigieron a cada lado de mi rostro. Su tacto era demasiado frio y su toque extremadamente delicado. Me regañé mentalmente cuando lo encontraba algo agradable.
—Solo te pido algo —musitó, su mirada penetrándome e intimidándome.
—¿Qué?
—Dos meses —lo miré confundida—. Dame dos meses contigo Emma. Déjame amarte y si al final te decides por Gabriel, lo aceptaré.
[…]
Pov Gabriel
—Gabriel…..Gabriel maldita sea reacciona.
—Owen —pregunté confuso.
—¿Quién más estúpido?
—Sigue tratándome mal y no saldrás en dos meses —amenacé.
—Deja tus estúpidas amenazas y concentremos no en lo que realmente importa —dijo desesperado.
—¿Qué?
—Cómo que, ¿qué? Diosa Luna porque me enviaste con un estúpido.
—Owen —gruñí en advertencia.
—Tenemos que despertarnos y solo no puedo. El estúpido de Ryan nos sedo como para un puto año.
—¿Acaso estás loco? Si nos despertamos no nos podremos controlar y violaremos a mi Luna, ¿Acaso quieres eso? Y dices que el estúpido soy yo —ironice.
—Dos cosas Gabriel. Primero "NUESTRA" Luna, que no se te olvide —indicó—. Segundo, claro que no quiero eso —hizo una pausa y gritó—. ¡No te das de cuenta que corre peligro!
—¿Corre peligro? ¿Qué pasa? —pregunté rápidamente.
—A veces dudo de tus capacidades como Alpha —confesó—. ¡Esta desesperada! No lo sientes. ¡Tiene miedo, cuando no lo debería de tener!
—Deja de gritar, es muy fastidioso. Estoy sedado por completo por si no te has dado cuenta, significa que no puedo percibir nada, al contrario de ti. Gloria esta con ella. Nada le pasara, debe de estar así por nuestro estado.
—Porque esta con ella todo puede pasar. ¿Por qué no lo entiendes?
—Es nuestra nana Owen y siempre querrá lo mejor para nosotros —le recordé—. Ella adora a Emma y la cuidará.
—Ga-Gabriel ella...ella está en peligro…nuestra Luna lo está. Lo puedo sentir —lloriqueó mientras un gran aullido de tristeza salió de él.
Cerró el link de ambos.
Nunca había sentido y percibido esa gran tristeza de Owen.
"Ella estará bien mi niño, no te preocupes"
Era lo último que me había dicho Gloria y le creía, sé que ella la cuidaría. Pero que Owen se ponga de esa forma es preocupante.
¿Y si en verdad estaba en peligro? —pensé.
—Owen —me comuniqué por el link sin obtener respuestas—. Owen sé que me estas escuchando, también sé que siempre existe una posibilidad y no quiero que por mí culpa le pase algo a nuestra Emm. Así que por favor ayúdame a despertarme. Tenemos que ir por nuestra Luna.
Pasaron varios segundos hasta que por fin escuché una respuesta de su parte.
—De acuerdo
—Trata de convertirte mientras yo trato de hacer un hechizo —ordené—. Funcionara.
—Funcionará —afirmó.
Empecé a nombrar las palabras mientras sentía como Owen hacia de nuestro cuerpo retorcerse, mientras los huesos empezaban a crujir haciendo pasó a un dolor intenso.
—Un poco más —susurró Owen.
Minutos después, sentí como volvía a tener el control completo de mi cuerpo. Abrí mis ojos, cerrándolos de nuevo.
La luz me ardía y mi vista se encontraba completamente borrosa.
—Vamos, levántate o déjame tener el control a mí.
—Yo puedo —susurré. Apreté mis ojos para seguido abrirlos.
Seguía viendo un poco borroso, pero sabía que solo duraría un par de minutos.
Mi cuerpo se sentía pesado. Me estaba costando muchísimo el levantarme y caminar.
—Pareces un puto zombie —rio Owen.
—Cállate y trata de comunicarte con Emma.
No respondió, lo que me hizo saber que ya lo estaba haciendo.
—Emma, mi Luna me escuchas —hablé por el link que teníamos, debía intentar también—. Respóndeme por favor.
Al no escuchar respuesta de su parte salí de donde me encontraba, en las prisiones hechas para ocasiones como estas. Tenía una gran erección que empezaba a molestarme y el calo afectarme un poco.
Acomodé mi pene de manera en que no se viera tan evidente y salí corriendo hacia mi casa. En el camino no me encontré con nadie. Solo escuchaba gemidos y demasiados. Solo hacían que mis ganas de poseer a Emma aumentaran.
—¡Gloria! —grité con voz de Alpha cuando ya me encontraba en casa.
Apareció de inmediato. Me miró sorprendida, fruncí mi ceño cuando pude oler sus nervios.
¿Por qué tendría nervios al verme?
—Gabriel, ¿Qué haces aquí? Tenías que estar sedado. Solo han pasado dos días —dijo demasiada confundida.
¿Dos días? Me parecieron horas —pensé.
—¿Dónde está Emma? —pregunté seriamente.
—Cuando fui por ella, ya no estaba —agachó su cabeza mientras pequeñas lagrimas caían de su rostro.
—¿Qué quieres decir con ello Gloria? —cuestioné lentamente.
—La busque por toda la casa y no estaba. Valentina fue a buscarla desde hace dos días y recién llegará ahora con noticias.
—No pude comunicarme con ella —habló Owen por el link—. Solo sé que está lejos, muy lejos de aquí.
—¿Escuchaste cierto?
—Claro que sí, no le creas nada a ella. Miente.
—Puedo oler tu miedo —dije.
—¿Miedo? No claro que no mi niño —respondió rápidamente.
Cerré los ojos, sintiendo un dolor en mi pecho. Gloria me mentía y dolía, nunca la había creído capaz de algo como eso. Era como mi madre y tan solo pensar que tenía que ver algo con la desaparición de mi Luna, me lastimaba mucho.
—Solo quiero a Emma aquí conmigo —confesé—. Dime lo que sabes Gloria.
—Gabr…
—Gabriel —dijeron atrás mío.
Valentina.
Volteé a mirarla, viendo como corría rápidamente a mis brazos. Contuve mi respiración mientras pensaba en cualquier cosa inmunda para que no creciera la erección que tenía.
—Suel-sueltame —conseguí decir.
—¡Quítala ya! —dice desesperado Owen.
Respiré e inhalé lentamente.
—¿Hueles eso? —le pregunté a Owen.
—Emma.
—Sí, es el olor a Emma.
La quité de encima mío mientras su rostro me miraba confundida.
—¿Qué pasa? —inquirió.
—¿Donde esta Emma?
—Ella, ella te dejo —arrugué mi ceño mientras la miré incrédulo—. Sé que es difícil de creer, pero se fue con Caleb.
—No tengo mucha paciencia, así que dime la verdad Valentina o juro que te destierro de la manada —amenacé.
—¿Por qué te mentiría? —quiso saber—. Sabes que siempre soy sincera contigo. Pude alcanzarla y ver como se iba con ese chupasangre.
Negué una y otra vez mientras agarraba fuertemente mi cabello y tiraba de él.
—Estas mintiendo… ¡ESTAS MINTIENDO! —gritamos al unísono Owen y yo.
Las dos se sobresaltaron mientras el miedo empezaba a crecer dentro de ellas. Owen y yo enojados éramos alguien incontrolable, solo nuestra Luna podía llegar a calmarnos.
—Ella no sería capaz. No lo seria.
—¿Hablaste con ella? ¿Te dijo por qué? —pregunté desesperado, agarrándola de sus hombros y zarandeándola.
—No, no pude hacerlo.
Solo basto con que terminara de hablar para colmar mi paciencia y despertar la bestia posesiva que tenía dentro. La época de calor, la gran erección y la necesidad de liberarla pasaron a un tercer plano.
Mis ojos cambiaron de color. Rojo oscuro, quien reflejaba la ira en mi interior.
Ambos tomamos el control.
— ¡MENTIROSA! —grité coléricamente mientras la tiraba fuertemente a la pared. Haciendo un hueco en esta.
—Mi niña —Gloria corrió rápidamente ayudarla—. ¿Por qué lo hiciste? —me recriminó.
Valentina emitió un gemido de dolor mientras se levantaba con ayuda de Gloria.
—Aunque trataste de quitarte el olor de Emma, aún está en ti. ¿Acaso te olvidas quién soy?
—Te lo juro Gabriel —susurró.
—¡Estuviste a su lado! ¡El olor de mi Luna está impregnado en ti!
Me acerqué a ella, agarrando su cuello y apretando fuertemente para así cortar su respiración de a poco.
—Por favor no le hagas daño —rogó Gloria.
—Eres mi mejor amiga y te amo mucho valentina —confesé—. Pero si no me dices ahora mismo la verdad y el paradero de mi Luna, te mataré. Ella es primero que todo, primero que ti, primero que la manada y siempre será así.
Una lágrima cayó de sus ojos mientras veía la tristeza en ellos.
—Ella no te ama y nun-nunca lo hará co…como lo hago yo —dijo—. El amor de…ella solo es una mitad para ti. L-la otra mitad la posee Caleb y siempre será…así.
—Cállate —exigí en un rugido bestial.
—Yo te ofrezco un amor completo Gabriel, un amor puro y verdadero. Te amo, lo hago desde pequeña.
—Te lo dije y no me quisiste creer —recriminó Owen—. Ella tiene que ver con la desaparición de Emma, su loba me lo confirmo.
—Comunícate con el lobo de Ryan y James. Los necesito aquí —dije, evadiendo completamente lo otro.
Mi mirada se suavizó a la vez que mi agarre en su cuello.
—Si tanto dices que me amas, dime dónde está mi pareja. Sabes que sin ella no soy nadie, sabes que sin ella me convertiré en alguien sombrío. Ella es mi luz valentina y ni tú ni nadie lo puede cambiar.
—Te equivocas —dijo gloria atrás mío—. Siempre se puede cambiar el destino.
Dicho esto, una luz oscura brotó de ella, haciendo cambiar el color de sus ojos a unos completamente negros.
Mis pies se debilitaron y caí de rodillas al suelo mientras esa luz impacta en mi pecho y cabeza.
Un grito de dolor salió de mí. Llevé mis manos desesperadamente a mi cabeza tratando que así, este dolor tan agudo se quitara o por lo menos disminuyera.
—¿Q-Que…haces? —pregunté con dificultad.
—Owen —susurré—. Owen.
—No trates de comunicarte con tu lobo mi nino, será en vano. Tu lobo acaba de caer en un sueño profundo y nunca más despertará.
—¿Qué hiciste mamá? —escuché como valentina preguntaba.
—No te perderé Gabriel, si continuabas al lado de Emma morirías y no lo permitiría. Así que mi hija será tu Luna. No recordaras más a Emma. Todo recuerdo de Emma será borrado y todo estará bien.
—No —negué desesperado mientras trataba con todas mis fuerzas en levantarme—. No lo hagas, no puedes Gloria. Con-confié en ti, te confié mi vida y no harás que la olvide.
Lagrimas se acumulaban en mis ojos. Las grimas que segundos después cayeron como un torrente de lluvia.
—Todo lo hago por tu bien mi niño —trato de tranquilizarme—. Emma esta con Caleb y estará bien con él y tú con mi hija.
Negué una y otra vez.
—Valentina —musité con las pocas fuerzas que me quedaban—. No lo hagas, si me amas de verdad sabrás que solo con Emma me sentiré completo, solo con ella.
—¡Basta de sentimentalismo! —gritó gloria—. Hasta pronto.
Sonrió, a la vez que una potente cantidad de Luz me rodeaba haciéndome caer en la inconciencia.
—Nunca te olvidaré…Emma —pensé, antes de desmayarme.