¿Por qué tenían que tener ese instinto de protección tan elevado estos hombres? ¿Por qué me tenía que tocar un Alpha y no cualquier lobo normal? ¿Por qué ser una descendiente tuya Nalu? ¿Sería capaz de soportar todos los instintos de Gabriel?
Solo quería lo mejor para él, no soportaría que algo malo le pasara por mi culpa, nunca me lo perdonaría.
—Está bien —murmuré—. ¿Te puedes ir? Necesito descansar.
—Yo pensé…qu-que íbamos a — resopló mientras negaba sonriendo—. Olvídalo.
Se levantó de la cama y antes de que empezara a caminar hacia la salida pregunté.
— ¿Qué pensaste?
—No importa Emm…solo no te enojes ¿sí? —Llevó desesperadamente sus manos a su rostro—. Entiéndeme, entiéndeme por favor.
—Los entiendo Gabriel, lo hago —esquivé su mirada y me concentré en mirar la chimenea— Solo que, ¿Quién me entiende a mí? No quiero que personas inocentes mueran, personas con familia, con sueños, no quiero que la manada se vea implicada, no te quiero perder.
—Mírame —ordenó.
—No.
—Todos ellos darían su vida por nosotros, sin pensarlo. Soy su Alpha y tú eres su Luna. Tienes que saber que tú eres lo primordial en mi vida Emm y si tengo que mo…
—No —respondí de inmediato, interrumpiéndolo—. No dejaré que nadie muera por mí, mucho menos tú. Ten esto presente, así como tú morirías por mí, yo lo haría por ti. Lo juro.
Volteé a mirarlo, soltando un jadeo de sorpresa, pues este ya se encontraba a centímetros de mi rostro.
Mi respiración empezó acelerarse.
—Mi luna —susurró en un tono un poco ronco—. Cuando dices cosas como esas, haces que acepte en perder todo mi autocontrol para ceder a las peticiones de Owen, créeme cuando te digo que nada bueno o inocente puede venir de él. Es la mente depravada aquí.
¿Qué se supone que deba responder después de esa declaración? —pensé.
¿Por qué de repente sentía calor?
—Nada, solo quería que lo supieras —arrugué mi entrecejo—. Para que sepas que debes controlar lo que dices cuando estés con él. Actúa más por instinto.
— ¿Por qué lees mi mente? —reproché—. Deja de hacerlo, no me gusta. Invades mi privacidad.
—Lo siento.
Bajó su mirada como un niño cuando es regañado. No me podía enojar si hacia esas cosas. Me lo podría comer a besos.
—Solo no lo hagas. Tienes permiso solo cuando sea necesario —alzó su mirada, hechizándome al instante, esos dos colores que poseían eran tan atrayentes. Nunca me cansaría de verlos.
Asintió, estaba por sonreír, pero se detuvo.
—Tenemos mucho de qué hablar. Ser la descendiente de Nalu tiene una gran responsabilidad, aparte tienes que aprender a manejar tus poderes o ellos te manejarían a ti y sería un desastre. Nosotros estaremos contigo ayudándote y orientándote en todo —había dejado de prestarle a tención a lo que me decían cuando nombraron
"Poderes"
— ¿Poderes? ¿Qué poderes? —emití sorprendida.
El único poder mío seria comer como cerda y no engordar, aunque si lo pensamos bien, eso no sería un poder.
—Te los diré solo con una condición —su mirada había cambiado por completo. Era lo más parecido a una salvaje y sus ojos…
Ohh dios, sus ojos.
Owen.
—Debido a lo que me dijo Gabriel —estaba utilizando todo mi esfuerzo para no esquivar su mirada, me resultaba demasiado intimidante—. ¿Debería de preocuparme con aquella condición?
Una sonrisa demasiado sexy y lasciva se hizo presente.
—Sera una primera vez para ambos —Su voz estaba cargada de anhelo.
—Te escucho —proferí.
—Dormir…juntos —dijo lentamente.
Abrí mis ojos sorprendía por tal petición.
¿Qué le pasaba?
Gabriel tenía razón cuando decía que el depravado era Owen
¿Cómo me pedía que tuviéramos sexo?
Claro que no.
—No tendremos sexo —sentencié inmediatamente.
Chasqueó su lengua y negó.
—Solo…dormir, en el sentido más inocente de la palabra mi Luna —aclaró, mirándome sorprendido—. Que mente tan pervertida tienes.
Mis mejillas ardieron.
—Lo…sien...yo...tu...junt…pensé —inhalé hondo para tratar de calmarme y decir algo coherente—. Lo siento.
— ¿Por qué lo sientes?
—Por pensar cosas que no eran —exclamé avergonzada y obvia.
Él se acercó a mi cuello y empezó a olfatearlo mientras su aliento cálido golpeaba en aquella zona haciéndola arder.
Sus labios se posicionaron en mi oreja.
—Hoy no tendremos sexo, solo dormiremos. Dormiremos por primera vez con alguien al lado, será una de las tantas primeras veces juntos Emma —murmuró ronco–. Sexo es una palabra vacía sin sentimientos, lo que nosotros tendremos contigo no será sexo. Nos entregaremos en cuerpo y alma, recorreremos cada centímetro de tu cuerpo como tu del mío. Haremos el amor, siempre será amor…. Y respira Emm, no quiero que te asfixies.
Se apartó de mí, e inmediatamente reaccione e inhale una gran bocanada de aire para mis pulmones. Respirar estaba sobrevalorado en un momento como ese, aparte, estaba tan cerca y diciéndome esas cosas de manera tan natural y sensual que me olvide de todo.
Me volverían loca, especialmente Owen.
—Solo no digas cosas como esas —hablé un poco tímida—. Todo esto es nuevo para mí.
— ¿Aceptas? —preguntó.
—Sí.
—Ve a cambiarte —se inclinó, dejando un beso corto en mis labios—. Ya vuelvo.
Me levanté y fui hasta el armario para cambiarme por unos pantalones largos de pijama junto con una camisa de ellos.
—espero no se moleste—susurré para mí misma.
Cuando salí, ya estaba acostado en la cama con un vaso de agua y una pasta en sus manos.
—Toma. Para el dolor de cabeza.
—No te dije que me dolía la cabeza —recordé, mientras me acercaba para tomarlo.
Owen solo se encogió de hombros despreocupado.
Me había leído la mente.
Cuando me tome la pastilla, deje el vaso y me acosté en la cama.
—Si vamos a dormir juntos, no será separados Emm —su mano se posicionó en mi cintura, jalándome hacia él—. Va hacer mucho frio y que mejor que tenerme cerca. ¿No te parece?
No respondí a su pregunta, pero podía jurar que estaba sonriendo y disfrutando de mis notables nervios.
[…]
Abrí mis ojos lentamente encontrándome de frente con un pecho duro y fuerte. Alcé mi vista y descubrí una de las imágenes más hermosas que nadie jamás había visto hasta ahora, Gabriel durmiendo era toda una imagen digna de admirar, no había palabras para describir la belleza tan extravagante y poco inusual que tenía, era magnífica y verlo dormir…. por dios, parecía un completo Ángel, ya entendía el porqué de su nombre.
Su rostro sereno, esas pestañas abundantes y largas, esas cejas pobladas y esos labios…. Esos que tanto había probado estaban entre abiertos dándome unas terribles ganas de besarlo.
—Hazlo —un temblor me recorrió por todo el cuerpo al escucharlo.
Su voz era ronca, profunda y un poco áspera.
Que voz se gastaba de recién levantado.
— ¿Que te dije ayer?
—Era necesario Emm —abrió esos hermosos ojos—. Sentía que me traspasabas, sentía que en cualquier instante te me tirarías encima, aunque no estaba tan equivocado —sonrió—. Ahora mi luna, bésame, dame mis buenos días.
—No me he lavado los dientes —me separé, pero sus brazos lo evitaron envolviéndome y acercándome más a él.
— ¿Acaso importa? —preguntó con una ceja levantada.
Iba a responder, pero fui interrumpida por esos deliciosos labios que poseía. El contacto era lento, cariñoso, amoroso. Siempre amaría esa clase de besos en donde nos tomábamos el tiempo para saborearnos, para explorar y sentir todo lo que nos causaba nuestra conexión.
De repente, gruño y se separó dejándome aturdida.
— ¿Sucede algo?
—Tengo que irme —lo miré confundida sin entender aun—. Surgieron unos problemas por los alrededores de la manada, tengo que ir.
Cuando estaba por levantarse lo detuve.
—Cuídate —agarré su mano—. Cuídense.
Una sonrisa adorno su rostro e inmediatamente sus ojos cambiaron.
—Lo haremos mi Luna —mi corazón saltó al escuchar de nuevo la voz distorsionada que tenían. No me cansaría de escucharla.
Solté un suspiro cuando la puerta fue cerrada. Quien iba a pensar que en menos de una semana una persona despertaría tanto en mí.
Siempre había sido de las personas que pensaban que el tiempo no definía lo que tenía que suceder o como se debía llevar acabo una relación, cuando existía esa química, en mi caso, cuando es tu pareja eterna, podía pasar en un día todo…literalmente.
Sentía que lo conocía de toda la vida, que podía confiar en él, que nunca me fallaría y que daría todo por él. Estaba haciendo todo más fácil y sabía que mientras más tiempo pasábamos juntos, nuestra conexión se fortalecería y nuestros sentimientos se incrementarían.
Pero, ¿Qué éramos?
Sí, era su mate, pero no me había propuesto nada. En mi mundo, sería un, ¿Quieres ser mi novia?
Teníamos que aclararlo todo.
Me levanté de la cama para pasar directo a la ducha y hacer mi aseo personal. Me tardé alrededor de unos veinte minutos para salir y buscar en mi enorme armario lo que me pondría en el día de hoy.
Elegí un suéter gris con un trenzado en el pecho, un Jean negro ajustado con un roto en una de las rodillas y unas zapatillas blancas. Mi cabello lo deje suelto.
Unos toques en la puerta me sobresaltaron un poco. Salí del armario con cautela.
— ¿Quién?
—Emma, soy yo Gloria.
—Pasa —respondí, relajándome al instante.
—El desayuno está listo —la miré para saber si había pasado algo. Su tono de voz era muy distinto al de los otros días, podría decir que me veía con un poco de ¿Rabia? ¿Acaso había hecho algo malo?
Asentí sin más y la seguí fuera de la habitación.
— ¿Está todo bien? —inquirí.
—Todo perfectamente Luna —sí, pasaba algo.
—Dime, ¿qué sucede? —cuestioné firme.
—Nada.
—Te lo ordeno, así que habla —un silencio sepulcral se creó—. Estoy esperando Gloria o me lo dices ahora mis…
—Vi como terminaría su historia, eres la destrucción para mi nino Gabriel, malditasea el momento en que la Diosa Luna decidió que fueras la pareja eterna de él ¡malditasea! —vi en su mirada el verdadero odio.
— ¿Porque dices mentiras? —mi vista se nubló—. Como puedo ser su destrucción, soy su mate —hable desesperada, era una locura lo que ella había dicho.
—Tenerte cerca solo hace que quiera matarte Luna —cerró sus ojos e inhalo y exhalo varias veces. Parecía que se estuviera intentando calmar para no matarme. ¿Debería correr? —. Pero no seré yo la que lo haga.
—N-No entiendo nada —mi voz salió temblorosa. Me estaba empezando asustar.
—Una parte de la historia que te relaté y que el nino Gabriel no quería que supieras es que…uno de los tres tiene que morir —un frio me recorrió entera mientras una opresión llegó a mi pecho—. No hay finales felices, no aquí Emma.
—Mientes —afirmé, aunque muy adentro de mí sabía que no mentía, no tenía los motivos para hacerlo.
—En los anteriores descendientes han muerto las mujeres, aunque hubo algunos casos donde murió el lobo. Nunca ha muerto un vampiro, ya te dije, ellos no tienen sentimientos. La maldición hace que se sientan atraídos y confundan esa atracción con un amor verdadero cuando no lo es. Ninguno de ellos se sacrificaría para que el amor verdadero reinara.
—Cuándo me dijiste que estaba en mis manos y que tenía que elegir a uno de ellos…. Te refieres a esto.
—No del todo.
—No te entiendo, elegiré a Gabriel…siempre —llevé desesperadamente mis manos a mi rostro.
— ¿Piensas que las cosas son así de fácil? Ahora dices que lo elegirás, pero una vez que veas en persona a tu otro mate, dudaras…Tú lo harás.
— ¡No! — grité negando.
—Y aunque lo elijas, aun así, seguirás siendo su desgracia.
— ¿Por qué su desgracia? habla claro…por favor, te lo pido dime.
—¡¡MORIRA!! No importa si lo eliges a él, no importa nada, el morirá dando su vida por ti—. Reveló dejándome helada.
Me desplomé quedando de rodillas mientras todo se detenía a mí alrededor. Un nudo se instaló en mi garganta y esa opresión que sentía, había aumentado haciendo mi pecho arder. Mi cuerpo entero quemaba y sentía como algo se desgarraba desde adentro mientras sus palabras se repetían una y otra vez en mi mente…dañándome, rompiéndome y haciendo que una terrible desesperación me recorriera.
—El morirá y la única culpable eres tú, tu madre y los malditos que te quieren para realizar un sacrificio.
Ya no podía seguir reteniendo las lágrimas, ellas empezaron a caer como si de una cascada se tratara. Lleve mis manos a mis oídos no queriéndola escuchar más mientras negaba una y otra vez.
"Mi madre"
—Es…Es men-mentira, además que tiene que ver mi madre, está muerta— balbuceé.
Inhalé, intentando que aire llegara a mis pulmones, pero no, era como si de repente el oxígeno se hubiera extinguido. Empezaba a ver borroso.
— ¿Muerta? —una sonrisa sombría adorno su rostro—. Está viva, tu madre huyo cuando supo que los Witchmion la estaban persiguiendo. Te dejo a ti y a tu padre solos.
—Los…Witc-witchmion —respondí, con el poco aire que me queda para después caer en una oscuridad absoluta.
[…]
Un pitido ruidoso llegó a mis oídos provocándome un dolor de cabeza demasiado intenso.
Abrí los ojos lentamente para así acostumbrarlos a la luz. Un cuarto de hospital fue lo primero que captaron. Tenía puesta una máscara respiratoria y una intravenosa en mi brazo.
¿Porque estaba aquí?
La puerta fue abierta abruptamente y un Gabriel claramente preocupado y muy desaliñado entró.
—Mi…Mi luna —musitó con voz quebrada. Sentí como sus brazos me rodearon cubriéndome en un abrazo sobreprotector—. Gracias a la Diosa Luna que estas bien. Tenía tanto miedo cuando te encontré tirada en la mitad del cuarto y sin respirar. Casi morí en el momento.
¿Sin respirar? ¿Tirada?
Fruncí mi ceño al sentir algo caliente caer en mi hombro, no tardé mucho para darme cuenta que Gabriel estaba llorando.
—Estoy bien —lo abracé más fuerte—. No llores, no lo hagas por favor. Me duele verte en ese estado.
Se separó y me dejo ver esos intensos y hermosos ojos que poseía. Alcé mi mano y empecé a limpiar delicadamente sus lágrimas. Él no dijo nada, solo se quedó observándome.
— ¿Por qué Emm? ¿Por qué hacerlo? —fruncí mi ceño confundida—. ¿Acaso no eres feliz conmigo?
—Lo soy, soy feliz a tu lado, pero… ¿De qué hablas? No entiendo nada.
—Querer matarte —abrí mis ojos sorprendida—. De eso hablo.
Por un momento pensé que estaba bromeando, pero por su tono de voz y su rostro, me hacía saber que no lo estaba haciendo.
¿Cómo?
— ¿Qué? yo queriéndome matar —me señalé mientras negaba—. Tienes que estar equivocado.
—Si no hubiese sido por Gloria, estuvieras muerta —gruñó—. Te hubiera…. Perdido.
No dije anda, aun no entendía nada.
Su mirada se perdió en la habitación. Parecía estar recordando el suceso.
— Te sentí Emm, sentí toda tu tristeza, desesperación y asombro cuando de un momento a otro mi pecho quemó, mi respiración se acortó y fue donde supe que estabas en peligro. Cuando llegué gloria estaba brindándote los primeros auxilios. Gracias a ella estas viva.
Me tomé mi tiempo para analizar lo contado por Gabriel mientras intentaba recordar lo ocurrido, pero nada, estaba en blanco. Era como si ese momento estuviera borrado de mi memoria y me frustraba no saber lo que verdaderamente había pasado, nunca haría algo para dañarme y menos para llegar al punto de morir, pero, Gloria me salvó de lo que sea que había ocurrido y debía de agradecerle.
—Yo nunca intentaría matarme Gabriel. Escúchame, nunca lo haría.
— ¡Pero lo hiciste! —gritó—. Te estabas ahorcando tu misma.
— ¡No, no es verdad!
Negaba una y otra vez. Mi vista se tornó nublosa.
— ¿Entonces qué sucedió? Porque no entiendo nada —manifestó frustrado.
—No lo sé, no recuerdo nada, pero por favor créeme. Solo te pido eso.
—Es difícil cuando existen pruebas. Gloria te escuchó gritando minutos antes, te gritabas a ti misma Emm —llevó bruscamente sus manos a su rostro—. ¿Debo preocuparme?
Mis lágrimas empezaron a caer, apreté mis labios para evitar que un sollozo saliera de ellos.
—No.
—Te amo y haría lo que sea para que estuvieras bien —asentí—. gloria dice que posiblemente lo hiciste por estar tan agobiada por lo de la maldición y al ser tu descendiente de la Diosa Luna…..
— ¿A dónde quieres llegar?
— Creo que lo mejor que podemos hacer, es realizar lo que gloria nos dice, internarte pa..— lo callé abruptamente con mi mano siendo impactada en su mejilla.
— ¡Que! —chillé histérica—. Piensas que estoy loca —lo rempujé, haciéndolo caer de la camilla—. ¿Qué mierda contigo? Soy tu mate —me señalé—. Tienes que saber más que a nadie cuando miento y cuando no. ¡No estoy mintiendo!
Empecé a llorar desconsoladamente.
Velozmente sus ojos cambiaron a un color ámbar brillante.
— O…Owen —balbuceé, mientras me limpiaba las lágrimas—. ¿Tu-tu si me crees?
Se levantó rápidamente del piso y me abrazó vigorosamente mientras susurraba palabras consoladoras.
—Te creo mi Luna. Eres la única persona en quien creo ciegamente —me besó mi frente mientras acariciaba mis mejillas—. Nadie te internara, te lo prometo —asentí—. Aunque no lo creas, no me agrada la nana de Gabriel, nunca lo ha hecho, y menos ahora diciendo que estás loca y necesitas estar internada.
Gruñó.
— ¿Por qué Gabriel no me cree? —pregunté demasiado dolida.
—Gloria ha sido como su madre. Nuestra madre murió en un enfrentamiento, teníamos 12 y nuestra hermana 9, desde ese suceso gloria se encarga de él —su gesto se contrajo—. Padre murió unos años después, teníamos 18, aguanto mucho, por lo general después que tu mate muere, también lo haces a los meses o al año. El pidió mucho a la Diosa Luna por más tiempo para poder prepararnos. Gabriel la adora y ama demasiado. Ella tomo el lugar de madre cuando faltó la nuestra, además sus consejos para el son oro. Piensa que lo sabe todo.
— ¿Hermana?, ¿en dónde está?, ¿cómo eran sus padres?, ¿cómo se llamaban?
— Son muchas preguntas —respondió burlón—. Se llama Sofia Borkan, es la única familia que tenemos, es nuestra pequeña. Se encuentra en Colombia resolviendo unos problemas, en una semana estará con nosotros.
Asentí, mientras indiqué que siguiera.
—Quiero saber todo. Cuéntame todo.
— Es muy hermosa, también amorosa y cariñosa, pero, así como también es tierna, tiene su lado temible —se estremeció—. Tampoco le agrada Gloria.
—Gloria me parece una buena mujer —puntualicé—. Estaré toda la vida agradecida con ella.
—Y yo.
— Pero, ¿Por qué decirle a Gabriel que me interne? No la entiendo —exclamé confundida—. Nunca me atrevería a quitarme la vida. Nunca.
—Más tarde hablaré con ella. Te lo prometo —juntó nuestras frentes, haciendo que nuestras respiraciones se mezclaran—. Emma, no es necesario que lo expliques más. Yo te creo e investigaremos para saber lo que en verdad pasó.
—Gracias —respondí aliviada al saber que pronto sabríamos lo que en realidad había sucedido—. Ahora respóndeme las otras dos preguntas.
Recordé, se separó lentamente.
—Mis padres, ellos fueron los mejores, unos reyes dignos de admirar, te hubieran encantando. Madre Elizabeth Borkan era una mujer muy bondadosa, pero de un carácter fuerte y mi padre Rafael Borkan, era alguien muy sabio y justo.
—Me hubiera encantado conocer a tus padres —acaricié lentamente su mejilla.
—Y ellos a ti Emm— Sonrió, mirándome fijamente—. ¿Sabes que quiero? — preguntó con una sonrisa maliciosa.
Ohh dios
—No, ¿Qué es lo que quieres? —alce mi ceja.
Se acercó y junto nuestros labios en un beso rápido, fue un roce de nuestros labios. Cuando se separó, susurró lento y sensualmente en mi oreja.
— Quiero subirte en mi lomo y llevarte a mi lugar favorito, estando ahí me tomaré todo el tiempo del mundo para probar esos deliciosos labios que tanto me gustan. Te prometo que te olvidaras de todos los problemas. Que dice Srta. Stone… ¿Acepta?
Agradecía tanto que Owen estuviera en estos momentos conmigo, era tan diferente a Gabriel, pero a la vez tan parecidos. Adoraba sus momentos de sensualidad, siempre me desestabilizaban y no tenía ni idea de que hacer…aun no me acostumbraba.
—Emm —me llamó—. Inhala, no quiero que te desmayes.
—Sabes que siempre me pasa cuando dices cosas como esas —recriminé.
—Admito que me encanta verte en ese estado —dijo burlon, apretando un poco mi mejilla—. Pero que dices, ¿sí?
—Tengo toque de queda —susurré.
—Sera suficiente para lo que quiero hacer contigo dulce cenicienta —susurró a milímetros de mis labios.
— ¿Qué quieres hacer conmigo? — musité sin aliento.
—Son muchas cosas Emm, y créeme que ninguna de ellas buenas —mordió mi labio inferior.
—Jesús.
[…]
Llegamos hace una hora a el lugar favorito de Owen, resultó ser una cascada con el agua más cristalina que jamás había visto en mi vida, la cascada estaba protegida por grandes árboles que prohibían la entrada a ella, era mágica. Solo eran pocos a los que se le revelaba el acceso a esta.
Después de salir del hospital, nos fuimos en auto hasta la mansión para empacar algo de ropa que estaría necesitando Owen después de la transformación. Me había llevado al patio trasero donde se transformó, dejándome ver a un gran y majestuoso lobo negro.
Quedé anonadada cuando lo vi, era tan hermoso. Su pelaje era brilloso y sedoso. Me pasaría horas enteras acariciándolo y no me cansaría. Era perfecto. Cuando me habló por medio del link que teníamos me sorprendí. Tenía que admitirlo, su voz era aún más gruesa y condenadamente sexy.
Estar en su lomo fue una experiencia realmente única que claramente volvería a repetir. Ver como todo pasaba rápidamente por mi lado, la sensación del aire golpeándome en la cara y la adrenalina que sentí, fue una experiencia única que no se vivían todos los días, tener como pareja eterna a un hombre lobo tenía sus ventajas que claramente aprovecharía a partir de ahora.
Y sí, nos pasamos horas acariciándonos y besándonos como jóvenes en plena adolescencia.
—Quiero más días como este —dije, mientras acariciaba el cabello de Owen.
Se encontraba recostado en mis piernas.
—Los tendrás —por su mirada sabía que no mentía—. Me aseguraré de que cada día sea mejor que el anterior.
—Solo basta con que estén ustedes dos y lo será —sonrió, mandándome un beso en el aire.
—Pregúntalo —lo miré confundida—. Pregúntame lo que hace rato ronda en esa hermosa cabeza tuya.
—No leas mi mente —jalé un poco su cabello mientras escuchaba como se quejaba—. Gabriel… él está viendo todo, quiero decir… él dijo que cuando tomaba el control tú…si tu pasas a ser su conciencia, entonces el ahora esta así, pero sabe todo lo que pasa... ¿Cierto? —no lograba coordinar lo que decía de los nervios.
—La otra pregunta Emm —negué—. Emma.
—Le cree más a ella que a mí, ¿cierto? No podría competir con ello.
—Gabriel, él cree en ti, demasiado, solo no logró saber la razón para dudar. Eres nuestra mate y eres primero en todo, no dudaríamos nunca de ti y que en este momento él lo haga es confuso. Gloria es solo una simple nana que ayudo en su crecimiento. Tú eres nuestra luna, la razón por la que estamos vivos. Y tranquila, él no sabe nada de lo que está pasando. Cuando él tiene el control hay veces en donde estoy en una especie de sueño, descansando y no logro saber que sucede alrededor. Cuando sucedió el incidente estaba en ese descanso, así que no supe lo que gloria habló con él. Bloquea ese momento. Solo sé su propuesta por sus pensamientos. Él está en esa especie de sueño, no quiero que sepa lo que hablemos, además, estoy muy enojado con él.
— ¿Por qué no te cae bien Gloria? Si está contigo desde hace mucho.
— No sé —río sin gracia—. Existe algo en ella que no me gusta, pienso que finge. ¿En qué? Aun no lo descubro.
—Hay una palabra que está rondando en mi mente desde hace rato. No sé si ya supiste —negó—. Whitch….Witchmion —se apartó rápidamente quedando de frente—. ¿Qué es?
—¿Quién te habló de ellos Emma? —preguntó con un poco de enojo.
—No sé, solo tengo grabada esa palabra desde hace rato —me miró entrecerrando los ojos—. ¿Me vas a decir?
—Es un grupo de brujos que practican la magia oscura. Ellos andan detrás de descendientes de Dimion, Nalu y Nilos... ¿Para qué? No sé sabe correctamente. Unos dicen que lo sacrifican en Luna Llena para así aumentar su poder, otros dicen que los juntan sentimentalmente con alguno de ellos para tener hijos y que su descendencia tenga más poder. Lo último casi no me convence del todo.
—Ok, pero entonces eso quiere decir…— Asiente.
—Que nos buscan. Pero tranquila nunca lo han logrado.
— ¿Entonces no son un problema? —negó—. Si eres un descendiente de Dimion, ¿eres brujo?
—Algo así.
—No entiendo
—No nos consideramos un brujo como tal. Solo utilizamos los dones cuando la situación lo requiere. Padre nos enseñó a manejarlos. Al principio era muy complicado, pero con el tiempo todo era más fácil.
— ¿Qué poderes tengo? —desde que Gabriel me había dicho, no había dejado de imaginarme las posibles cosas que podía hacer.
—Son varios, uno de ellos es que pue…—se calló abruptamente mientras todo su cuerpo entró en tensión—. Nos tenemos que ir ya.
Ordenó un poco fuerte mientras se levantaba.
— ¿Qué pasa? —tomó mi mano y me levantó, empezamos a caminar de prisa por el lado contrario de donde habíamos entrado—. ¿Owen que sucede? ¿Por qué caminamos tan rápido?
—Pasó algo y tenemos que irn…—no terminó de hablar porque una voz ronca lo interrumpió.
—Oh ¿ya se iban? —esa voz—. Creí que podíamos hablar un rato.
Ambos nos volteamos encontrándonos con…
Él…
Es…
Caleb….
Mi…Mi otro mate…