Como siempre, creo con cuidado los hilos de qi. Copiándolos fielmente del cuaderno original. Estoy un poco tenso. Ya he estado a punto de fallar un par de veces. Necesito concentrarme más que antes. Por fin. Era el último.
Estoy usando el qi del brazalete junto a mi qi. Es un poco más difícil. Al final, he decidido usar solo el mío para los más delicados. Al menos, de momento. Quizás, cuando tenga más práctica.
Respiro hondo una par de veces antes de pasar a la siguiente página. Como siempre, la estudio con detenimiento antes de empezar. Compruebo que los signos y dibujos sean correctos. Estos no lo he hecho yo. Algún esclavo o algún estudiante en Génesis. Realizo tan solo unas ligeras correcciones. No es que estén mal. Me es más conveniente para colocar los hilos de qi.
Luego empiezo a tejerlos. Poco a poco. Los más gruesos, con ayuda del qi del brazalete. Los más finos, exclusivamente con mi qi. Así es más fácil. Y más que suficiente. Precisamente, los gruesos son los que necesitan más qi. Así que puedo ahorrar bastante del mío.
Suspiro cuando termino la segunda. Realmente es increíble. Tengo para una tercera sin repostar. Así que me pongo a estudiar la siguiente.
–¿Vas a seguir sin parar? No te vas a quedar qi– me avisa Su Tian, extrañado.
Es uno de los estudiantes con los que suelo coincidir copiando cuadernos. Supongo que está sorprendido. Nunca hasta ahora lo había hecho. Sería un error de novato empezar sin tener qi. Y ya llevo tiempo suficiente aquí. Sonrío. Lo estaba esperando.
Le pregunté a Yan Xiulan si le interesaba hacer más. Le dije que quizás había estudiantes a los que podía interesarle. No se lo aseguré. No quería darles falsas esperanzas.
Le ilusionó la posibilidad. Soy su único cliente. El resto de joyas que fabrica tiene que venderlas a través de la facción. Pero el precio es mucho más bajo que un pedido personal. Al fin y al cabo, es difícil que la forma y funcionalidad encajen por casualidad. Así que los venden casi a coste, y solo si la práctica ha salido bien.
Eso hace que les sea difícil practicar. Tienen que conseguir materiales por sí mismos. Solo los más básicos para empezar se los dan gratis.
Cuando avanzan y tienen pedidos, todo se hace más fácil. Con mayores ingresos, pueden comprar más y mejores materiales.
–Tengo de sobra gracias a esto– le respondo, enseñando el brazalete.
–¿Qué es?– me pregunta con curiosidad.
–Es un brazalete que acumula qi. Una vez lo has llenado, puedes usarlo casi como si fuera tuyo. Me ha costado solo unas horas de práctica poder combinar los dos qis para hacer los hilos. Bueno, con los finos prefiero no usarlo aún, pero con los gruesos va perfecto. Para el precio que me costó, vale la pena. Así, estoy seguro de poder hacer siempre todas las páginas. Me acaba saliendo a cuenta– le explico, a él y a los que están escuchando.
–¿De dónde los has sacado? ¿Cuánto cuesta?– se interesa.
Al final, me ofrezco para hacer de intermediario. Con la excusa de que el joyero no suele atender al público. Y no es fácil contactar con él si no lo conoces. La verdad es que es muy tímida. ¿Quizás la sobreprotejo? Puede, pero tampoco pasa nada.
Duda, pero al final me lo pide. Los otros creo que esperan a ver cómo va. Parecen interesados. No me extraña. Facilita el trabajo.
Podrían ir directamente a ver un joyero. Pero al menos saben que "el mío" funciona. Que quien lo ha creado sabe hacerlos. Si no los conoces, es un riesgo pedirle a alguien en prácticas. Yan Xiulan rompió materiales para crear algunas de las joyas. Pero ya le había dado puntos de más.
Pedirle a alguien de rango mayor es más seguro. Y más caro. El precio que le he dado es más caro de lo que Yan Xiulan pedía, pero suficientemente asequible. Al menos, para nosotros. Los que copiamos manuales. Nos pagan demasiado bien
Apunto sus gustos de color, anchura de su brazo, y otras peticiones. No son excesivas. Las consultaré con ella. Creo que será posible. También me paga por adelantado. Es "necesario" para comprar los materiales. Bueno, no son muchos puntos. Al menos, no para nosotros. Sería ridículo que le estafara o robara con lo que ganamos aquí.
Espero que vaya bien. Así podré conseguir más pedidos para ella. Va a tener mucho trabajo.
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Unos días después, Ning está sobre la mesa. Bocarriba. La boca abierta. Cogiendo aire y salivando. Gimiendo agotada. Sus pechos moviéndose salvajemente a cada embestida. Cada vez que empujo hasta el fondo de su vagina. Con una descarga de qi que la recorre.
–¡Aahhh! ¡Aaaaahhh! ¡AaaaahhhHH! ¡AAAAahhh! ¡HAAahhh! ¡Maaás! ¡Aahhh! ¡AaaahhH!– gime con voz débil.
Aunque agotada, sigue queriendo sexo. Y no parará hasta que pierda completamente el conocimiento. Es el octavo orgasmo. Está en su límite.
Cabe decir que ha sido excitante. Follarla sin tregua hasta la extenuación. Como premio. Rui le ha dado el visto bueno. Justito. Su dominio del mangual ha llegado al punto de ser "aceptable".
Tendrá que seguir entrenando. Alternando con los escudos de qi. Aunque prefiere cuando le toca prostituirse. Y eso que se queja de que casi nunca la hagan correrse de verdad. Bueno, se masturba muchas veces después de un cliente. Lo confesó. Incluso tiene un par de amigas con las que se llevan mutuamente al orgasmo. Me ha insinuado que podría ir a verlas. Que igual consigue que me den una tarjeta verde.
Las prostitutas pueden invitar a alguien una vez a la semana. Usar las instalaciones para el encuentro. Hay una que es nivel tres. Me podría ir bien cogerle qi de vez en cuando. Pero aún es pronto. Me pidió permiso. Acordamos que le dijera que soy un conocido. Ellas lo llaman follamigo. Les cuenta que conmigo el sexo es bueno. Quiere convencerlas. Ya veremos. Siempre puedo no estar disponibles. Aunque resulta tentador. Sobre todo, cuando suba a la etapa dos.
Después de ello, salgo de nuevo. Ya he copiado las páginas. Y follado a todas las esclavas. Ahora tengo que ir a ver al instructor de bastón.
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La residencia del instructor es una casa con jardín. Está rodeada de un muro de unos tres metros de altura. Y un escudo de qi alrededor.
Inserto un poco de qi en el escudo. Frente a la entrada. Una sirvienta no tarda en aparecer. De mediana edad. Con cara de pocos amigos.
–¿A qué has venido?– me pregunta secamente.
Podría ser menos despectiva. Al fin y al cabo, ella es una sirviente y yo un estudiante. Aunque tampoco me sorprendo. Recuerdo como muchos sirvientes personales de miembros importantes eran muy orgullosos. El instructor tiene una posición alta en la secta. Como sea.
–Soy Kong. El instructor me permitió venir a consultarle. Para eso he venido, si puede atenderme– le respondo educadamente.
–¿Kong? ¿Solo Kong?– pregunta extrañada.
–Así es– confirmo.
–Espera aquí.
Se marcha. La casa parece grande. No pasa mucha gente por aquí. No parece que vaya a llover hoy. Bonita pared. ¿Aún no vuelve? Ah, por fin. Empezaba a creer que se había olvidado de mí.
–Sígueme– me ordena.
Sigue igual de áspera. Aunque al menos diría que ya no me mira con desdén. Me lleva por un camino de piedra. Rodeando la casa. Se acaba el jardín. Es un patio. Sin decoraciones. Bastante austero. Hay un tronco y poco más.
–Espera aquí. El maestro vendrá enseguida– me informa.
Se va. Sin una palabra amable. No parece que quiera entablar conversación. Diría que soy algún tipo de molestia. Aunque tampoco ha sido maleducada o ruda. Tan solo distante. Tiene un bonito culo. Se mueve seductor cuando se va.
Aunque prefiero el culo desnudo de Song. Que tiembla cuanto ataca a Shi. Ligeramente pecoso. Muy sensual. El de Shi tampoco está mal. Es… Ah… No sé en qué estoy pensando. Solo faltaría que me viera con una erección cuando llegara. Mejor me calmo. Viendo a las salamandras nadar hacia algo. ¿Qué es?
Creo que me he calmado del todo. Era un trozo grande de carne. Que han desgarrado. Todo el estanque ha quedado rojo. Bastante sangriento.
–Vaya, vaya. No esperaba verte tan pronto. ¿Qué te trae por aquí?– me saluda el instructor.
Ha salido de una puerta trasera de su residencia. Las manos en la espalda. Con su largo y fino bigote rubio característico. Es bastante peculiar. Sonríe levemente cuando le hago una reverencia.
–Maestro, he venido a consultar una duda. Me es casi imposible enlazar más de cinco movimientos. A veces cuatro. El qi se va descontrolando. Se nota bastante en el tercero, y va en aumento. Aunque diría que empieza desde el primero– explico.
Alza una de sus cejas. Se me queda mirando unos segundos. Coge uno de los extremos de su bigote con dos dedos.
–No esperaba que fuera tan pronto. Enséñamelo.
No parece que el problema le sea desconocido. Es un alivio. No somos nosotros los que hacemos algo raro. Creo. ¿Pronto? Bueno, hace ya unos días que quería venir… Aunque es cierto que puedo practicar bastante más que otros. La mayoría dedica gran parte del tiempo a cultivar. Y no tienen qi extra disponible.
Cojo el bastón que tenía atado a la espalda. Combino bien los dos primeros movimientos. El tercero ya noto que el qi empieza a desestabilizarse. El cuarto tengo que forzar un poco. El quinto apenas puedo enlazarlo. El sexto, ni de casualidad.
–En tan poco tiempo… Ahora contra mí.
Saca un bastón y se acerca. Parece uno de entrenamiento. ¿Lo tenía en su anillo? O es de más calidad de lo que parece. No es que importe. Me hace una señal con la mano para que ataque.
El primero impacta en su bastón vertical. Lo uso como eje para enlazar el segundo. Él lo mueve hábilmente para detenerlo. Sin duda, es un juego de niños para él. Dirijo el qi para atacar con la punta del bastón, como si de una lanza se tratara.
Lo detiene empujándolo hacia un lado. Así que muevo el qi del anterior movimiento hacia el otro extremo. Intento rotarlo y golpearlo con ese extremo. Él también mueve el suyo deteniéndolo. Con el siguiente, ya no consigo enlazar el qi.
–Otra vez– me ordena.
Esta vez, solo puedo enlazar tres. Y gracias. Ha expulsado qi al detener los golpes. Interfiriendo con los míos.
–No solo estás ya a este nivel, sino que tienes experiencia usándolo en combate. Tu progreso es mejor de lo que esperaba. Dime, ¿por qué crees que pasa?– me pregunta.
¿Es una prueba? Aunque lo sea, no tengo que pensar mucho la respuesta. Lo he hablado con las chicas más de una vez.
–Creo que algo de qi se pierde en cada movimiento. Al principio, no se nota, pero se va acumulando sobre el bastón. Al final, hay demasiado e interfiere– expongo lo que hemos deducido.
–¿Y cómo piensas que podría solucionarse?– me sigue interrogando.
–Una posibilidad sería ser capaz de que no se perdiera, aunque no sé cómo conseguirlo. De lograrlo, el principal problema que veo es al enfrentarse a un rival. Su qi puede tener el mismo efecto– explico la primera teoría.
–La otra opción sería limpiar ese qi cada vez. Pero gastaría mucho qi para hacerlo. Sería mejor si se pudiera aprovechar de alguna forma, pero ¿cómo?– expongo mis dudas.
–Ja, ja. Bien hecho. No has venido aquí al primer problema, sino que has intentado pensar una solución por ti mismo. Tu juicio es bastante acertado– me alaba.
Me lo quedo mirando. No es una respuesta que ayude mucho.
–No te preocupes por perder algo de qi. El dominio sobre el qi mejora de modo natural a medida que aumenta la cultivación. A medida que lo vas comprimiendo. Lo vas acumulando en tu cuerpo. Cuando aprendes nuevas técnicas. Simplemente en la práctica diaria. Además, en tu caso, es ya muy alto para tu cultivación. Creo que tiene que ver con tu trabajo de copiar cuadernos– explica.
¿Cómo lo sabe? Bueno, no es ningún secreto. ¿Ha investigado sobre mí? Seguro que yo no se lo dije. Quizás lo oyó cuando hablaba con Dai Quon en la zona de entrenamiento.
–Tienes razón con que limpiar el qi es un despilfarro, pero es lo que tienes que entrenar ahora. Al menos, hasta encadenar siete movimientos consistentemente. Te será útil en combate. Algunas técnicas consisten precisamente en perturbar el flujo del qi del enemigo. Tener práctica en disiparlo te ayudará contra ellas– me recomienda.
No se me había ocurrido. Es cierto que el qi puede desestabilizar el del contrario, pero no había pensado hacerlo a propósito. ¿Debería decírselo a las chicas? ¿Quizás utilizarlo contra ellas por sorpresa? Me matarían. Mejor se lo digo. Aunque no sé muy bien cómo se puede llevar a cabo.