El corazón de Cielo latía desbocado mientras retrocedía un paso del diablo. Él se acercó lentamente hacia ella, con una malvada sonrisa en su rostro. —¿Qué debería hacer contigo ahora? —dijo pensativo.
—¿Qué tal nada? —dijo ella, alejándose más de él, cuando de repente su entorno cambió.
Cielo se encontró en una oscuridad interminable. No podía distinguir si estaba en una habitación o en algún lugar al aire libre. Por todas partes donde miraba estaba oscuro. No podía ver ni siquiera el suelo bajo sus pies.
Él intentaba asustarla, y ella comenzó a sentir un poco de miedo. No sabía qué planeaba hacer con ella.
—No habría hecho nada si tú no hubieras hecho nada. Pero tenías que ser ruidosa —él sacudió su cabeza, como si estuviera decepcionado—.
—Siempre quisiste a la abuela —comenzó Cielo—. ¿Por qué tuviste que hacer todo esto para conseguirlo? La estás lastimando con tus acciones. No lo entendía.