"La comparación es la muerte de la alegría." -Mark Twain.
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—Zamiel intentó levantarse de nuevo, pero no pudo. Irene puso su mano suavemente en su hombro. —Por favor, Zamiel. Vas a hacer que la herida se abra aún más.
Dejó de luchar por levantarse y dejó caer la cabeza hacia atrás. Jadeaba mientras sujetaba su pecho.
Más sangre se filtró de la herida en su pecho. La sangre debería ser normalmente mala, pero en su caso era bueno. Solo necesitaba detenerlo de intentar moverse.
—Estarás bien —le dijo cuando él la miró con ojos suplicantes—. Estarás bien y luego volverás a ver el Cielo.
Se apartó de ella y miró al techo. Estuvo callado por un momento antes de hablar. —He pensado en cómo tuve tanta suerte de conocer a una mujer maravillosa de nuevo y enamorarme. Siempre me pareció demasiado bueno para ser verdad. Tal vez... esto es lo afortunado que seré.