La isla se extendía ante Rain como un tranquilo paraíso invernal, cubierta de una manta de nieve pura y reluciente. Era una vista impresionante, con todo el paisaje bañado en un blanco suave y polvoriento, transmitiendo una profunda sensación de serenidad. A Rain no le importaba ya que estaba congelado.
Lo que inmediatamente llamó la atención de Rain fueron las imponentes montañas que dominaban el terreno de la isla. Estas cumbres escarpadas, también cubiertas de brillante nieve blanca, se alzaban altas contra el cielo.
Mientras absorbía la escena, Rain podía sentir el frío en el aire, un recordatorio tangible del dominio del invierno sobre la isla. La quietud del momento se veía ocasionalmente interrumpida por el suave susurro del viento, que llevaba consigo la crujiente fragancia de la nieve. Era un lugar intacto y salvaje, donde la belleza congelada de la naturaleza invitaba a la exploración y la aventura.