Siento el cuerpo algo rígido, como si hubiera dormido en el piso.
«Tal vez me volví a caer de la cama... »
Siento césped detrás de mi cabeza... «¿Césped?»
Abro mis ojos, pero duelen. Los tengo entrecerrados y mi vista está borrosa. Veo algo azul, mi vista se aclara, y distingo el cielo. Levanto mi cabeza y veo alrededor.
—Estoy en un bosque... —susurré.
«¡¿Qué estoy haciendo en un bosque?! Más bien, ¡¿cómo llegué aquí?!»
Mi mente estaba desconcertada, me sentía desorientado, perdido. Me levanté e intenté sacar mi celular, pero no estaba, de hecho, no traía nada en los bolsillos.
«¡¿Qué está pasando aquí?! ¿Me perdí? No recuerdo haber salido a ningún paseo al bosque. De hecho, no hay bosques cerca de donde vivo... ¿Me habrán secuestrado?... No, sino no estaría en un bosque... ¿Entonces?»
«Primero debo de calmarme, analizar la situación y luego actuar. Primero: desperté en un bosque, no tengo mi celular ni ninguna forma de contactar a alguien, tampoco sé dónde estoy, y no sé cómo llegué aquí... ¡Eso no me dice nada!»
—Lo mejor será que camine en busca de alguien... Tal vez haya algún pueblo o alguna carretera cerca.
«Ahora solo queda elegir qué ruta tomar. Bueno... estoy en un bosque, así que da igual qué dirección tome... »
Mientras decidía para dónde ir, pude escuchar una rama romperse.
En ese instante me quedé congelado del miedo, miré al frente de manera instintiva y un escalofrío recorrió mi espalda.
Sin mover la cabeza dirigí mis ojos para ambos lados, y lentamente moví mi cabeza buscando al autor de ese sonido. Entonces lo vi, algo se estaba moviendo entre los arbustos, a unos quince metros de mí.
Quería correr, pero mis piernas no respondían. Por más que les dijera que se movieran, estas seguían plantadas en el suelo; mi dentadura empezó a temblar: estaba entrando en pánico.
Volví a ver los arbustos moverse, y mi miedo aumentó. Apreté mis puños mientras seguía en la misma posición, y endurecí mi cuerpo, preparándome para lo que venía.
Una cabeza se asomó por entre esos arbustos. Era una chica.
Relajé mi cuerpo y una sonrisa se empezó a formar en mi rostro... Me había asustado por una niña.
—Hola, pequeña. Me asustaste. Creí que...
Mi sonrisa desapareció y contuve mi respiración. No podía entender lo que veía. Esta chica tenía dos antenas en su cabeza, y no parecían ser falsas, pues las estaba moviendo a voluntad.
Me puse en alerta por segunda vez, pues apenas la saludé ella puso una gran sonrisa en su rostro y empezó a correr hacia mí...
«Esto es raro. Algo grande se está moviendo debajo de ella.»
—Pequeña, espera... ¡No te acerques más!
Ella no me respondía, solo seguía corriendo mientras extendía sus manos hacia mí como queriendo atraparme. Entonces pude ver esa cosa que estaba debajo de ella... era su cuerpo.
No lo podía creer, esta niña tenía la parte inferior de su cuerpo como el de un insecto. Podía ver esas 6 patas moviéndose con rapidez: ella... no era humana.
De inmediato corrí. Me di media vuelta, y en esta ocasión mis piernas sí me hicieron caso.
—¡¿Qué eres?! —grité volteando la cabeza.
—Tengo que servir a la reina.
—¿Reina? ¿Qué reina?
—Tengo que servir a la reina.
—Sí, pero, ¿qué reina?
—Tengo que servir a la reina.
«Parece ser que no sabe decir otra cosa, o tal vez eso sea lo único en lo que piensa, no estoy seguro; estoy muy aterrado por lo espeluznante que es que me esté persiguiendo.»
«Piensa, ella dijo que tiene que servir a su reina. Ella se ve como un insecto, más como... umm... una hormiga. Sí, se ve como una hormiga. Si ese es el caso, entonces, su reina debe ser la reina de su colmena... ¿Colmena? ¡Colonia, estúpido!»
«Me siento un poco tonto por tener que corregirme a mí mismo, pero es gracias a ello que he aprendido muchas cosas durante mi vida.»
Observo mí alrededor mientras sigo corriendo, pero solo logro ver árboles y arbustos. No podría esconderme sin que ella se diera cuenta.
Trato de perderla tanto como puedo, pero es muy persistente.
«Bueno, había oído que las hormigas son muy trabajadoras, pero esto es ridículo.»
«¿Qué es lo que quiere de mí? ¿Comida? Bueno, en ese caso no me quedaré para que me coman.»
—¡Escucha! ¡No soy muy sabroso! ¡Si me comes, te enfermeras, y no podrás servir a tu reina! No quieres eso, ¿verdad? —grité preocupado.
—Tengo que servir a mi reina.
—¡Por eso! ¡Yo-no-soy-bue-na-co-mi-da, ¿entiendes?!
—Tú no serás comida.
—Ah, ¿no? —respondí confundido.
—No, tú serás mío —dijo con una gran sonrisa.
— ¿Qué? ¿Qué pasó con servir a tu reina?
—Contigo yo trabajaré más duro, y también seré reina.
— ¿Qué? ¿Cómo que serás reina?
—Si logro reproducirme, me convertiré en reina.
— ¡¿Qué?! ¿Cómo que si logras reproduci—?
Me tropecé: una de mis piernas había golpeado una raíz, haciéndome rodar hacia el frente. Su comentario me había distraído bastante.
Rodé un poco y me detuve abruptamente al chocar contra un árbol. Me golpeé muy fuerte la cabeza y sentí cómo mi cuerpo retumbó por el golpe
—Khh... Auch... Eso me dolió —exclamé, mientras me agarraba la cabeza.
Inmediatamente reaccioné, pues esa chica aún me estaba persiguiendo. Traté de levantarme y seguir corriendo, pero algo me lo impedía.
—Pero qué...
Vi hacia abajo, y unas raíces tenenían mis piernas.
«¿De dónde han salido?»
Sentí que una mano tocaba mi hombro y me asusté: creí que esa chica me había atrapado. Pero no, ella aún estaba a unos metros lejos de mí.
Levanté la mirada y vi a una hermosa mujer de cabello verde de cabeza en el árbol.
«¿Qué hacía ahí arriba?»
Antes de poder decir algo, la chica hormiga me agarró de un brazo y de un solo jalón me levantó: ella era muy fuerte.
La chica hormiga intentó llevarme con ella, pero esas raíces me detuvieron. Yo estaba suspendido en el aire, la chica hormiga me estaba jalando de mis brazos mientras que mis piernas estaban siendo retenidas por esas raíces.
Bajé mi mirada para ver mejor esas raíces, pero esa chica de cabello verde tenía las manos incrustadas en el árbol. «Espera... ¡Sus manos! ¡Sus manos son parte del árbol!»
La vi detenidamente, sus piernas se veían humanas, pero bajando de su rodilla tenían la misma textura del árbol.
«¡¿Qué está pasando aquí?! ¡¿Acaso todas las chicas de éste mundo son parte de algo más?!»
—¡¿Por qué no sales?! —decía la chica hormiga, a modo de reproche—. Tengo que servir a la reina.
La chica hormiga, al ver que las raíces me detenían, me soltó, se dirigió a mis piernas y comenzó a arrancar las raíces del suelo; la chica de cabello verde no lo tomó muy bien, levantó una de sus ramas y la golpeó con fuerza.
La chica hormiga no salió volando, su agarre era tan fuerte que el golpe no logró lanzarla lejos; en su lugar, su cabeza solo dio un gran latigazo hacia atrás. El sonido de la raíz golpeando su rostro fue abrumador, y la rapidez con la que su cabeza se sacudió fue tan rápida que hasta yo sentí el dolor.
La chica hormiga se veía molesta, cerraba sus dientes con fuerza mientras lanzaba una mirada de enojo a la otra chica; el suelo empezó a vibrar.
Veía cómo las piedras pequeñas daban pequeños saltos. Giré la cabeza y las vi.
Un gran número de otras chicas hormiga se acercaba: eran decenas. Ellas venían por la misma ruta por la que había venido su compañera; las raíces en mis piernas se aflojaron, y esa chica de cabello verde miraba a las demás hormigas mientras levantaba varias raíces.
Yo no me iba a quedar a ver cómo terminaría esto. Las chicas hormiga y esa chica árbol se pelearían, y yo podría quedar atrapado en su pelea.
Me liberé de las raíces y huí de ahí.
Mientras corría volteé la cabeza para ver qué es lo que pasaba. Las hormigas estaban atacando a esa chica árbol, ella se defendía con sus raíces, pero las hormigas eran demasiadas: estaba claro quién iba a ganar.
Apresuré mi paso: tenía que alejarme lo más que podía. Cuando las hormigas acabaran con el árbol, vendrían a por mí, así que tenía que perderlas antes de eso.
Corrí entre varios arbustos. Desviaba mi dirección cada cierto árbol, y después de un rato de hacer esto me tumbé al piso; me quedé quieto y guardé silencio.
Observé alrededor, mientras prestaba mucha atención a los sonidos. No veía nada, solo árboles; podía oír el sonido del viento en las hojas, y todo estaba tranquilo.
Relajé mi cuerpo mientras soltaba un suspiro.
—Haa... ¿Dónde están?... —Me preguntaba nervioso.
Me di vuelta y me tumbé en el suelo, separando los brazos. No sabía qué estaba pasando, pero me sentía aliviado por ya no estar siendo perseguido por alguien.
—¡¿Qué está pasando aquí?! ¡¿Qué eran esas chicas?! —Me cuestionaba intranquilo—... ¡¿Dónde rayos estoy?!
Cerré mis ojos y traté de recordar lo último que había hecho antes de aparecer aquí, pero a mi mente solo llegaban imágenes de lo que hacía todos los días; cuando caminaba por las calles de mi barrio, yo yendo a la tienda, un camión... El último recuerdo que llega a mi mente antes de llegar aquí es el de un camión.
«No me digas que... »
«No, aún es muy pronto para sacar conclusiones. Mejor busco algún lugar donde quedarme antes de que otra "chica" me ataque.»
Caminé largo rato por este bosque. Todo el tiempo estuve alerta por si veía o escuchaba algo a mí alrededor; por suerte no volví a ser atacado, aunque logré ver a más chicas. Estas eran diferentes. Algunas tenían partes de animales, como de caballos y abejas, otras se veían como plantas.
Fue muy complicado seguir sin ser detectado por ellas, pero logré escabullirme y salir de este bosque. Ahora me encontraba en una planicie llena de césped.
A lo lejos se veía una ciudad, y cerca de mí, a unos cuantos metros, estaba un camino.
—¡Qué suerte! —dije emocionado—. ¡Al fin, civilización!
Fui hacia el camino y me dirigí a esa ciudad, aunque estaba lejos.
«Estoy seguro que llegaré como en media hora caminando.»
Estaba un poco feliz. Aún estaba confundido por todo lo que había pasado, pero ahora me dirigía a una ciudad, así que está bien. «Tal vez ahí puedan decirme dónde estoy o qué eran esas chicas.»
«Ahora que lo veo, esa ciudad se ve un poco extraña: se ve... antigua.»
Instintivamente detuve mi paso al pensar esto.
«Esa ciudad tiene una muralla rodeándola, éste camino es de suelo no de asfalto, y esas chicas no son algo que existiera en mi mundo... mi mundo... »
—Eso es... —dije, cayendo en una aterradora realidad.
«No estoy en mi mundo... »
«Bueno, sé que suena a algo irreal, pero después de ver a esas chicas comienzo a tener mis dudas. Además, ese recuerdo del camión... No quiero aceptarlo, pero creo que eso tendría mucho que ver sobre cómo dejé mi mundo.»
—No... No, esto no puede ser... Yo, ¿morí?...
«Morí y ahora estoy en otro mundo, esa es la única explicación que le encuentro, pero... No, eso no es posible... ¿O sí?... Tengo que comprobarlo, tengo que asegurarme.»
Tenía que hablar con alguien y comprobarlo yo mismo, así que corrí. Comencé a correr desesperadamente hacia esa ciudad. No podía creer que ya no estaba en mi mundo, no quería creerlo.
Después de varios minutos de correr, cansarme, descansar, y volver acorrer, llegué a la ciudad. Esta tenía un piso hecho de piedras, varios rectángulos pequeños que cubrían todo el piso.
Ahora estaba cruzando la entrada. No había guardias, solo había una carreta destrozada y sangre manchando las paredes.
«¡¿Sangre?! ¡¿Por qué hay sangre?!»
Comencé a asustarme; era como si algo dentro de mí me lo advirtiera. Un deseo de correr y alejarme de esta ciudad.
«Esto es malo. Si no hay guardias en la entrada, eso significa que fueron asesinados o que están en otra parte. Y por la sangre que veo, no creo que les haya ido bien.»
«Aunque lo raro es que no hay cadáveres, solo veo un camino de sangre en el suelo que se dirige hacia la ciudad... Es como si alguien, o algo, hubiera arrastrado los cuerpos.»
«Esto me asusta más y más, pero no puedo simplemente darme la vuelta; tengo que encontrar refugio y alimento, y alguna persona si es posible.»
Camino por la ciudad, y algunos edificios están destruidos; hay restos de incendios por todas partes; restos de carretas, escombros, y mucha sangre seca.
No hay ningún cuerpo, solo charcos de sangre seca en el suelo, y esos caminos de sangre; algunos se dirigen al interior de los edificios que aún están de pie, otros van a los alcantarillados.
La ciudad está en silencio, mucho silencio, y no escucho nada. Siento un deseo de gritar, tratar de romper este enmudecimiento aterrador, pero al mismo tiempo tengo miedo de hacerlo: es como estar en una ciudad fantasma.
Seguí caminando, cuando escuché algo. Era como si se hubiera caído una gran roca, posiblemente algún pedazo de un edificio destruido que no aguantó más.
Instintivamente detuve mi caminar, pues podía escuchar más rocas cayéndose.
«Esas rocas no se están cayendo solas, algo las está haciendo caer, y puede que sea la cosa que mató a esas personas... Tengo que irme de aquí.»
Volteé a todos lados buscando de dónde venía ese sonido: estaba nervioso. Podía escuchar cómo esas rocas seguían cayendo. No sé si sea por la estructura de las calles, pero ese sonido retumbaba por todas partes. Me era imposible determinar el origen: era aterrador.
Cada golpe de cada roca, el eco por todas partes, la incertidumbre de si estaba al frente o a mi espalda. Era como estar rodeado. Rodeado por un enemigo invisible y aterrador.
Volteaba a todos lados, desesperado. Empecé a sentir frió, una gota de sudor frió pasaba por mi frente, y mi respiración era agitada y temblorosa.
«Tal vez aún no me ha detectado. Si me escapo o escondo puede que no me encuentre... »
Estaba en una intersección de cuatro calles, podía escoger cualquier dirección, pero si no elegía bien esa cosa me encontraría. «Debo de decidir bien, pero, ¿cómo sabría cual es mejor? Esto era más una cuestión de suerte.»
Di un gran suspiro para tratar de calmarme, preparando mi cuerpo y apretando mis puños. Si me equivocaba, éste sería mi fin. Puse la mirada más seria que pude, y corrí.
Corrí y corrí con todas mis fuerzas. No sabía a dónde ir, o si esa cosa escuchaba mis pasos; solo seguí corriendo sin detenerme. En mi mente sentía que esa cosa estaba detrás de mí, pero no lo sabía, solo seguí corriendo esperando alejarme lo más posible de ahí.
Llegué hasta lo que una vez fue una especia de tienda de armas y armaduras; lo sé por el letrero, con un escudo y dos espadas en equis, que está afuera.
La tienda estaba casi vacía y muy maltratada: ya no tenía ni puerta. En el interior solo había unas pecheras maltratadas, y un par de espadas aboyadas. «Parece que asaltaron éste lugar.»
Me recosté sobre una pared para recuperar el aliento y pensar.
«¡¿En qué carajos me metí?! ¡¿Qué rayos está pasando aquí?!... No, debo de calmarme. Piensa... »
—Fui invocado a éste mundo, o eso parece. Por lo visto algo o alguien atacó esta ciudad, y lo más seguro es que esa cosa, o persona, siga aquí. Tal vez fui invocado para ayudarlos... No: si me necesitaran no habría aparecido en medio del bosque... Yo... solo estoy aquí por error.
«No sé pelear, no conozco nada de éste mundo, y no tengo poderes ni nada. Solo aparecí aquí y punto... »
—¡Rayos!
Pateé con fuerza una de las pecheras del suelo; esta hizo mucho ruido, pero en este momento ya no me importa.
«¡Yo tenía una vida tranquila en mi mundo! ¡Este no es mi problema! ¡Pero ahora tengo que sobrevivir aquí, sin motivo, sin razón!... ¡Demonios!»
—Me las pagaran... Ellos pagaran por... No... Ellos están en problemas: deben de estar desesperados. Además, no sé si realmente ellos fueron los que me trajeron aquí...
«No puedo culpar de esto a cualquiera. No sé todos los detalles, así que por ahora esperaré hasta saber qué pasó.»
—Tengo que pensar en un plan...
«No puedo andar por ahí como si nada, primero tengo que conseguir un arma; las espadas están muy abolladas y son muy pesadas para mí. Tengo que encontrar otra cosa.»
Me levanté y empecé a buscar por todo el lugar, pero lo único que pude encontrar fue una daga oculta bajo una caja vieja; está casi en perfectas condiciones, solo que algo oxidada.
—Al menos ya tengo algo con qué defenderme. Ahora tengo que buscar un lugar seguro.
Puse la daga en el bolsillo delantero de mi polera, me asomé por la ventana y verifiqué que fuera seguro; salí cuidadosamente de ese lugar y continué mi camino.
«En esta ciudad debe de haber posadas, o incluso la prisión puede servirme; pero debo de encontrar un lugar seguro.»
«Aún no sé si soy el único humano en esta ciudad, y si ese no es el caso, no sé si ellos serán hostiles. Debo de andar con cuidado.»
Caminando por la ciudad logré divisar un edificio enorme, arriba tenía un letrero con unos símbolos extraños; por las ventanas podía ver mesas con manteles blancos y el interior se veía elegante.
«Supongo que era algún tipo de restaurante para la gente noble o algo así. Está en muy buen estado, y de seguro debe de tener comida en su interior. Este lugar servirá, al menos por ahora.»
Caminé hacia la puerta. «No parece que haya alguien adentro; como dije antes, todo está en completo silencio; pero no debo de confiarme.»
Saqué la saga de mi bolsillo y la sostuve con mi mano derecha mientras estiraba mi manga para cubrirla; utilicé mi mano libre para empujar la puerta, que afortunadamente no estaba cerrada.
Abrí la puerta lentamente, asomé mi cabeza y revisé su interior; no había ninguna persona, solo un montón de mesas y sillas vacías. Algunas estaban tiradas en el suelo, y no había sangre en éste lugar. Solo había platos con comida sin acabar, y en el piso restos de comida, platos rotos y cubiertos.
«Había gente aquí. Seguro que cuando todo comenzó, huyeron. Aquí no hubo ninguna pelea, solo se fueron y abandonaron este lugar. Sí, eso es lo más lógico.»
«No debo de confiarme, puede que nadie se quedara aquí al inicio, pero puede que otras personas estén ocultas aquí; investigaré éste lugar y buscaré personas y comida.»
Ya ha pasado un buen rato, yo diría que aproximadamente una hora, y busqué por todo el edificio; éste tiene 5 pisos y una especie de sótano.
En los 5 pisos todo se ve igual: mesas vacías, restos de comida y nada de sangre; también revisé los baños y nada; pero cuando bajé a ver ese sótano no pude seguir: la puerta estaba cerrada por dentro.
Podía escuchar que alguien, o algo, estaba ahí adentro; no lo dudé y puse varias cosas para bloquear esa puerta. Si algo me han enseñado los videojuegos de terror, es que en los sótanos siempre hay monstruos o criaturas muy aterradoras, que solo sirven para lastimarte y desperdiciar recursos.
«De seguro ese lugar era una especie de almacén, pero sea lo que sea que estaba ahí, ahora se quedó encerrado.»
Bueno, no pude encontrar comida, así que tendré que buscar en otro lugar; pero ya estaba empezando a oscurecer. «Creo que será mejor que pase aquí la noche. Mañana saldré a buscar comida.»
«Tengo hambre, y hay comida en esas mesas, pero no me siento cómodo comiendo de ahí; además, tampoco es que tenga mucha hambre. Puedo aguantarme hasta mañana.»
Ya había oscurecido, y este lugar aún estaba iluminado por dentro. Su fuente de luz no era ni una antorcha ni una lámpara. «Me pregunto qué será esa luz.»
Utilicé uno de los manteles blancos como manta, y fui al tercer piso a dormir.
Estuve dormido por un buen rato, y no recuerdo haber soñado algo: solo recuerdo un fondo negro.
Un sonido me despertó, miré la ventana y afuera aún estaba oscuro: aún era de noche. Me levanté, saqué mi daga y decidí investigar.
Salí al pasillo, y no había nadie; seguí caminando lentamente, bajando las escaleras, y pude escuchar pasos: alguien estaba debajo de mí.
No lo dudé ni un segundo. Apresuré mi paso: tenía que ver a otro humano. Rápidamente bajé las escaleras; esto hizo ruido, y parece que espanté a quien estuviera ahí, pues pude escuchar que empezó a correr.
Seguí corriendo siguiendo el sonido de sus pasos. Esa persona seguía bajando las escaleras. La perseguí hasta el sótano de éste edificio, y antes de poder ver su cara vi cómo se cerraba esa puerta, la del sótano.
—¡Quien sea que esté ahí adentro! ¡No les haré daño! ¡Solo quiero ayuda!
Nadie respondió.
«Tal vez no hablen mí mismo idioma.»
—Yo-no-hacer-daño... Yo-ser... Yo...
«Estúpido, ellos podrán hablar otro idioma, pero no son retrasados. Debe de haber una forma de comunicarnos... »
Antes de que dijera algo más, una hoja fue deslizada debajo de la puerta. Tenía algo escrito. La levanté para leerla, pero no pude: tenía símbolos que no conocía.
«Al menos sé que quien estuviera ahí era humano, creo; al menos sabe escribir, creo.»
Mi cabeza me empezó a doler, era como tener una jaqueca, pero está se detuvo después de unos segundos.
No entendía qué había pasado, miré a todos lados buscando qué pudo provocarme ese dolor, pero no había nada ni nadie.
Volví a ver ese papel, para ver si tenía algo más, pero me llevé una gran sorpresa. Los símbolos extraños que estaban sobre el papel habían desaparecido, y en su lugar había letras, y en mi idioma.
—Pero...
«Estoy seguro de que antes eran unos símbolos extraños... ¿Habrá sido ese dolor de cabeza?... Este lugar es muy extraño.»
Sostuve el papel y me dispuse a leerlo.
"No queremos problemas. Sal de éste lugar. No nos importa quién seas o lo que buscas. No tenemos comida ni armas para regalar. Largo."
«En lo personal, no creo que sea cierto. Si fueran varias personas saldrían y acabarían conmigo; además, la nota suena a alguien asustado.»
«De seguro solo es una persona, o un par de personas asustadas. Pero no puedo tomar riesgos. Incluso una persona asustada puede hacer locuras por miedo.»
«Será mejor que salga de aquí.»
—De acuerdo, me voy —exclamé, mientras daba pasos hacia atrás—. Los dejaré solos, así que, adiós...
La verdad solo me iré a ocultar a otro piso, y esperaré a que salgan. «Tal vez, si logro conversar con ellos, podamos llevarnos bien.»
Justo cuando estaba subiendo las escaleras al segundo piso escuché un grito, parecía ser el de un hombre; luego escuché cómo algo golpeó esa puerta con fuerza, y escuché el grito cortado de alguien que venía hacia mí.
«Esto es malo. Creo que algo acaba de matar a las personas que estaban ahí abajo. No sé qué pasó, pero no quiero quedarme a averiguarlo.»
Subí las escaleras deprisa: no podía salir por la puerta principal, pues, para llegar a la entrada de la sala del primer piso, había que acercarse mucho a la zona por la cual se bajaba al sótano; además, ya podía escuchar los gruñidos de algo que subía del almacén.
Continúe subiendo las escaleras hasta el quinto piso; esa cosa también estaba subiendo, pues oía sus grandes pasos; al llegar, miré en toda la sala algún lugar para ocultarme, pero nada: solo veía sillas, algunas mesas tiradas y restos de comida.
Salí al balcón. Estaba muy alto como para saltar, y esa cosa se escuchaba más cerca: tenía que pensar en algo.
Vi los edificios adyacentes, ninguno era lo suficientemente alto; el edificio de enfrente estaba demasiado lejos; y si saltaba me esperaría una muerte rápida.
No tenía opciones. No podía escapar, y esa cosa se escuchaba cada vez más cerca.
«Honestamente, no quiero morir como comida de algo más: no quiero irme de una forma tan lamentable.»
Dejé el balcón y volví a entrar a la sala; podía escuchar a esa cosa subir con gran rapidez, y esperar aterrado era todo lo que podía hacer.
Maldije mi suerte, desprecié todo lo que había hecho para llegar aquí; y por un momento quise rezar, buscando alguna ayuda divina. Pero me mantuve firme, respetanto mis principios.
Me sentía molesto, pero mi miedo era más; por mi mente pasaba la misma pregunta: "¿Por qué estoy aquí?"
Al final acepté mi destino. La única opción que me quedaba era enfrentar el problema de frente; pero eso no me quitaba el miedo de ser lastimado, de sentir dolor... de morir.
Esa cosa ya había llegado a este piso, y mi vista estaba clavada en la entrada de esta sala. Su caminar ahora era lento, y podía escuchar sus grandes pisadas.
Veía del otro lado del muro, de donde creía que se encontraba esa cosa. Miraba la pared para luego volver a entrada, mi respiración aumentaba, y cada segundo era una tortura.
Miré de frente sin pestañear, preparado para lo que viniera; entonces vi cómo una enorme garra de color plomo aparecía. Parecía de metal y se veían muy filosa, sin mencionar que era enorme; luego el resto de su pata, su cabeza y finalmente su cuerpo.
Lo que tenía enfrente no se parecía en nada a algo que hubiera visto antes; estaba en cuatro patas como un perro, pero era más grande, de unos dos metros diría yo.
Había sangre sobre sus garras, así como también se escurría de su hocico. Este tenía grandes y puntiagudos dientes; su piel era de un color carne, pero se veía húmeda; y había partes negras y rojas en las articulaciones.
Su cabeza era lo que más me aterraba: tenía unos ojos amarillos, brillantes; se podía ver los músculos de su boca, así como sus enormes dientes; y su cabeza parecía un cráneo esquelético.
No sabía lo que era esa cosa. Tal vez un animal de este lugar, no lo sé; pero me daba miedo, mucho miedo.
Tenía mi daga en mano, pero aún así estaba aterrado. Tener un arma tan pequeña y yo sin saber luchar era todo en lo que podía pensar.
A cada paso que daba esa cosa, yo retrocedía uno; sus pasos eran grandes, los míos pequeños y más lentos.
De un momento a otro, y sin entender el porqué, ambos coincidimos en correr hacia el otro. No sabría decir si fue por desesperación, o miedo, solo sé que mis piernas empezaron a correr, y mis manos se sentían ligeras.
Él dio un gran salto, yo instintivamente me cubrí con mi brazo izquierdo, y él cayó sobre mí.
Su mordida era fuerte; al inicio no sentía dolor, pero luego sentí cómo llegó hasta mi hueso; ahí sentí un dolor agudo y punzante como ningún otro, y no pude evitar gritar como loco.
Respondí por puro instinto, apuñalándolo en el cuello tantas veces como pude. A cada segundo que esa cosa me mordía, yo estaba desesperado apuñalándolo con más fuerza.
No sé si haya sido por la adrenalina, o si mi brazo estaba destrozado, pero recuerdo que en un momento determinado esa cosa aflojó su mordida. Ya solo mordía para sujetar mi brazo, mas no sentía que lo iba a romper como antes.
El momento de desesperación y la adrenalina no me dejaron prestar atención a ese detalle, concentrándome más en seguir apuñalando a mi oponente.
En una de esas mi daga se quedó incrustada en su cuello, ya no podía sacarla, o tal vez me había quedado sin fuerzas para hacerlo.
Ese monstruo levantó la cabeza, me miró a los ojos, y no sé cómo decirlo, pero sentía que me estaba sonriendo.
Aterrado por tenerlo frente a mí, y con miedo de que mordiera mi cara, jalé la daga hacia lo más abajo que pude.
Sangre a chorros escurría de la grieta que le había hecho; su cuerpo cayó sobre mí, y yo solo estaba espantado por tener su cara junto a la mía.
Mi mente comenzaba a dormirse, mis ojos se sentían pesados, borrosos; el peso de esa cosa me dificultaba el respirar, pero eso ya no importaba...
Solo quería dormir un rato. Me sentía cansado; el dolor comenzaba a desaparecer y ya no tenía miedo, ni hambre, solo quería cerrar los ojos.
...
...
...
Abrí los ojos de golpe, y ya no me encontraba en el piso del restaurante. No sé cómo describir este lugar: era oscuro. Negra oscuridad a kilómetros a mi alrededor.
No lo entiendo, pero puedo ver mi cuerpo claramente, y solo eso.
De un momento para el otro, el negro alrededor mío se convirtió en el constante intento de dos sustancias, roja y negra, por combinarse.
Era como como si este lugar estuviera hecho de esos líquidos, y que ambos se intentaran combinar; pero solo lograban chocar y esparcirse por todas partes, en un espectáculo de brillantes colores.
Trato de moverme, pero estoy flotando; me siento dentro de agua e instintivamente aguanto la respiración.
Trato de elevarme lo más que puedo, pero mi cuerpo se empeña en hundirse; no importa lo que haga, siento que me hundo más y más en este lugar.
La sensación es asfixiante. Contra más me hundo, más oscuro se pone todo. La sensación de hundirme y quedar atrapado me aterra.
Repentinamente me detuve, y ya no me hundía más. Miraba a todos lados buscando qué me había detenido, pero seguía solo.
Una mancha negra emergía de las profundidades; no sabía lo que era, pero se veía grande, y se acercaba rápidamente.
Volví a intentar elevarme, pero esta vez no me hundía, tampoco me elevaba, solo flotaba en el mismo lugar. Era como si algo me retuviera en mí misma posición.
Bajé la mirada y lo reconocí, era ese perro monstruoso de antes. Él se acercaba con su hocico abierto, listo para morderme la cabeza.
Busco lo que sea para defenderme, y siento algo en mi mano; volteo y veo mi daga.
«Esto es raro. Estoy seguro de que esto no estaba ahí antes... No importa, ya tengo algo.»
Apenas esa cosa se acercó a una distancia propicia, le clavé la daga en su pecho. Él se detiene de golpe, voltea a ver su pecho, y la daga se pone negra. Una especie de sombra negra emerge de la daga, para luego invadir todo el cuerpo de ese monstruo.
En menos de dos segundos todo su cuerpo se había quedado completamente negro, y como una hoja al fuego, todo su cuerpo empezó a desintegrarse. Pedazos negros se disolvían en este líquido, hasta desaparecer por completo.
Mi daga había desaparecido con él; me sentía a salvo, pero ya no podía aguantar más, tenía que respirar.
Abrí la boca con desesperación, y me sorprendí al saber que podía respirar. Aún me sentía flotar en esta sustancia, pero podía respirar sin problema.
De un momento para el otro, la sensación de asfixia llegó, y todo el líquido alrededor se metía por mi boca. La fuerza con la que entraba era tal que no podía cerrarla, y sentía que mi mandíbula se iba a partir.
Lagrimas salían de mis ojos, y la sensación de ahogarse y querer vomitar era todo lo que sentía. Trataba de taparme con mis manos, pero por poco estas también se metían en mi boca por la fuerza de succión.
Aquí doy un poco de información sobre el mundo, y menciono la extrañeza de las condiciones del mismo. Al final describo lo que está sucediendo dentro del cuerpo y la mente del protagonista. Toda esa parte del final es algo simbólico, que sí sucede, pero en su cuerpo y mente.
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