El lunes por la mañana, los estudiantes de quinto año Slytherin y griffindor se reunieron en el pasillo frente al aula de pociones, murmurando entre ellos con curiosidad y expectación. Habían escuchado rumores sobre una transformación radical en el aula, pero nadie podía imaginar lo que les esperaba. Los nacidos de muggles, en particular, estaban intrigados al tener en sus manos las battas y los guantes azules; habían crecido rodeados de ciencia y tecnología, y ahora se preguntaban cómo encajarían esos conceptos en el mundo mágico.
Cuando la puerta del aula se abrió, un murmullo de asombro recorrió a los estudiantes. El espacio que antes había sido austero y monótono ahora brillaba con colores vibrantes y estaba equipado con mesas modulares,estaciones de trabajo llenas de frascos y utensilios científicos. Las paredes estaban adornadas con diagramas detallados y gráficos que ilustraban tanto la química como la magia detrás de las pociones.
Los estudiantes entraron lentamente, sus ojos desorbitados mientras exploraban cada rincón del nuevo laboratorio. Algunos se acercaron a las estaciones de trabajo para examinar los ingredientes dispuestos meticulosamente, mientras otros se maravillaban ante el prollectir en medio del salón que mostraban videos sobre reacciones químicas.
Fue entonces cuando Severus Snape hizo su entrada triunfal. Vestido con un impecable uniforme blanco de científico, su figura contrastaba drásticamente con la habitual túnica negra que solía llevar. Su presencia imponía respeto, pero hoy había algo diferente en su porte; una energía renovada que irradiaba confianza.
"Buenos días," comenzó Snape con voz firme pero clara a la clase de quinto año que enseñaria por primera vez. "Soy el Doctor quimico y profesor de pociones Severus Tobias Snape, su maestro de pociones durante los próximos 3 años que restan de su educación." Hizo una pausa para permitir que sus palabras calaran hondo entre los estudiantes. "A partir de hoy, les enseñaré el verdadero arte y ciencia de la elaboración química y de pociones, aprenderan el arte magistral de su creación, a engañar los sentidos, enbotellar la fama o inclusive detener a la muerte."
Un silencio reverente llenó el aula mientras los estudiantes absorbían sus palabras. Aquellos nacidos de muggles intercambiaron miradas emocionadas; para ellos, esta era una oportunidad única para combinar sus conocimientos previos con la magia.
Snape continuó: "Este no será un curso convencional. Aquí aprenderán a ver las pociones no solo como simples mezclas mágicas, sino como reacciones químicas complejas que pueden ser analizadas y comprendidas desde una perspectiva científica quimica y atómica mente." Su mirada se posó en cada uno de ellos, asegurándose de captar su atención.
"Hoy comenzaremos con los fundamentos," dijo mientras señalaba a la prolleccion donde aparecían fórmulas químicas básicas. "Quiero que entiendan cómo cada ingrediente tiene propiedades específicas que interactúan entre sí. La magia es solo una parte del proceso; la ciencia es igualmente crucial."
Los estudiantes comenzaron a murmurar entre ellos, algunos visiblemente emocionados por la nueva dirección del curso. Snape notó la mezcla de entusiasmo y confusión en sus rostros; sabía que sería un desafío guiarlos a través de este nuevo enfoque.
"Dividiré la clase en grupos y de antemano les digo que no me importa los problemas o conflictos entre casas, aqui solo son estudiantes y nada mas," continuó Snape mientras caminaba hacia una mesa central llena de frascos coloridos. "Cada grupo trabajará en un experimento simple para observar cómo diferentes ingredientes reaccionan entre sí."
Con un movimiento ágil, comenzó a distribuir frascos y materiales a cada grupo mientras explicaba las instrucciones. Los estudiantes se agruparon rápidamente segun el orden que severus específico, algunos discutiendo animadamente sobre qué experimentos realizarían primero y otros se tragaron su orgullo y actuaron profesionalmente.
Mientras observaba a sus alumnos sumergirse en el trabajo práctico, Severus sintió una satisfacción profunda. Este era el comienzo no solo de un nuevo curso sino también de un nuevo capítulo en su vida como educador. Sabía que estaba sembrando semillas de curiosidad e interés en sus estudiantes; semillas que florecerían en futuros magos y brujas capaces de combinar magia y ciencia capases de hacer evoluciónar a la obsoleta comunidad mágica.
"Esto es solo el principio," pensó mientras sonreía levemente al verlos trabajar juntos, no abia casas aqui y se aseguro de eso al solo ellos usar una batta blanca. "tabajen duro para descubrir lo extraordinario, no me decepcionen."
Y a medida que avanzaba la semana, la noticia sobre la transformación del aula de pociones se esparció como un reguero de pólvora por todo Hogwarts. Los estudiantes hablaban emocionados en los pasillos, compartiendo anécdotas sobre sus primeras clases con el profesor Snape y su innovador enfoque hacia la magia y la ciencia. La mezcla de asombro y curiosidad era palpable; incluso aquellos que solían mostrar desinterés por las pociones ahora se sentían intrigados.
Los rumores llegaron a oídos de otros maestros, quienes no podían evitar sentir una mezcla de sorpresa y admiración. En la sala de profesores, las conversaciones giraban en torno a la única parte moderna del castillo. Minerva McGonagall, siempre atenta a los cambios que beneficiaran a los estudiantes, expresó su apoyo entusiasta.
"Es un enfoque brillante," comentó mientras servía té a sus colegas. "Combinar la ciencia con la magia puede abrir nuevas puertas para nuestros alumnos, se siente igua a cuando alquimia todavía era una optativa."
Sin embargo, no todos estaban tan convencidos. Horace Slughorn en su ultimo año en Hogwarts enseñando Dada, y quien había sido el maestro de pociones antes de Snape, frunció el ceño al escuchar los elogios. "No estoy seguro de que mezclar muggles y magia sea lo más adecuado," murmuró con desdén. "Las pociones son un arte sutil, no un experimento científico."
Pero su opinión fue rápidamente eclipsada por el entusiasmo general. Albus Dumbledore, siempre abierto a nuevas ideas, sonrió al escuchar sobre el éxito inicial del nuevo método de enseñanza. "El cambio es esencial para el crecimiento," dijo con su característico tono optimista. "Y Severus ha encontrado una manera de inspirar a sus estudiantes."
La junta directiva también se mostró favorable ante esta nueva dirección educativa. Lucius Malfoy, quien había estado presente en varias reuniones recientes, había abogado fervientemente por el proyecto. Con su influencia y conexiones dentro del Ministerio de Magia, logró convencer a los miembros más escépticos sobre los beneficios que este enfoque podría traer.
"Imaginemos un futuro donde nuestros jóvenes magos no solo sean competentes en hechizos y encantamientos," argumentó Lucius durante una reunión. "Sino también en comprender las bases científicas detrás de sus prácticas mágicas. Esto podría elevar nuestra educación mágica a un nuevo nivel."
Con el respaldo de Lucius y el entusiasmo generalizado entre los estudiantes y algunos profesores, la junta finalmente dio su visto bueno al nuevo método de enseñanza propuesto por Snape.
Mientras tanto, en el aula de pociones, Severus continuaba sorprendiendo a sus alumnos con experimentos cada vez más complejos que combinaban teoría química con práctica mágica que hacia que una laboriosa pocion fuera como cosinar un omelet. Los grupos trabajaban juntos para crear pociones innovadoras que desafiaban las normas tradicionales; algunos incluso comenzaron a experimentar con ingredientes poco convencionales que daban resultados al compartir estructura quimica y magica con los originales, aveses de mejor o peor calidad.
Un día, mientras observaba cómo un grupo mezclaba ingredientes para crear una poción efervescente que prometía mejorar la vista, Snape sintió una oleada de orgullo. Había logrado algo significativo: había encendido una chispa de curiosidad en sus estudiantes y les había mostrado que la magia podía ser entendida desde múltiples perspectivas.
Al final de cada clase, los estudiantes salían del aula llenos de preguntas e ideas nuevas; muchos se quedaban después para discutir conceptos o pedirle consejo sobre sus experimentos personales al pedir prestada el aula.
"Con esto formare una nueva hera," pensó Severus mientras cerraba la puerta del aula tras otro día exitoso. "Si puedo mantener este impulso, tal vez logre cambiar no solo su forma de ver las pociones sino también su forma de pensar."
Con cada día que pasaba, Hogwarts se transformaba lentamente en un lugar donde la tradición se oponía menos a la innovación; un lugar donde los límites entre lo mágico y lo científico comenzaban a desdibujarse bajo la guía del profesor Severus Tobias Snape.
Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, y antes de que nadie se diera cuenta, el fin del año escolar estaba a la vuelta de la esquina. El aula de pociones, que una vez había sido un lugar inadecuado, ahora era un centro vibrante de aprendizaje y descubrimiento. Severus Snape había logrado lo que parecía imposible: transformar no solo su método de enseñanza, sino también la percepción que los estudiantes tenían sobre las pociones.
A medida que se acercaba el final del año escolar, los resultados comenzaron a hablar por sí mismos. Los exámenes finales estaban a la vista, y los estudiantes de quinto y séptimo año se preparaban para demostrar lo que habían aprendido. Para sorpresa de todos, sus calificaciones comenzaron a reflejar el arduo trabajo y la dedicación que habían puesto en sus estudios. Las estadísticas mostraron un aumento notable en el rendimiento académico; los alumnos estaban obteniendo calificaciones que iban desde "Extraordinario" hasta "Supera las expectativas", algo que no sucedía desde hacía más de un siglo.
Severus observó con satisfacción cómo sus estudiantes se enfrentaban a los exámenes con confianza. Había trabajado incansablemente para prepararles no solo en teoría, sino también en práctica. Las sesiones de estudio adicionales y los experimentos prácticos habían dado sus frutos; cada estudiante parecía haber encontrado su propio ritmo y estilo en la elaboración de pociones.
El día de los resultados llegó, y el Gran Comedor estaba lleno de murmullos nerviosos mientras los estudiantes esperaban ansiosamente sus calificaciones. Cuando McGonagall anunció los resultados, hubo un estallido de alegría entre los alumnos del quinto y séptimo año . La mayoría había superado las expectativas, y incluso los que batallón lograron obtener "Extraordinario".
Los murmullos pronto se convirtieron en vítores cuando se reveló que el porcentaje general del aula de pociones había aumentado un asombroso 30% respecto al año anterior. Este fue un logro monumental que resonó en todo Hogwarts. Los otros profesores miraron a Severus con una mezcla de admiración y sorpresa; nunca antes habían visto tal transformación en una sola clase.
"¡Increíble trabajo!" exclamó Minerva McGonagall mientras se acercaba a él después del anuncio. "Has hecho algo extraordinario este año, Severus."
Snape asintió con modestia, aunque una pequeña sonrisa burlona se dibujó en su rostro. "No he hecho nada mas que darle los recursos a mis estudiantes," respondió con burla. "Ellos son quienes realmente han trabajado duro....bueno tal vez los he explotado al ser los ultimos años."
Sin embargo, no todos compartían esa alegría. Horace Slughorn seguía siendo escéptico sobre el enfoque moderno de Snape y murmuró comentarios despectivos sobre cómo la magia debería ser enseñada tradicionalmente. Pero incluso él no pudo ignorar el éxito evidente del aula y claro severus solo lo ignoraba.
La noticia del éxito del aula de pociones llegó incluso al Ministerio de Magia, donde varios funcionarios expresaron interés en visitar Hogwarts para observar el nuevo enfoque educativo implementado por Snape. Lucius Malfoy también mostró su apoyo públicamente, destacando cómo este cambio podría beneficiar a futuras generaciones de magos y claro esto dio otra luz dela fácion blanca ante el.
Con el final del año escolar acercándose rápidamente, Severus reflexionó sobre lo lejos que había llegado desde aquel primer día en que entró al aula vestido con su uniforme blanco. Había creado un ambiente donde la curiosidad florecía y donde cada estudiante podía explorar tanto la magia como la ciencia detrás de ella.
Mientras miraba a sus alumnos celebrar sus logros, sintió una profunda satisfacción al alejarse del camino oscuro que el severus del libro y las películas sigue. Había logrado cambiar no solo su propia vida como educador sino también las vidas de aquellos jóvenes magos y brujas que ahora veían las pociones bajo una nueva luz al igual que el en su niñes experimntaba junto a....lily.
"Este enfoque de profesor me agradaba antes al ver al doctor stone, demostrar las maravillas de la ciencia, de una manera que todos entiendan" pensó Severus mientras observaba a sus estudiantes reír y compartir historias sobre sus éxitos. "El próximo año traerá nuevos desafíos y oportunidades a esta nueva generación de magos...no dejare que el potencial se desperdicie en manos de viejos codiciosos de poder."
El final del año escolar trae consigo no solo celebraciones y logros, sino también una nueva intriga para Severus Snape. En medio de la euforia por los resultados académicos, había recibido del sistema un paquete misterioso que contenía veinte gachas, cada una etiquetada con un número y un símbolo que representaba diferentes aspectos. Aunque no sabía exactamente qué contenían, su curiosidad se había despertado.
Sentado en su despacho privado, rodeado de libros y comodos sillones, Severus miró las gachas con atención. Cada una parecía prometer algo único: habilidades mejoradas, conocimientos ocultos o incluso nuevas técnicas en la elaboración de pociones. Sin embargo, había algo más en juego; estas gachas estaban diseñadas para aquellos que habían alcanzado un nivel 40 pero antes de abrirla miro su ahorro el cual junto a su recién Obtenidas eran 57 gachas en 11 meses.
"Bien si mi suposiciones son ciertas, entre más nivel mejor recompensas".