Lance tomó un bocado de los labios de Yvette y luego la soltó.
—¡Siseo... —Yvette se tocó los labios.
Yvette estaba bien, pero sus labios se veían hinchados.
Eran rojos y parecían aún más atractivos.
—Tú… ¿Qué estás haciendo? —Estaba tan ebria que su voz sonaba suave. No parecía estar enojada, sino más bien actuando de manera coqueta.
Para no caerse, rodeó su cintura con las manos.
—¿Por qué te escapaste del hospital? ¿El médico estuvo de acuerdo con eso? —preguntó Yvette de nuevo.
—Me dejaste en el hospital. Y viniste a beber con alguien más. ¿Cómo pudiste hacer eso? —dijo Lance, entrecerrando los ojos.
—Todos son mis colegas —replicó Yvette.
Lance pellizcó la punta de su pequeña nariz y resopló, —Si no hubiera venido a recogerte, te habrías ido con ellos.
—No lo habría hecho… —Ella eructó. El sabor era dulce, y también había un toque de olor a leche.
En resumen, era dulce.
Yvette se tapó la boca asustada. Pensaba que era muy indecente eructar en público.