Punto de vista de Kayla
Contemplando su rostro frío, instintivamente protegí a Daisy detrás de mí. —Sí.
—¿Te casaste en Europa?
—Su padre y yo nos hemos separado.
—Ah —se burló Harrison, su mirada se volvió gélida hacia mí—. ¿Así que cambiar de compañero es tan sencillo para ti, eh?
—¿Qué?
—¿Te acercaste a él una vez más, reclamando ser su compañera?
—Yo... —La burla de Harrison me hizo sentir injustamente señalada. Sentí como si mi sangre se congelara en mi cuerpo, quedándome inmóvil, sin darme cuenta de que Daisy se había movido al lado de Harrison.
—¡Daisy, vuelve!
Quise detener a mi hija, pero ya era demasiado tarde. Daisy extendió la mano y tiró del dobladillo de la ropa de Harrison.
—Hola, hueles muy bien, como el aroma de las margaritas.
Harrison se congeló, repitiendo las palabras de Daisy en voz baja,
—¿Margaritas?
Daisy asintió. —Sí, es mi aroma favorito.