—Yan Zheyun siempre había vestido de azul en Qixi. No había ningún significado en esto, ninguna tradición arraigada que estuviera siguiendo. Solo la preferencia de Lixin por el color en él, sus ojos brillando con orgullo cada vez que elegía un hanfu para sus hermanos. Siempre había insistido en que se vistieran elegantemente para ir al pueblo con ella, para que pudieran satisfacer su superficialidad permitiéndole desfilarlos frente a todas las chicas con envidia que les lanzaban miradas furtivas. Sabía que sería imposible que su querido hermano mayor llevara algo demasiado frívolo, por lo que había optado por tonos sobrios y maduros para él. Pero el pobre Liheng era otra historia; Yan Zheyun juraría que ella pasaba más tiempo engalanando a su gemelo resignado que maquillándose a sí misma.