Aún era de noche cuando Tang Yuqin comenzó a hacer cola para las revisiones que daban acceso al salón de exámenes de la capital. Nubes surcaban el cielo oscuro como las finas líneas de un pincelazo y frente a él se erguía el alto y elevado arco del cual había soñado pasar desde que había encabezado con éxito la primera ronda de los exámenes de la prefectura y se le había otorgado oficialmente el título de 'xiucai' o 'erudito'.
Los otros candidatos a su alrededor estaban igual de emocionados y el aire vibraba con una corriente subyacente de energía nerviosa, pero nadie se atrevía a conversar bajo la estricta vigilancia de los administradores del Departamento de Ritos, cuya ardua tarea era mantener el flujo del día sin contratiempos. Su Majestad estaría observando hoy, sentado al frente del salón y podría ser la única vez que Tang Yuqin, como simple plebeyo, pudiera estar tan cerca de la presencia imperial.