—Está bien entonces, te dejaré sola, pero deberías dormir ahí sabiendo que, en el momento que faltes a esta clase, no te permitiré ir a la escuela ni salir de la mansión, te puedes convertir en una buena granjera, tengo un jardín en el patio trasero que te vendría bien... —murmuró sarcásticamente con una media sonrisa.
Su Wei Wei, que sostenía la cobija como si su vida dependiera de ello, de inmediato la soltó y se sentó abruptamente cuando escuchó esa afirmación, ¿por qué sonaba como si la estuviera encerrando? ¿O era arresto domiciliario?
—Está bien... me prepararé... —dijo finalmente con resignación.
—¡Me voy a preparar! —exclamó decidida.
—¡Caramba! Si tengo bebés contigo, sufrirían de tanta estrictitud! —puso morritos de molestia. Este chico no sabía cuándo consentirla, podría haber pedido permiso al director y ella podría haberse echado una siesta durante el fin de semana y empezado sus clases el lunes.