Un par de ojos plateados y vidriosos le devolvían la mirada y, por una fracción de segundo, Jillian pensó que estaba viendo a la persona —espíritu— que había estado buscando, pero no… esto era simplemente una muñeca. Una muñeca de tamaño mediano muy realista que era casi tan larga como todo su brazo.
Sus rasgos estaban delicadamente tallados; cejas finas, pestañas espesas que enmarcaban el par de ojos medio cerrados y deslumbrantes, pómulos altos y labios finos. Su cabello parecía tan suave y brillante, reposando alrededor de su cuerpo mientras se sentaba dentro de la vitrina vestido solo con una pieza de túnica blanca delgada. Sus manos estaban elegantemente entrelazadas sobre su regazo. Jillian aspiró un aliento involuntariamente. La muñeca era… hermosa. Exquisita. Una maestría impresionante…
Esta... Esta muñeca era perfecta hasta en su menor detalle; ¡era como si Jillian estuviera viendo la cosa real en sí misma!