Cuando el familiar vértigo perforó el cerebro de Lu Yizhou, estaba repasando cada escena de sus primeros minutos en cada mundo. Subconscientemente, su cuerpo ya no lo dejaba relajarse y se tensaba en vigilancia, por si abría los ojos y se encontraba con otro monstruo enorme, o peor, una horda de zombies infecciosos.
Sin embargo, nada pudo prepararlo para la embestida de sensaciones que abrumaron sus sentidos. Se sentía como despertar siendo Raphael de nuevo, si no peor, porque esta vez no era hambre lo que sentía, sino que todo el mundo parecía estar empeñado en volverlo sordo.
—¿Maldición, acaso todos decidieron gritar en su oído hoy? —El pensamiento irrumpió primero en la mente de Lu Yizhou antes de que lo descartara. No, eso no es. Era más extraño que eso.