—Algo lo perseguía, algo rápido. Corrió ciegamente tan rápido como su velocidad vampírica se lo permitiera, pero la criatura continuaba ganándole terreno hasta que saltó y lo derribó en el suelo cubierto de nieve.
—El vampiro gritó, intentando quitarse de encima a la criatura al girarse, pero esta fue directo a su garganta.
—Los afilados caninos se clavaron en su garganta y le arrancaron la tráquea, esparciendo sangre sobre la blanca nieve debajo de él como un chorro de lava fundida.
—La vida abandonó los ojos del vampiro mientras dejaba de respirar.
—El lobo gruñó victorioso y volvió a transformarse en Siroos. Con desdén y repugnancia, observó al vampiro muerto y escupió sobre él antes de dirigirse de nuevo hacia el pueblo.
—Se limpió la cara removiendo la inmunda sangre del vampiro con su brazo.
«Criaturas repugnantes», murmuró para sí mismo.
—«¿Lo conseguiste?» —preguntó Faris, viendo a su hermano acercarse. Él había vuelto a su forma humana.