Damien despertó desorientado, su cabeza latiendo con un dolor de cabeza insoportable. Su visión estaba borrosa y su cuerpo se sentía pesado, como si hubiera sido drogado. La luz tenue de la habitación le indicó que era temprano en la mañana, pero no tenía idea de cómo había terminado de nuevo en su cama de hotel.
Se frotó las sienes, tratando de expulsar la neblina de su mente. Destellos de la noche anterior le llegaban en fragmentos: la reunión con los empresarios humanos, esa inquietante sensación de miedo e inquietud que había sentido a través de su lazo de compañero con Anne, su apresurada llamada a ella y luego... Jessica. Ella había estado en el bar del hotel. Su corazón se apretó al intentar recordar qué había pasado después, pero todo era un borrón.
De repente, se quedó inmóvil. Había alguien a su lado en la cama.