El corazón de Anne latía fuertemente mientras la realidad de la situación la golpeaba. El consejo estaba a punto de llevársela, de despojarla de todo lo que había trabajado tanto para proteger: su familia, su hijo, su futuro con Damien. No podía permitir que eso sucediera. No cuando Ryan la necesitaba.
—No puedo irme —su voz se quebró, desesperada pero decidida—. Ryan no puede vivir sin mí. Es solo un niño. ¡No pueden hacer esto! —Miró alrededor de la habitación, buscando algún signo de empatía, pero los miembros del consejo permanecieron firmes e inquebrantables.
—Todo esto no habría sucedido si Damien no se hubiera involucrado —dijo Liana, su voz calmada pero cortante.
—Nunca debería haberse enredado en este lío —hizo una pausa, sus ojos se encontraron con los de Anne de una manera que le retorcía el estómago—. Pero lo hizo. Y ahora todos estamos lidiando con las consecuencias de sus elecciones.