Richard se paseaba por su dormitorio, su expresión oscura y pensativa mientras escuchaba los sonidos de la fiesta en la distancia. Las risas, la música, el mezclar de voces—todo ello irritaba sus nervios. Nunca le gustaron las reuniones como estas, y esta noche no era diferente. Odiaba la pretensión, el interminable parloteo, y la constante necesidad de ser "Alfa" frente a todos.
Con un profundo suspiro, pasó una mano por su cabello canoso y miró alrededor.
—Aquí —la suave voz de Liana rompió el silencio y Richard se voltió para verla acercarse. Sostenía un pequeño frasco de vidrio, su expresión fría y compuesta—. Toma esto antes de que te alteres demasiado.
Richard murmuró entre dientes pero obedientemente tomó el frasco de su mano. Sabía lo que era—su poción. Liana se la había estado dando durante años ahora—una mezcla cuidadosamente elaborada que lo mantenía vivo. Era solo otro de los muchos secretos que compartían.