Unos cuantos mendigos llegaron, pero todos se sorprendieron al descubrir que en realidad estaban bien vestidos.
El asistente también estaba sorprendido. Para ser cauteloso, llamó al camarero.
—Ven e idéntificalos. ¿Son los mendigos que has visto? —preguntó.
El camarero ni siquiera necesitó mirar atentamente para reconocerlos de un vistazo. Asintió para mostrar que estaba en lo cierto.
No era el primer día que estos mendigos se quedaban no muy lejos de la posada. Venían casi todos los días y no podían ser ahuyentados.
El asesor privado le dejó bajar y preguntó a los mendigos:
—¿Conocen a esta persona? —señaló a Gu Yundong.
Los mendigos asintieron.
—Sí, sí.
Uno de ellos dijo:
—Esta chica fue a la Posada Fulong ayer. Más tarde, vio que teníamos mucha hambre y no teníamos comida para comer, así que tuvo la amabilidad de darnos algunos fragmentos de plata y nos pidió que compráramos algo de comida deliciosa y ropa para bloquear el frío. Esta chica es realmente una buena persona.