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67.74% Bloodforges / Chapter 42: Capítulo 40: Un Nuevo Orden en el Planeta de la Mano

Capítulo 42: Capítulo 40: Un Nuevo Orden en el Planeta de la Mano

Parte 1: La Consolidación del Poder

El planeta que antes había sido una fortaleza impenetrable de la Mano estaba ahora en ruinas, con los restos del Imperio desparramados por todos los rincones. Rivon, desde lo más alto de la ciudad fortaleza, observaba el paisaje devastado que se extendía ante él. Los ecos de la guerra todavía resonaban en el aire, pero lo que se veía más allá no era solo destrucción: era el inicio de un nuevo orden, uno en el que Rivon se posicionaba como el amo absoluto.

Los leales al Imperio aún resistían en pequeñas áreas del planeta. Búnkeres, barricadas, y guarniciones militares seguían bajo el control de aquellos que no habían sucumbido ante la rebelión que Rivon había desatado. Sin embargo, su resistencia era fútil. Rivon, ahora con el respaldo de una fuerza considerable de Ascendidos Menores y Superiores, había comenzado el asalto final para acabar con lo que quedaba de los leales.

El sonido de las botas marchando resonaba en los pasillos mientras los soldados de Rivon avanzaban por las calles de la ciudad. La mayoría de los legionarios ya se habían rendido o se habían unido a Rivon, pero los más fanáticos todavía resistían. Rivon sabía que debía hacer una demostración de su poder, no solo para acabar con la resistencia, sino para asegurarse de que su nueva autoridad no fuera cuestionada.

La primera zona que asaltaron fue uno de los búnkeres más fortificados que quedaban en pie. El lugar estaba escondido entre las ruinas de un distrito industrial, rodeado por maquinaria destrozada y restos de edificios colapsados. Los leales al Imperio, desesperados por mantener su control, habían construido defensas improvisadas en las calles, usando vehículos blindados destruidos y escombros para bloquear el paso.

Rivon avanzaba al frente de su ejército, Vordrax brillando en su mano. Los soldados a su alrededor observaban en silencio, sabiendo que su nuevo líder era más que un guerrero: era una fuerza imparable, alimentada por algo que ninguno de ellos entendía completamente. Thal'Korr estaba cargado, listo para disparar, y Rivon podía sentir la energía acumulándose en el arma.

Que esto sea rápido, — ordenó, su voz profunda resonando por el campo de batalla.

Los Ascendidos Menores que lo flanqueaban asintieron y comenzaron a moverse, sus pasos resonando en las calles mientras avanzaban hacia las barricadas. Las primeras ráfagas de disparos surgieron desde las defensas enemigas, pero no tuvieron ningún efecto. Rivon levantó Thal'Korr y, con un solo disparo, desintegró la primera barricada, lanzando a los soldados enemigos por los aires en un estallido de luz y fuego.

¡Por Rivon!, — gritó uno de los Ascendidos Superiores, mientras los soldados leales a Rivon cargaban contra las posiciones enemigas.

El combate fue brutal y rápido. Los leales al Imperio, aunque valientes, no tenían oportunidad contra la fuerza abrumadora de los Ascendidos. Rivon, liderando el ataque, se movía como un depredador, cortando a través de las líneas enemigas con Vordrax, cuya hoja vibraba con un poder oscuro. Cada golpe era preciso, y con cada enemigo que caía, Rivon sentía cómo su control sobre la situación aumentaba.

Mientras la batalla se desataba a su alrededor, Rivon alzó la mano y, con un gesto simple, desencadenó una ráfaga de energía que arrasó con los restos de las defensas enemigas. Los soldados enemigos, confundidos y aterrorizados, comenzaron a retroceder, pero no tenían a dónde huir. Rivon se movía con una confianza despiadada, cortando y disparando sin descanso.

El búnker, que había sido el último bastión de la resistencia, cayó rápidamente. Los pocos leales que quedaban intentaron hacer una última resistencia, pero fueron aplastados por las fuerzas superiores de Rivon.

Cuando Rivon entró en el búnker, encontró a los oficiales leales al Imperio acorralados en la sala de control, esperando su destino. Sus rostros, llenos de miedo y desesperación, miraban a Rivon mientras este entraba, su armadura imponente y sus armas aún manchadas de sangre.

Vuestro tiempo ha terminado, — dijo Rivon, sin levantar la voz. — Este planeta ya no pertenece al Imperio.

Los oficiales, sabiendo que no había escapatoria, intentaron suplicar, pero Rivon no mostró piedad. Con un solo movimiento, Vordrax cortó el aire, y los cuerpos de los oficiales cayeron al suelo, sin vida.

La sala quedó en silencio, excepto por el leve zumbido de las máquinas que aún funcionaban. Rivon miró a su alrededor, observando el control que ahora tenía sobre el planeta. La resistencia había sido aplastada y, con ello, el Imperio ya no tenía poder aquí.

Que el resto del planeta se entere, — dijo a sus seguidores. — Este es mi mundo ahora.

Los Ascendidos asintieron y comenzaron a moverse, enviando mensajes por todo el planeta para asegurarse de que todos supieran que Rivon había tomado el control. El nuevo orden estaba establecido, y no habría más resistencia.

Mientras el sol se ponía en el horizonte, Rivon sabía que su poder había sido consolidado. El planeta de la Mano ahora le pertenecía completamente, y aquellos que aún lo seguían veían en él algo más que un simple líder. Rivon había mostrado su poder, y ahora era tiempo de avanzar hacia sus próximos objetivos.

La verdadera conquista acababa de comenzar.

Con el último bastión de los leales al Imperio aplastado, Rivon caminaba por los corredores del búnker, rodeado por el silencio de la muerte y la destrucción que había dejado a su paso. Su armadura, ahora completamente restaurada y mejorada con los blasones de sus victorias, brillaba con un resplandor oscuro y ominoso. No era solo una armadura tecnológica como la de los Ascendidos, sino una extensión de su ser divino, una manifestación de su poder.

Mientras sus tropas se dispersaban por el planeta, Rivon podía sentir cómo su poder crecía. Había algo más en él que solo la fuerza física o las habilidades de combate. Su cuerpo irradiaba una energía que iba más allá de lo que cualquiera de sus seguidores podía comprender, y aunque aún no había revelado todo su potencial, Rivon sabía que ese momento estaba cerca.

Al salir del búnker, Rivon se detuvo en una plaza destrozada, rodeada por escombros y cadáveres. La batalla había terminado, pero la guerra interna que libraba en su interior apenas comenzaba. El poder del dios Velkarion, cuya esencia lo consumía poco a poco, comenzaba a manifestarse de formas que Rivon no entendía completamente, pero que comenzaba a aceptar como suyas.

Alzó una mano, y la energía en el aire comenzó a moverse a su alrededor. Los cuerpos caídos, tanto de sus enemigos como de sus aliados, empezaron a levitar lentamente, sus restos destrozados siendo arrastrados por una fuerza invisible que fluía directamente desde Rivon. No era algo que hubiera planeado; simplemente sentía que podía hacerlo. Su control sobre la materia y la energía era absoluto.

El poder de un dios..., — murmuró para sí mismo mientras observaba cómo la plaza entera comenzaba a cambiar a su voluntad. Los escombros se reorganizaban, formando estructuras que no deberían haber existido, torres retorcidas de metal y piedra que surgían del caos. Los restos de los soldados caídos se fusionaban en formas grotescas, creando un paisaje de horror y poder.

Los soldados que lo acompañaban lo miraban con asombro, sin atreverse a pronunciar palabra. Sabían que su líder no era como ellos, pero ahora lo veían en toda su plenitud: Rivon no solo era un guerrero. Era algo más, algo mucho más peligroso.

Uno de los Ascendidos Menores dio un paso adelante, su rostro oculto tras la máscara de su armadura, pero la incertidumbre se podía sentir en su voz.

Señor... ¿qué está haciendo?, — preguntó, su tono vacilante. Nunca habían visto a nadie hacer algo así.

Rivon lo miró con una mezcla de indiferencia y desdén. No había necesidad de responder. En su interior, sabía que el poder que ahora controlaba lo ponía muy por encima de cualquier soldado, incluso de los Ascendidos Superiores.

Con un movimiento brusco de la mano, Rivon extendió su poder hacia el Ascendido Menor que había hablado. La energía que lo rodeaba lo atrapó de inmediato, levantándolo del suelo sin esfuerzo alguno. El Ascendido intentó resistirse, pero su armadura, por poderosa que fuera, no podía detener la voluntad de Rivon. El Ascendido fue arrojado varios metros hacia atrás, estrellándose contra una pared con un impacto que rompió su casco y dejó su cuerpo inmóvil en el suelo.

Los otros soldados, atónitos, se mantuvieron en silencio. Nadie se atrevía a desafiar a Rivon ahora.

Este mundo es mío, — dijo con frialdad, bajando la mano y haciendo que la energía a su alrededor se disipara lentamente. — Y quien intente cuestionarlo, correrá la misma suerte.

Con el Ascendido Menor aún tendido en el suelo, Rivon avanzó, sabiendo que había establecido un nuevo orden. Su poder no provenía del Núcleo Celestial, como muchos creían. Era algo mucho más antiguo, algo mucho más oscuro, y ahora, estaba desatado por completo.

Mientras continuaba caminando hacia el centro de la fortaleza, su mente se centraba en lo que vendría después. Había establecido su control sobre el planeta, pero sabía que este solo era el primer paso. Había otros mundos por conquistar, y su destino no se limitaba a este rincón del universo. El Imperio aún no había sentido todo su poder, pero pronto lo haría.

Sus seguidores lo miraban con reverencia, algunos con miedo, pero todos sabían que Rivon era el futuro. Él representaba el verdadero poder, y el Imperio no tenía nada que pudiera igualarlo.

Reúnan a las tropas, — ordenó a uno de los Ascendidos Superiores que se encontraba cerca. — Nuestro próximo objetivo está cerca.

El Ascendido Superior, aunque claramente afectado por lo que acababa de presenciar, se inclinó en una reverencia obediente antes de partir para cumplir las órdenes de Rivon.

Con el planeta bajo su control, Rivon sabía que la verdadera batalla aún estaba por venir. El Imperio Celestial no lo dejaría avanzar sin luchar, pero él estaba preparado. Sus poderes, ahora desatados, serían más que suficientes para enfrentarse a cualquier desafío que surgiera.

Con la resistencia aplastada y Rivon firmemente establecido como el nuevo soberano del planeta, la siguiente fase de su ascenso comenzó: la reconstrucción del planeta de la Mano. Las calles llenas de escombros y los edificios derruidos que habían presenciado la guerra y el caos debían ser transformados. No solo se trataba de reparar lo destruido, sino de crear un mundo que reflejara el poder y la voluntad de Rivon.

Su visión era clara. El planeta ya no sería un simple centro militar; sería el núcleo de su reinado, un lugar que emanara su poder divino. Las defensas que habían sido destruidas por la guerra comenzaron a ser reconstruidas con rapidez. Fortalezas, cañones orbitales y escudos planetarios volvieron a erigirse, pero esta vez bajo su control absoluto. Los trabajadores esclavos, bajo la mirada vigilante de los Ascendidos leales a Rivon, trabajaban día y noche para cumplir con los deseos de su nuevo líder.

El cielo sobre el planeta se llenaba de naves de transporte que traían suministros y materiales desde otras colonias cercanas. Las fábricas, que antes producían armas y equipo militar para el Imperio, ahora operaban bajo el mandato de Rivon, fabricando tecnología más avanzada y fortificaciones que superaban todo lo que había antes.

Pero lo más impresionante de la reconstrucción no eran solo las defensas. En el centro del planeta, Rivon había ordenado la construcción de un palacio monumental. El Palacio de Velkarion, como algunos comenzaban a llamarlo en susurros, sería el símbolo de su nuevo reinado. Un palacio digno de un dios.

El palacio no se parecía a nada que hubiera sido construido antes en el planeta. Era una fortaleza oscura, de torres retorcidas y cúpulas brillantes, cuyas paredes parecían moverse bajo la luz, imbuidas con la misma energía oscura que fluía dentro de Rivon. Cada rincón del edificio estaba diseñado para mostrar su poder y recordar a quienes lo visitaran que el nuevo amo del planeta no era un simple mortal.

Rivon supervisaba personalmente la construcción, utilizando sus poderes para moldear la materia misma, levantando enormes bloques de piedra y metal con un simple gesto de la mano. Su control sobre la energía y la materia se había vuelto tan natural que parecía que el mismo planeta respondía a su voluntad. Los obreros y esclavos, que trabajaban bajo su atenta mirada, lo llamaban "Mi señor" con cada reverencia que hacían al pasar frente a él, conscientes de su divinidad.

Mi señor, — dijo uno de los Ascendidos Superiores que supervisaba el proyecto, inclinándose profundamente ante Rivon. — La construcción del palacio avanza según lo planeado. Pronto estará listo para que usted tome su lugar como soberano absoluto.

Rivon, con una sonrisa de satisfacción en su rostro, observaba cómo las enormes torres del palacio se alzaban hacia el cielo. Sabía que, una vez terminado, el Palacio de Velkarion sería más que un símbolo de su poder: sería un faro de su dominio sobre el universo.

Este será mi reino, — murmuró para sí mismo, mientras su mirada recorría las torres que se alzaban hacia el horizonte. — Desde aquí, gobernaré no solo este planeta, sino todo lo que alguna vez estuvo bajo el Imperio.

Los siervos, tanto los esclavos como los Ascendidos, lo veneraban. Nadie se atrevía a desafiar su voluntad. Aquellos que antes lo habían visto como un simple líder militar ahora lo reconocían como una deidad viva, un ser cuyas ambiciones iban más allá de las de cualquier otro en el universo. Los Ascendidos, que antes le habían jurado lealtad a Daxa y al Imperio, ahora solo le respondían a él. Mi señor, lo llamaban, sabiendo que su futuro dependía de su favor.

Las defensas del planeta también reflejaban la nueva jerarquía. Las torres de vigilancia y los cañones orbitales, antes parte de un sistema imperial, ahora estaban reforzadas por la energía oscura de Rivon. El planeta entero había sido moldeado para reflejar su poder y su voluntad. Los ejércitos, antes dispersos, ahora se reunían en torno al palacio, esperando las órdenes de su nuevo amo.

Mientras caminaba por los pasillos del palacio en construcción, Rivon no pudo evitar sentir que su verdadero poder estaba aún por desatarse por completo. Sabía que lo que había logrado hasta ahora solo era el comienzo, y que, pronto, los otros mundos caerían ante su poder.

Mi señor, — dijo un Ascendido al acercarse, inclinándose profundamente. — Las defensas planetarias están restauradas. Nadie podrá atacarnos sin que lo sepamos con antelación.

Rivon asintió, satisfecho con el progreso. Sabía que pronto vendría más, y que necesitaría estar listo para lo que fuera que el Imperio enviara en su contra. El poder de Daxa aún era considerable, pero Rivon confiaba en que su propio poder, ahora imbuido con la esencia de Velkarion, sería suficiente para enfrentarse a cualquier enemigo.

Que los soldados estén preparados, — ordenó, su voz resonando con autoridad. — Este es solo el principio. El Imperio aún no ha visto nada.

Mientras las torres del palacio se alzaban más y más, Rivon sabía que su dominio sobre el planeta ya no podía ser cuestionado. Era el dios de este mundo, y aquellos que aún se atrevían a desafiarlo serían destruidos sin piedad.

El nuevo orden estaba establecido, y desde el Palacio de Velkarion, Rivon se preparaba para su siguiente movimiento.

Con el control absoluto sobre el planeta, Rivon se dispuso a reorganizar tanto el ejército como la sociedad. Bajo su nueva visión de poder, el caos y el deseo se convertirían en las fuerzas impulsoras de su reinado. Los antiguos títulos y estructuras del Imperio ya no servían; una nueva jerarquía debía surgir, una que reflejara la verdadera naturaleza de su dominio.

Renombrando a los Legionarios: Las Cohortes Sangrientas

El primer paso fue transformar a los antiguos legionarios comunes. Ya no eran soldados del Imperio, sino guerreros del caos, imbuidos con una sed insaciable de sangre y poder.

Cohortes Sangrientas: Este nuevo nombre marcaría la ferocidad de estos soldados. Cada Cohorte estaría encargada de diferentes tipos de misiones, pero todas compartirían la misma brutalidad en combate y la devoción a Rivon.

Tipos de Cohortes Sangrientas:

Cohorte del Fuego: Guerreros especializados en el uso de armas pesadas, como cañones de plasma y lanzallamas. Su tarea es la destrucción masiva y abrir brechas en las defensas enemigas. Allí donde pasen, solo quedarán cenizas.Cohorte de la Sombra: Soldados expertos en sigilo e infiltración. Operan en la oscuridad, eliminando a sus enemigos sin ser detectados. Su presencia en el campo de batalla provoca miedo y caos entre las filas enemigas.Cohorte de la Tormenta: Maestros del combate cuerpo a cuerpo, armados con espadas de energía y hachas de guerra. Su fuerza radica en su habilidad para devastar a sus enemigos en la línea de frente, donde el caos es absoluto.Cohorte del Acero: Pilotos y operadores de vehículos blindados y máquinas de guerra. Son los responsables de mover el poderío pesado en el campo de batalla y asegurar que las líneas de suministro y artillería estén protegidas.

Renombrando a los Ascendidos: Los Guerreros del Deseo y del Caos

El siguiente paso fue dar un nuevo título a los Ascendidos. Ya no eran simplemente soldados mejorados; ahora eran la élite de Rivon, guerreros bendecidos por su poder divino y envueltos en un manto de caos y deseo.

Tipos y Rango de Guerreros del Deseo y del Caos:

Manos de la Perversión: Los líderes absolutos en el campo de batalla. Estos guerreros, antes conocidos como Primus Ascendidos, ahora comandaban a las fuerzas de Rivon. Su lealtad era inquebrantable, y sus cuerpos estaban imbuídos con el poder del deseo más oscuro.Siervos del Lujurioso Caos: Soldados de élite especializados en la destrucción masiva y el sometimiento de sus enemigos. Armados con poderosas armas de energía, estos guerreros combinan la fuerza física con el deseo insaciable de control y dominación.Portadores del Delirio: Maestros del combate cuerpo a cuerpo, su naturaleza salvaje los impulsa a derramar sangre a cada paso. Cada golpe de sus armas trae consigo un frenesí de caos y lujuria en el campo de batalla.Amos del Tormento: Los guerreros más altos en la jerarquía militar, conocidos por su brutalidad y crueldad. Son líderes de los ejércitos de Rivon y representan el deseo desatado y el caos en su forma más pura.Legiones de la Lujuria Sangrienta: Estos guerreros son los vanguardistas del ejército de Rivon, utilizados para devastar las defensas enemigas con una mezcla de deseo y violencia. Atraviesan el campo de batalla como una tormenta de destrucción.

Jerarquía Civil: El Nuevo Orden

La reorganización no solo afectó al ejército. Rivon también reformó la sociedad en su conjunto, creando una nueva jerarquía que reflejara la naturaleza brutal y lujuriosa de su reinado.

Jerarquía Civil bajo Rivon:

Heraldos del Placer Oscuro: Son los emisarios personales de Rivon, responsables de llevar sus decretos a todas las ciudades y regiones bajo su dominio. Son temidos y respetados, y su palabra es ley.Hermanos de la Depravación: Aquellos que supervisan la producción industrial y militar. Estos individuos controlan los recursos del planeta y aseguran que todo funcione bajo la voluntad de Rivon.Vasallos del Delirio: Encargados de la producción y mantenimiento de las fábricas, armamento y vehículos. Los Vasallos del Delirio aseguran que el poderío militar y económico de Rivon siga creciendo.Sumisos del Caos: Los antiguos ciudadanos comunes. Viven bajo las estrictas reglas impuestas por Rivon, dedicando sus vidas a servirle en cualquier tarea asignada, desde la construcción hasta el mantenimiento de la sociedad.Esclavos del Pecado: En lo más bajo de la jerarquía se encuentran los esclavos del pecado. Son utilizados no solo como fuerza de trabajo, sino también como objetos de deseo y placer para los guerreros y nobles de Rivon.

Dentro del imponente Palacio de Velkarion, en el corazón del planeta, Rivon había dado forma a algo mucho más profundo que una mera estructura de poder militar o político. Había creado un foco de energía pura, una esfera de poder, surgida directamente de su propia esencia divina. El Núcleo, como lo llamó, no solo serviría para amplificar sus habilidades, sino también para transformar a aquellos lo suficientemente leales y dignos de recibir su bendición.

El Núcleo, colocado en una cámara sellada dentro del palacio, comenzaba a influir en todos aquellos que se encontraban en su radio de acción. Las energías oscuras y del deseo irradiaban, afectando no solo a los guerreros que lo protegían, sino al planeta mismo. Todo empezaba a cambiar: las personas se volvían más frías, más crueles, más hambrientas de poder, deseo, y control. Incluso aquellos que no eran conscientes del poder del Núcleo sentían su influencia, volviéndose más despiadados y letales.

Sin embargo, Rivon sabía que no todos podrían recibir esta bendición directa. Solo los más leales y devotos de los Ascendidos serían dignos de acercarse a la esfera y convertirse en los Elegidos del Núcleo, una élite destinada a proteger y expandir su dominio.

Los Elegidos del Núcleo

Rivon seleccionó a mano a algunos de los Ascendidos más leales. Aquellos que habían demostrado su devoción absoluta y su capacidad para abrazar el caos y el deseo sin reservas fueron llevados a la cámara del Núcleo para ser transformados en Los Elegidos del Núcleo.

Cada uno de ellos se arrodilló frente a la esfera, sintiendo su energía invadiendo sus cuerpos, transformando sus mentes y otorgándoles poderes sobrehumanos.

Sacerdotes del Deseo Oscuro: Los primeros en recibir la bendición del Núcleo. Estos Ascendidos no eran solo guerreros, sino místicos capaces de canalizar el caos y el deseo a niveles que antes ni siquiera imaginaban. Podían manipular las mentes y cuerpos de sus enemigos, llevándolos a la locura o desatando sus deseos más oscuros, debilitándolos antes de que las fuerzas de Rivon los destruyeran. Su poder era tanto mental como físico, y eran temidos incluso por sus compañeros.Portadores de la Energía: Estos Ascendidos fueron transformados para actuar como canalizadores del Núcleo. Su tarea era transferir la energía de la esfera a las armas y armaduras de los guerreros en el campo de batalla. Esto fortalecía a las tropas y les otorgaba una resistencia y poder mucho mayores de lo normal. Los Portadores de la Energía tenían el rol vital de mantener a las fuerzas de Rivon imbuídas con el poder oscuro del Núcleo, haciendo que cada batalla se inclinara a su favor.Guerreros del Núcleo: Aunque seguían siendo soldados de combate en esencia, estos guerreros ahora podían acceder a habilidades sobrehumanas. Gracias a su conexión directa con el Núcleo, podían moverse a velocidades imposibles, y manipular la energía que los rodeaba para crear escudos impenetrables o lanzar devastadores ataques de energía pura. Eran las espadas vivientes de Rivon, usados en los momentos más críticos de las batallas.Custodios de la Esfera: Quizás el grupo más importante de los Elegidos del Núcleo. Su deber era proteger el Núcleo a toda costa. Estos guerreros eran los más imponentes y poderosos físicamente, armados con las mejores armas y armaduras imbuídas con la energía del Núcleo. Su conexión con la esfera les daba una resistencia extraordinaria y la habilidad de repeler cualquier amenaza externa que intentara atacar el corazón del poder de Rivon.

El Núcleo Cambiando el Planeta

Aunque solo unos pocos fueron seleccionados como Elegidos del Núcleo, la influencia del Núcleo comenzó a extenderse por todo el planeta. Las energías oscuras que emanaban de la esfera penetraban lentamente en el suelo, en el aire, y en cada ser vivo expuesto a su poder. Todo aquel que estuviera bajo su influencia comenzaba a cambiar, de maneras sutiles pero poderosas.

El planeta, una vez controlado por el Imperio, ahora se convertía en una extensión de la voluntad de Rivon. Los habitantes, los guerreros y hasta los animales empezaban a reflejar el caos, la frialdad y el deseo que emanaban del Núcleo. La gente se volvía más cruel, más fría, más despiadada. Incluso aquellos que no sabían de la existencia del Núcleo sentían la sed de sangre y poder invadiendo sus mentes, alimentando deseos que antes hubieran considerado impensables.

El deseo sexual y el hambre por la dominación crecían en todos los que vivían bajo la sombra del Núcleo. Las interacciones cotidianas estaban imbuidas de una energía oscura que hacía que los seres se comportaran de manera más cruel y depredadora. La lujuria, la violencia y el deseo de control se convirtieron en la norma.

Incluso las batallas empezaron a cambiar. Los soldados que luchaban en nombre de Rivon lo hacían no solo por deber, sino por el deseo insaciable de poder y placer que sentían cada vez que destruían a sus enemigos. El campo de batalla se convirtió en un escenario de crueldad extrema, donde las fuerzas de Rivon desataban todo su deseo de destrucción y sometimiento.

Rivon: Amo del Deseo y el Caos

En el centro de todo, Rivon observaba su obra maestra. El Núcleo no solo le había otorgado más poder, sino que estaba transformando todo lo que tocaba, llevándolo a reflejar la crueldad, el deseo y el caos que él mismo representaba. Los Elegidos del Núcleo eran su guardia personal, pero también su arma más letal, dispuestos a proteger su dominio y amplificar su poder a medida que este seguía creciendo.

Con el planeta y sus habitantes bajo su control absoluto, Rivon sabía que su próximo paso sería expandir su poderío más allá de las estrellas, utilizando el Núcleo como la fuente de energía que le daría la fuerza para dominar galaxias enteras.

El mundo que había creado no conocía la piedad, y su influencia solo se extendería más, trayendo consigo caos, deseo y destrucción.


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