En un abrir y cerrar de ojos, había pasado un mes desde que Ian comenzó su vida como aventurero en la ciudad de Hikari-Tek. Durante ese tiempo, completó numerosas misiones de grado E, y luego de D, perfeccionando sus habilidades y acumulando experiencia. Aunque ninguna misión había sido realmente un desafío para él, Ian siempre encontraba la manera de aprender algo nuevo y seguir progresando, sin revelar su mayor secreto: el control de sus esclavos de alma.
Hoy, estaba a punto de ascender al rango C, un logro que abriría las puertas a misiones más complicadas y recompensas mucho mayores. Mientras caminaba hacia el gremio, notó una gran aglomeración de aventureros de diversas razas en torno al tablón de anuncios. Curioso, se abrió paso entre la multitud para averiguar qué causaba tanto revuelo.
Al llegar al frente, vio un anuncio especial: una mina de cristales de mejora había sido descubierta no muy lejos de la ciudad. Estos cristales eran sumamente valiosos para la creación de armas y artefactos mágicos, y la ciudad estaba dispuesta a pagar generosamente a cualquier aventurero lo suficientemente valiente como para enfrentarse a los monstruos que protegían la mina.
La recompensa era asombrosa: por cada monstruo de nivel 4 derrotado, se otorgarían diez mil núcleos de nivel 2; por cada monstruo de nivel 3, mil núcleos de nivel 2; y por los monstruos de nivel 2, 500 núcleos de nivel 1. Sin duda, una oferta tentadora.
Sin dudarlo, Ian decidió unirse a la misión. Sabía que esta sería una excelente oportunidad para avanzar en el gremio y obtener recursos valiosos, aunque también era consciente de los peligros que representaban los monstruos de nivel 4.
Se dirigió al mostrador para inscribirse. El asistente del gremio levantó una ceja al ver su elección.
"¿Estás seguro de que quieres unirte a esta misión?", preguntó el asistente, con una mezcla de admiración y preocupación en su voz. "Los monstruos que protegen la mina no son fáciles de vencer, incluso para los aventureros más experimentados. Asegúrate de estar preparado."
Ian asintió. "Sí, estoy seguro. Sé que será difícil, pero vale la pena el riesgo."
El asistente lo registró, entregándole las coordenadas y el horario de salida. "Buena suerte. No muchos regresan intactos de ese tipo de misiones."
Ian agradeció el comentario, pero en su interior se sentía tranquilo. Sabía que su poder era superior al de la mayoría de los aventureros que participarían en la misión, pero también sabía que no debía subestimar a sus oponentes. Sin embargo, no tenía intención de revelar sus esclavos de alma. Mantendría ese poder oculto, utilizándolo solo si era estrictamente necesario.
Ian estaba trazando un plan detallado junto a Tarek mientras se preparaban para la misión de la mina de cristales mágicos. Su idea era clara: separarse del grupo de aventureros y eliminar tantos monstruos como fuera posible, acumulando la mayor cantidad de recompensas. Sabía que, con el tiempo adecuado, podía derrotar a un monstruo de nivel 4 si lo daba todo. Sin embargo, enfrentarse a varios a la vez era una tarea demasiado arriesgada, incluso para él. Por eso, necesitaba ser cauteloso.
Además de las recompensas, Ian tenía otro objetivo en mente. En lugar de limitarse a matar los monstruos y reclamar los núcleos, también planeaba robar una parte de los cristales mágicos de la mina y guardarlos en su espacio de almacenamiento. Si lo hacía de manera discreta, nadie se daría cuenta de su acción, y podría obtener un beneficio adicional sin levantar sospechas. Estos cristales eran recursos valiosísimos, y tenerlos a su disposición le daría una ventaja considerable a largo plazo.
Pero lo más ambicioso de su plan era lo que había estado rondando su mente desde que leyó la misión. Si lograba acercarse a los cadáveres de los monstruos de nivel 4 que otros aventureros mataran, sin que nadie lo notara, podría intentar esclavizar sus almas. Tener almas de criaturas tan poderosas bajo su control sería un golpe maestro. Sin embargo, sabía que debía actuar con extrema precaución. Si alguien descubría su habilidad secreta, podría enfrentarse a problemas inesperados. La esclavización de almas era una técnica que nadie más conocía, y prefería mantenerla en secreto hasta que fuera absolutamente necesario revelarla.
"Tendremos que ser rápidos y precisos," murmuró Ian a Tarek mientras ajustaba su equipo. "Mataremos a tantos monstruos como podamos, pero sin atraer la atención del grupo. Y si se presenta la oportunidad, tomaremos algunos cristales sin que nadie lo note."
Tarek asintió, sabiendo que Ian siempre tenía una estrategia en mente. "¿Y los monstruos de nivel 4?"
"Con uno puedo lidiar, pero si nos encontramos con más de uno al mismo tiempo, será peligroso. Tendremos que evitar batallas prolongadas. Si todo sale bien, podría intentar esclavizar algunas almas. Pero eso dependerá de cómo se desarrollen las cosas."
Ian tenía claro que la misión no solo era una oportunidad para avanzar en el gremio, sino también para probar el verdadero límite de sus habilidades.
El día de la partida finalmente había llegado. El grupo de aventureros se reunió en el punto de encuentro, preparándose para el largo viaje hacia la montaña gigante al norte de la ciudad. El lugar de la misión estaba a cuatro días de distancia, y la tensión en el ambiente era palpable. Ian observaba en silencio cómo los aventureros de clase A tomaban el liderazgo. Uno de ellos, un guerrero de aspecto imponente, habló con voz firme:
Nos reuniremos al pie de la montaña cuando todos hayan llegado. No se queden atrás. Los monstruos que protegen la mina son extremadamente peligrosos.
Algunos aventureros sacaron criaturas voladoras impresionantes: aves gigantes con plumas brillantes, bestias aladas que rugían con poder, y otros optaron por tecnologías avanzadas, como aviones voladores con aspecto futurista. Mientras todos montaban sus respectivos medios de transporte, Ian se mantuvo en un perfil bajo, observando cada movimiento con cuidado. No quería llamar la atención, especialmente ahora que planeaba llevar a cabo su propio plan.
Cuando se aseguró de que nadie lo estaba mirando, Ian se escabulló y llamó al ave líder de su ejército espiritual. Esta majestuosa criatura emergió de las sombras, desplegando sus alas poderosas en silencio. Sin perder tiempo, Ian montó en su espalda y, con un leve movimiento de su mano, la criatura se elevó en el aire, dejando atrás la ciudad de Hikari-Tek.
Mientras volaba en la distancia, observaba a los otros aventureros con sus imponentes monturas y avanzados vehículos. Sabía que mantener un bajo perfil sería clave para el éxito de su misión. Su plan no era simplemente seguir las órdenes del gremio y luchar como un aventurero más. Tenía otros objetivos en mente, y cuanto menos llamara la atención sobre sí mismo y sus habilidades, mejor.
A medida que cruzaban los cielos, el paisaje debajo de ellos cambiaba drásticamente. Las llanuras verdes que rodeaban la ciudad se fueron transformando en terrenos rocosos y desolados. El clima también se volvía más frío a medida que se acercaban a la montaña. Ian pensaba en su estrategia, repasando una y otra vez cómo actuaría al llegar.
"Debo ser el primero en actuar, pero no el primero en llamar la atención," pensaba. "Si logro separarme del grupo en el momento adecuado, podré eliminar a los monstruos por mi cuenta y recolectar los cristales sin levantar sospechas. Además, si consigo esclavizar las almas de los monstruos de nivel 4, mi poder aumentará exponencialmente."
El vuelo continuó sin interrupciones, y la gigantesca montaña al norte comenzaba a aparecer en el horizonte, una colosal estructura natural que dominaba la vista. Sabía que en ese lugar se decidiría su próximo gran paso en el gremio, pero también su poder personal. Estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se presentara.