Capítulo 78: El Pueblo de Hikari-Tek
Después de varios días de viaje, Ian comenzó a notar señales claras de que se acercaba a su destino. Los caminos que se extendían frente a él estaban marcados, bien trazados, lo que indicaba que estaba en el camino correcto. Decidió detenerse un momento, descendió del ave líder y la guardó en el espacio del sistema. Tarek, como siempre, permaneció oculto en su sombra, preparado para cualquier eventualidad.
A medida que avanzaba a pie, el paisaje comenzó a cambiar lentamente. Los árboles del bosque se transformaron en colinas abiertas, y pronto, a lo lejos, Ian vislumbró el pueblo del que le había hablado el equipo. Sin embargo, lo que vio le dejó perplejo.
El "pueblo de tamaño medio" que habían descrito no se parecía en nada a lo que esperaba. A medida que se acercaba, Ian pudo ver que, por un lado, las edificaciones tenían un aire antiguo, casi sacado de un cuento de hadas. Casas con techos de paja, torres de piedra y callejones estrechos que parecían salidos de un mundo lleno de magia. Pero, por otro lado, en una clara disonancia, había partes del pueblo que parecían haber sido arrancadas de un futuro distante: edificios metálicos con líneas limpias, pantallas holográficas que proyectaban anuncios brillantes, y vehículos flotantes que surcaban el aire sin hacer el menor ruido.
Era un choque de culturas y épocas, un lugar donde lo mágico y lo tecnológico coexistían en un equilibrio extraño pero fascinante. Ian observaba a la gente que caminaba por las calles: había figuras envueltas en capas, magos con bastones brillantes, pero también personas con trajes ajustados, hablando en dispositivos avanzados, como si nada de aquello fuera inusual.
Ian se detuvo un momento en la entrada del pueblo, observando el contraste ante sus ojos.
Esto... no es lo que esperaba murmuró para sí mismo.
El caos armonioso del lugar lo desconcertaba. Sabía que este mundo era diferente, pero el ver cómo estas dos facetas tan opuestas coexistían le hacía cuestionarse qué más le aguardaba en este lugar.
Con un suspiro y el ánimo de seguir adelante, Ian comenzó a caminar hacia el interior del pueblo, con la intención de obtener más información sobre dónde se encontraba y, quizás, pistas sobre cómo salir de aquel lugar.
Al llegar a la entrada del pueblo, Ian se dio cuenta de que había algo aún más peculiar que la mezcla de culturas y épocas que ya había observado desde la distancia. El nombre del lugar, inscrito en un cartel luminoso sobre la puerta de entrada, era Hikari-Tek, un nombre que parecía reflejar tanto la magia como la tecnología que coexistían aquí.
Ian se acercó a las puertas y vio que había dos formas principales de pago. Algunas personas pasaban tarjetas holográficas sobre un lector, que emitía un suave resplandor antes de dejarles pasar. Pero lo que realmente llamó su atención fue otra entrada, donde un cartel rezaba: "Entrada: 3 núcleos de nivel 1".
La mención de los núcleos lo dejó desconcertado. ¿Núcleos para entrar a un pueblo? En ese momento, decidió preguntarle al sistema.
¿Qué significa esto? pensó, esperando una rápida respuesta.
El sistema no tardó en contestar: "Las bestias de este mundo también tienen un sistema de cultivo basado en sus núcleos, el cual se clasifica del nivel 1 al 10. Los núcleos de mayor nivel contienen más energía y, por ende, son más valiosos. La entrada a ciertos lugares se paga en núcleos de niveles bajos debido a su abundancia y utilidad como fuente de poder."
Ian asintió, recordando que ya había recolectado varios núcleos de bestias y los había vendido al sistema en más de una ocasión. Sabía bien que eran una valiosa fuente de energía, tanto para el comercio como para su propio cultivo. Sin embargo, usar núcleos como moneda para entrar en un pueblo era algo completamente nuevo para él.
Mientras observaba a las personas que intercambiaban núcleos por la entrada, Ian se dio cuenta de que necesitaba adaptarse a este extraño sistema si quería seguir adelante. Al menos, ahora sabía el valor de los núcleos que llevaba consigo.
Esto será interesante murmuró, mientras tomaba tres núcleos de nivel 1 de su inventario y se acercaba a la entrada para continuar su camino en el enigmático pueblo de Hikari-Tek.
Cuando llegó su turno, Ian sacó los tres núcleos de nivel 1 y los entregó a la encargada de la entrada. Para su sorpresa, quien lo atendía era una chica con orejas de conejo, su pelaje suave y claro contrastaba con el traje futurista que llevaba. Sus ojos brillaban con un toque de curiosidad mientras observaba a Ian.
Oh, ¿un recién llegado? dijo con una sonrisa amigable. Ve por esa dirección señaló hacia una calle lateral que parecía menos transitada, y encontrarás una biblioteca. Allí podrás obtener toda la información que necesitas sobre este lugar.
Ian asintió, agradecido por la indicación, y sin perder tiempo comenzó a caminar en la dirección señalada. A medida que avanzaba, no dejaba de notar lo fascinante y desconcertante que era Hikari-Tek. A un lado, veía edificios con arquitectura mágica, decorados con runas y símbolos antiguos, mientras que al otro, las estructuras de cristal y acero brillaban con luces y tecnología avanzada. La fusión de estos dos mundos era tan natural que parecía haber existido desde siempre.
Conforme se acercaba a la biblioteca, Ian comenzó a sentir una extraña mezcla de expectativa y emoción. Sabía que lo que descubriría allí podría darle pistas sobre su próximo paso, tanto en su viaje como en su cultivo. Y además, quería conocer más sobre este mundo y cómo funcionaban las cosas aquí, incluyendo ese sistema de pago con núcleos.
Finalmente, llegó a la biblioteca. La fachada era impresionante, un edificio enorme hecho de mármol blanco y cristal, con libros flotando mágicamente en los ventanales y pantallas holográficas proyectando información en varios idiomas. Ian respiró hondo antes de entrar, preparándose para sumergirse en el vasto conocimiento que este extraño y fascinante pueblo tenía para ofrecer.
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