Tres días después, el refugio de Ian se había transformado en un bullicioso centro de actividad. Los goblins, una vez simples guerreros, ahora estaban equipados con armamento de última tecnología, refinado por el trabajo meticuloso de Ian y su equipo.
Los escudos que llevaban los goblins eran verdaderas maravillas de la ingeniería mágica. Fabricados con materiales refinados obtenidos de los dragones de tierra, estos escudos eran resistentes a ataques físicos y mágicos. Su superficie estaba recubierta con runas antiguas que absorbían y dispersaban el poder mágico entrante. La característica más destacada era la Repulsión, una habilidad mágica que permitía a los escudos reflejar una porción del daño mágico recibido. Esta capacidad estaba limitada a una cantidad específica de energía mágica, pero era suficiente para desbaratar las ofensivas mágicas de enemigos poderosos.
Las lanzas, igualmente impresionantes, estaban imbuidas con el atributo de tierra. Cada una de ellas tenía una hoja forjada con cristales de energía de tierra, que otorgaban un peso considerable y una potencia adicional a los ataques. Estos cristales también estaban ligados a un encantamiento que permitía a las lanzas canalizar el poder mágico. Cuando un goblin empuñaba una de estas lanzas y la cargaba con su propio poder mágico, la lanza se volvía increíblemente pesada y capaz de perforar las defensas más duras. Además, el atributo de tierra proporcionaba una mayor precisión y estabilidad durante el combate, lo que hacía que los ataques fueran más efectivos y letales.
Equipamiento y Preparación:
El proceso de equipamiento fue meticuloso. Los goblins fueron instruidos en el uso de sus nuevos escudos y lanzas. Las sesiones de entrenamiento fueron intensivas, enfocadas en maximizar la efectividad de las nuevas armas. Se llevaron a cabo simulaciones de combate para que los goblins pudieran familiarizarse con las repulsiones mágicas y el manejo de las lanzas cargadas de poder.
Ian supervisó todo el proceso, ajustando los encantamientos y corrigiendo cualquier defecto en el equipo. Su atención al detalle garantizó que cada pieza de armamento funcionara de manera óptima.
El tiempo dedicado a la preparación había sido extenso, pero los resultados valían el esfuerzo. Con sus tropas ahora equipadas con armamento avanzado y habilidades mejoradas, Ian estaba listo para enfrentar los desafíos que le aguardaban en su próxima aventura. La estrategia y el equipo estaban en su punto máximo, y el siguiente paso en su misión sería poner todo a prueba en el campo de batalla.
Ian y su equipo, manteniendo la misma formación que antes, se adentraron una vez más en el oscuro y misterioso bosque. La formación, establecida con precisión y diseñada para enfrentar cualquier amenaza, avanzaba con sigilo a través del terreno conocido. Al frente, el gigante de alma caminaba con pasos pesados y firmes, su imponente figura rompiendo el follaje que encontraba a su paso. Sus brazos musculosos estaban listos para proteger a los miembros del grupo o para descargar un golpe devastador. A cada lado, los goblins guerreros se movían con agilidad, sus ojos atentos y sus armas listas para cualquier ataque sorpresa que surgiera desde los oscuros rincones del bosque.
Detrás, los magos caminaban en silencio, manteniendo la concentración en sus manos cargadas de energía mágica, dispuestos a lanzar hechizos ofensivos o erectar barreras protectoras en un instante. El lobo y el mono, dotados de aguda percepción, se movían silenciosamente alrededor de los magos, preparados para interceptar cualquier ataque que rompiera la primera línea de defensa. En el cielo, el ave líder y el ave normal patrullaban, vigilando desde arriba, mientras que las avispa reinas y la avispa guardián zigzagueaban en el aire, siempre alerta a posibles amenazas aéreas.
Después de varias horas de avance cauteloso, el grupo llegó a una zona que destacaba marcadamente del resto del bosque. Una neblina fina y fría flotaba en el aire, difuminando el paisaje a medida que se adentraban más. Los árboles, antes oscuros y retorcidos, se transformaron en gigantes de colores vibrantes, sus hojas resplandeciendo con tonos imposibles de rojo, azul y verde, como si la luz misma bailara en sus superficies. El suelo estaba cubierto por una alfombra de flores brillantes, que emanaban un leve resplandor bioluminiscente. Pero, a pesar de la belleza aparente, una inquietante sensación de peligro latente envolvía el área.
Ian detuvo su avance, frunciendo el ceño ante el repentino silencio. El bosque, que normalmente estaría lleno del susurro del viento, el canto de los pájaros, y los sonidos de criaturas pequeñas moviéndose entre la maleza, estaba ahora sumido en un silencio casi absoluto. Ni una brisa movía las hojas, ni un pájaro rompía el silencio con su canto. Esta quietud parecía demasiado forzada, como si todo alrededor estuviera aguantando el aliento.
"Algo no está bien," murmuró Ian, sus ojos escaneando el entorno en busca de cualquier indicio de peligro oculto. Sus sentidos estaban en alerta máxima, sintiendo una energía extraña en el aire. El ave líder y el ave normal realizaron un vuelo rasante sobre la zona, buscando cualquier señal de vida o posibles amenazas desde arriba. Los ojos de los goblins guerreros se estrecharon, tensos, mientras sus orejas se movían, intentando captar cualquier sonido fuera de lugar.
De repente, un crujido sordo rompió el silencio. Ian alzó la vista a tiempo para ver cómo los árboles de colores empezaban a moverse. Al principio, fue un movimiento casi imperceptible: una rama que se sacudía, unas hojas que caían, una raíz que parecía estirarse. Pero pronto, el movimiento se volvió más evidente. Los troncos se retorcieron y agrietaron, y las raíces comenzaron a salir del suelo, desmoronando la falsa calma del entorno. Los árboles cambiaban, como si se desperezaran de un largo sueño.
Lo que al principio parecían ser simplemente árboles de aspecto inofensivo revelaron su verdadera naturaleza: bestias arbóreas que se alzaban sobre sus raíces con una amenaza evidente. Las criaturas, de varios metros de altura, tenían troncos nudosos que se hinchaban y retorcían, sus ramas extendiéndose como largos brazos con dedos afilados. Sus ojos brillaban con una luz verde y siniestra, y su corteza, similar al acero oxidado, relucía con un brillo oscuro. Emitían un sonido grave y profundo, una mezcla de crujidos de madera y rugidos guturales.
"¡Formación de combate!" ordenó Ian rápidamente. Los goblins guerreros se posicionaron a ambos lados, formando un semicírculo defensivo alrededor de los magos. El gigante de alma avanzó al frente, plantando firmemente sus pies en el suelo y levantando sus brazos como escudos vivos, preparado para enfrentar la embestida de las bestias arbóreas. Los magos comenzaron a conjurar, sus manos moviéndose en patrones complejos mientras las esferas de energía mágica se materializaban entre ellos, listas para ser disparadas.
El ave líder y el ave normal continuaron su patrullaje aéreo, girando en círculos amplios, vigilando desde las alturas. La avispa reina y la avispa guardián flotaron más alto, escaneando los cielos por posibles amenazas que pudieran acercarse desde arriba o flanquear al equipo. El lobo y el mono se mantuvieron cerca de los magos, listos para saltar sobre cualquier enemigo que rompiera las filas.
Las bestias arbóreas se lanzaron hacia adelante, sus raíces golpeando el suelo con fuerza, como enormes tentáculos que buscaban envolver y aplastar. El gigante de alma fue el primero en recibir el impacto. Con un rugido, plantó sus pies en el suelo y desvió una de las raíces con un golpe de su brazo masivo, haciendo que la criatura retrocediera unos pasos. Al mismo tiempo, una descarga de hechizos de fuego y relámpagos salió disparada desde los magos, golpeando a varias bestias arbóreas, envolviéndolas en llamas o sacudiéndolas con chispas de energía.
Sin embargo, las bestias arbóreas no se detuvieron. Las llamas solo parecían enfurecerlas más. Las cortezas endurecidas resistían parte del daño, y sus movimientos se volvieron más agresivos y rápidos. Dos de ellas lograron acercarse peligrosamente a la línea de magos, pero el lobo y el mono saltaron de inmediato, interceptando con agilidad, sus colmillos y garras destellando en el aire mientras atacaban ferozmente a las criaturas.
Ian, observando cada detalle, comenzó a notar un patrón en el comportamiento de las bestias. "¡Apunten a las raíces y los ojos!" gritó, entendiendo que las raíces eran más vulnerables al fuego, mientras que los ojos verdes eran puntos débiles críticos. Los magos redirigieron sus hechizos, concentrando ataques precisos que comenzaron a tener un efecto más notable. Un destello de determinación brilló en los ojos de Ian. Sabía que estaban en una lucha difícil, pero también sabía que cada miembro de su equipo estaba listo para dar todo de sí en esta prueba de habilidad y resistencia.
El estruendo de la batalla llenó el aire, mezclando los rugidos de las bestias, los gritos de los guerreros, y el zumbido de la magia. La lucha apenas comenzaba, y el Bosque Encantado se convertiría en el escenario de un combate feroz, donde cada movimiento, cada decisión, y cada habilidad serían cruciales para sobrevivir y conquistar este misterioso y hostil lugar.
En medio del caos de la batalla, Ian notó una figura que destacaba entre las demás. A lo lejos, al fondo del bosque, un árbol de proporciones colosales comenzó a moverse con un paso lento, pero firme. Su corteza, mucho más oscura que la de las otras bestias arbóreas, estaba cubierta de una capa de musgo negro que parecía absorber la luz, mientras que sus ramas se extendían hacia el cielo como enormes brazos con dedos afilados. Sus raíces eran tan gruesas como troncos de árboles normales, y se hundían profundamente en el suelo, emitiendo un temblor que se sentía hasta donde estaba Ian y su equipo.
Este árbol no era simplemente otra bestia arbórea; se destacaba con una presencia abrumadora y un aura de antiguo poder. Su tamaño era casi el doble del de las demás criaturas, y de su copa colgaban enredaderas espesas que goteaban una savia negra y viscosa. Los ojos de la criatura eran más grandes, brillaban con un verde más intenso y malicioso, y se enfocaban directamente en Ian, como si lo estuvieran estudiando, midiendo su fortaleza y determinación.