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32.41% El Elegido del Infierno / Chapter 47: La Aparición de Ian

Capítulo 47: La Aparición de Ian

Justo cuando todos comenzaban a debatir sobre el fenómeno y la mejor estrategia para subir la montaña, llegó un deportivo de lujo, lo cual desvió todas las miradas. El auto era conducido por Ian, quien había decidido usar este medio de transporte como parte de su estrategia de infiltración.

Al bajar del vehículo, la sorpresa fue general. Nadie lo reconocía, y esto generó suspicacia entre las facciones presentes. ¿Quién era este desconocido? Los líderes comenzaron a murmurar y a enviar a sus guardias para expulsarlo. Sin embargo, apenas dos guardias se acercaron a Ian, él los neutralizó en cuestión de segundos, dejando a todos impactados por su habilidad.

La llegada de Ian no pasó desapercibida. En medio de las facciones reunidas, su deportivo de lujo se deslizó elegantemente entre los vehículos de los diferentes grupos, llamando la atención de todos. Las personas que estaban en el pie de la montaña se giraron al unísono cuando el coche negro y brillante se detuvo, el motor rugiendo con un tono sutil pero poderoso.

Mientras Ian se bajaba del coche, la tensión en el ambiente creció. No llevaba un uniforme militar ni insignias que lo identificaran como miembro de alguna familia reconocida, lo cual resultaba aún más sospechoso para todos los presentes. Su apariencia tranquila, sin mostrar signos de preocupación, contrastaba con el aura de poder que parecía emanar de él.

Los murmullos no se hicieron esperar.

—¿Quién es él? —se preguntó uno de los líderes de las familias chinas, cruzando los brazos con desconfianza.

—No lo reconozco —respondió un miembro de la familia Yamada, de Japón, mientras sus ojos seguían cada movimiento de Ian.

Las facciones, aunque poderosas, eran cuidadosas. Habían llegado a la montaña con un propósito claro: descubrir la fuente del aumento de la energía espiritual y adquirir cualquier tesoro que pudieran encontrar. Un extraño sin aliados conocidos era motivo suficiente para actuar con rapidez y agresión.

Dos guardias bien entrenados, pertenecientes a una de las familias europeas, se adelantaron. Vestidos con trajes oscuros y gafas de sol, ambos se movían con confianza. Uno de ellos, más alto y corpulento, se acercó primero, señalando a Ian con firmeza.

—No puedes estar aquí —dijo con voz grave, su acento marcando sus raíces europeas—. Este lugar es para las grandes facciones, no para intrusos.

Ian, sin mostrar signos de preocupación, sonrió levemente mientras observaba al hombre. A su lado, el otro guardia comenzaba a rodearlo, intentando colocarse en una posición ventajosa.

—No estoy aquí para causar problemas —respondió Ian con tranquilidad—. Solo vine a ver qué está pasando.

El guardia corpulento no escuchó más y lanzó un golpe con su puño derecho, buscando derribar a Ian en un solo movimiento. Sin embargo, lo que sucedió a continuación sorprendió a todos. Antes de que su puño pudiera siquiera acercarse a Ian, este se movió con una velocidad deslumbrante.

En un instante, Ian agarró el brazo del guardia y lo retorció con tal precisión que se escuchó un crujido seco, señal de que el hombro había sido dislocado. El guardia soltó un grito de dolor, pero no tuvo tiempo para reaccionar. Ian lo derribó de un solo movimiento, haciéndolo caer al suelo con fuerza.

El segundo guardia, que intentaba atacar por la espalda, también fue neutralizado antes de poder tocar a Ian. Con un rápido giro, Ian lanzó una patada a la rodilla del guardia, haciéndolo tambalearse. Antes de que pudiera estabilizarse, un golpe directo en el pecho lo dejó sin aire, cayendo de rodillas mientras intentaba respirar con dificultad.

La multitud quedó atónita. Aquellos dos guardias eran reconocidos por su habilidad en combate, pero Ian los había derrotado en cuestión de segundos, sin sudar siquiera. Las facciones, que en un principio pensaron que era un simple intruso, ahora lo veían con ojos llenos de cautela.

—¿Quién diablos es este tipo? —preguntó en voz baja uno de los representantes de una familia estadounidense.

Los líderes de las familias se miraron entre sí, entendiendo que Ian no era alguien que pudieran subestimar. Mientras tanto, Ian simplemente se sacudió el polvo de las manos y miró a su alrededor, completamente calmado.

—Como dije, no estoy aquí para causar problemas —repitió, mirando a los presentes—. Pero si alguien más quiere intentarlo, estaré encantado de devolverles el favor.

Nadie más se atrevió a dar un paso adelante. La demostración de habilidad de Ian había sido suficiente para establecer que no era alguien que pudieran expulsar tan fácilmente. Las facciones, a pesar de su orgullo, entendieron que sería más sensato observar y tratar de averiguar más sobre este misterioso recién llegado antes de tomar una decisión.

Las conversaciones entre ellos cambiaron rápidamente. Ahora, en lugar de simplemente ignorar a Ian, empezaron a considerarlo como una posible amenaza o, quizás, como un aliado potencial. Después de todo, alguien con esa habilidad podría ser útil en los peligros que la montaña seguramente guardaba.

Ian, mientras tanto, se mantuvo en silencio, sabiendo que había logrado lo que quería: desviar la atención suficiente para que su laboratorio no fuera el principal objetivo. Y, en su mente, ya comenzaba a trazar los siguientes pasos para infiltrarse entre las facciones y recopilar la información que necesitaba.

Ian observó a su alrededor después de neutralizar a los dos guardias, su mirada calmada y segura. Se acercó a un pequeño grupo que aún lo miraba con cierta desconfianza, pero también con una creciente curiosidad. Sabía que su repentina aparición había despertado el interés de varios y decidió aprovechar la oportunidad para desviar la atención hacia donde más le convenía.

—Hola, soy Ian —dijo con un tono tranquilo y amistoso—. Estoy interesado en saber qué ha ocurrido aquí. ¿A qué hora podremos empezar a subir la montaña?

Un grupo de jóvenes de las familias chinas, intrigados por la habilidad que Ian había demostrado, se acercaron rápidamente. Dos de ellos, uno perteneciente a la familia Yamaha y otro a la familia Watanabe, lo saludaron con cortesía pero con un claro propósito oculto. Querían obtener información sobre este misterioso forastero que había aparecido sin previo aviso y, aparentemente, sin afiliaciones conocidas.

—Hola —dijo el joven de la familia Yamaha, extendiendo la mano—. Me llamo Li, y pertenezco a la familia Yamaha. Mi amigo aquí es Taro, de la familia Watanabe.

—Es un placer conocerte, Ian —añadió Taro, con una sonrisa diplomática—. Pareces bastante fuerte. ¿Estás aquí solo o acompañado?

Ian, sabiendo que estos jóvenes intentaban acercarse para descubrir más sobre él, respondió de manera sencilla pero directa.

—Vine solo —dijo, mirándolos con interés—. Estoy buscando algunos tesoros que, según he oído, podrían estar ocultos en esta montaña.

Los dos jóvenes se miraron entre sí, intercambiando un rápido gesto de entendimiento. Estaba claro que Ian, a pesar de su independencia, representaba un poder que no querían ignorar. Si lograban reclutarlo para su grupo, tendrían una ventaja al subir la montaña, o al menos, podrían obtener más información sobre él en el proceso.

—¿Solo, eh? —comentó Li, haciendo una pausa antes de continuar—. Subir solo podría ser arriesgado. Este lugar no es como cualquier otro. Hay muchos peligros y nadie sabe qué tipo de criaturas o trampas podrían esperarnos más adelante.

Taro asintió, añadiendo con un tono más amigable:

—¿Qué te parece si subes con nosotros? Sería más fácil protegernos mutuamente de los peligros. Además, así podríamos dividirnos el trabajo y avanzar más rápido.

Aunque sus palabras sonaban amistosas, Ian podía leer entre líneas. Sabía perfectamente que estos jóvenes no lo invitaban por cortesía; querían observarlo de cerca y aprender más sobre su identidad, su origen y sus intenciones. Sin embargo, eso también jugaba a su favor. Él, más que nadie, necesitaba atraerlos hacia el portal de la Gruta del Cielo para distraerlos de su laboratorio.

—Es una buena oferta —respondió Ian, sonriendo—. Si vamos juntos, seguro será más seguro. Estoy de acuerdo.

Los jóvenes no pudieron ocultar su satisfacción al escuchar la respuesta de Ian. Creían que habían dado el primer paso para descubrir más sobre este extraño y, al mismo tiempo, asegurarse de tener una ventaja en la búsqueda de los tesoros que la montaña podría albergar. Pero, sin saberlo, estaban cayendo en la trampa que Ian había preparado cuidadosamente. Mientras ellos intentaban desviar su atención hacia él, Ian planeaba guiarlos al portal oculto, lejos de su verdadero objetivo.

Con una última mirada a su alrededor, Ian se preparó para lo que venía. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero cada paso que dieran lo acercaría más a su meta, mientras mantenía su laboratorio fuera del radar de estas poderosas facciones.


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