Después de analizar con detenimiento la Joya del Rey de Fuego, Ian decidió que era momento de evaluar el núcleo energético del monstruo de lava y roca que había derrotado. Esperaba que tuviera un valor significativo, pero lo que descubrió lo dejó gratamente sorprendido.
El núcleo no solo podía ser intercambiado por 25,000 puntos energéticos, sino que también tenía una habilidad especial: podía fusionarse con un arma u objeto, dotándolo de la capacidad de liberar ataques de llamas y de calentarse durante el combate para infligir más daño. Ian inmediatamente pensó en mejorar su espada actual, pero luego se dio cuenta de que tanto su espada como su armadura se estaban quedando atrás en términos de potencia y efectividad.
Con esto en mente, decidió intercambiar los núcleos de los monstruos lagartos, junto con una parte de los minerales de fuego que había recolectado, por puntos energéticos en el sistema. El resultado fue asombroso: sus puntos energéticos se dispararon hasta 105,000, dándole una oportunidad única de mejorar su equipo.
Ian se dirigió a la tienda del sistema, decidido a encontrar una nueva espada y armadura que estuvieran a la altura de los desafíos que enfrentaría. Sabía que necesitaría algo especial, algo que pudiera aprovechar al máximo el núcleo del monstruo de lava y roca que había decidido conservar para la fusión.
Al revisar la sección de espadas en la tienda, se detuvo en una que llamó su atención: la Espada de Fuego y Viento. Era una espada de grado D, lo que estaba dentro de su presupuesto, pero lo que realmente la hacía destacar eran sus características. Forjada por un aprendiz de enano, la espada había sido creada con materiales de viento integrados en su estructura, lo que le confería una velocidad superior a la de las espadas comunes. Además, la espada podía canalizar el poder del fuego, lo que la hacía aún más peligrosa en combate, gracias a su capacidad explosiva cuando se activaba el poder mágico.
El precio de la espada era 52,000 puntos energéticos, y aunque significaba gastar una gran parte de sus recién adquiridos puntos, Ian no lo dudó. Sabía que una espada de esa calidad, combinada con el núcleo del monstruo de lava y roca, le proporcionaría una ventaja significativa en combate.
Después de confirmar la compra, Ian sostuvo la Espada de Fuego y Viento en sus manos. Era ligera pero sólida, y al hacer un par de movimientos con ella, pudo sentir el flujo de energía que atravesaba la hoja, como si el viento mismo acompañara cada uno de sus movimientos. Era una sensación revitalizante y poderosa.
—Esta espada es perfecta—murmuró para sí mismo, una sonrisa de satisfacción asomando en su rostro.
Sin perder tiempo, Ian volvió al sistema y ordenó la fusión del núcleo energético con la espada. Al cabo de unos momentos, el sistema informó que el proceso había sido un éxito. Ahora, la Espada de Fuego y Viento no solo era más rápida y tenía una capacidad explosiva, sino que también podía liberar ataques de llamas y aumentar su temperatura durante el combate, lo que la hacía aún más devastadora.
—Ahora necesito una armadura que esté a la altura de esta espada—pensó, mientras continuaba explorando la tienda.
Finalmente, después de un rato, Ian encontró una armadura de grado D que parecía ser la compañera perfecta para su nueva espada. Con un precio de 30,000 puntos energéticos, la armadura de escamas de dragón menor ofrecía una excelente defensa contra ataques físicos y de fuego, además de ser ligera y flexible, lo que le permitiría moverse con agilidad durante el combate.
Con su nueva espada y armadura, Ian se sintió renovado y preparado para enfrentar cualquier desafío. Había gastado una gran cantidad de puntos, pero sabía que era una inversión en su supervivencia y en su capacidad para continuar explorando y dominando el mundo que lo rodeaba.
Al salir de la tienda del sistema, Ian decidió que era hora de probar su nuevo equipo en el campo de batalla. Con la Espada de Fuego y Viento en la mano y la armadura de escamas de dragón menor protegiendo su cuerpo, se dirigió hacia la entrada de la cueva, listo para continuar su aventura.
Después de familiarizarse con su nuevo equipo, Ian decidió que era hora de adentrarse más en las profundidades del bosque. Con la Espada de Fuego y Viento en mano, la armadura de escamas de dragón menor ajustada a su cuerpo, y sus compañeros, el mono y el lobo, a su lado, emprendió su camino. La densa vegetación y el terreno accidentado hacían que la progresión fuera lenta, pero Ian se mantuvo alerta, consciente de los peligros que podrían acechar en cualquier rincón.
Tras aproximadamente una hora de marcha, llegaron a una zona del bosque que se sentía inusualmente silenciosa. El contraste con el bullicio natural que habían dejado atrás era inquietante. Los sonidos habituales del bosque habían desaparecido, reemplazados por un silencio opresivo que ponía a prueba los nervios de cualquier explorador.
—Algo no está bien aquí—murmuró Ian, sus sentidos agudizándose.
El mono y el lobo también mostraban signos de alerta, con los músculos tensos y los ojos escudriñando los alrededores en busca de cualquier señal de peligro.
Cautelosamente, avanzaron un poco más, y pronto descubrieron la razón de aquel inquietante silencio. En la parte superior de una montaña cercana, se alzaba un gigantesco panal de avispas, colgado como una ominosa estructura que parecía desafiar las leyes de la naturaleza. La colmena era masiva, del tamaño de una casa pequeña, y estaba repleta de avispas de tamaño formidable.
—Esas cosas son enormes—dijo Ian, observando con detenimiento a las criaturas que revoloteaban alrededor de la colmena. Las avispas eran tan grandes como un perro mediano, y lo peor era que, mientras observaba, Ian notó que tenían la capacidad de lanzar veneno a distancia. Sus aguijones eran afilados y gigantes, lo suficientemente grandes como para atravesar la armadura de un guerrero desprevenido.
La situación era complicada. Un ataque frontal sería suicida, y las avispas tenían la ventaja de la altura y la movilidad aérea. Ian sabía que necesitaba un plan ingenioso para enfrentarse a semejante amenaza. Mientras su mente trabajaba frenéticamente, recordó una táctica que había utilizado en el pasado para neutralizar a un enemigo particularmente peligroso: el uso de veneno.
—Si puedo envenenarlas antes de atacarlas directamente, tal vez pueda reducir su número o debilitarlas lo suficiente como para tener una oportunidad—pensó.
Rápidamente, Ian abrió el sistema y comenzó a buscar entre las opciones disponibles. Después de revisar varias alternativas, encontró un veneno lo suficientemente potente como para afectar a las avispas gigantes. El veneno era letal, capaz de paralizar y matar a criaturas del tamaño de un oso en cuestión de minutos. Pero había un problema: el precio. 30,000 puntos energéticos.
Ian revisó sus puntos y se dio cuenta de que no tenía suficiente para comprar el veneno. Necesitaba 25,000 puntos más para poder adquirirlo, y sabía que la única manera de conseguirlos era cazar más presas en el bosque.
—No tengo otra opción—se dijo a sí mismo. "Primero conseguiré los puntos, luego volveré y me encargaré de esas avispas."
Con un nuevo objetivo en mente, Ian dio media vuelta y comenzó a buscar más presas en el bosque. Sabía que el tiempo era crucial; cuanto antes reuniera los puntos, más rápido podría regresar y enfrentarse al peligro que representaban las avispas gigantes. El mono y el lobo lo siguieron en silencio, conscientes de la urgencia que había en los movimientos de su amo.
La caza no sería fácil, pero Ian estaba decidido. Sabía que cada criatura que cazara lo acercaría un poco más a la solución de su problema. Y aunque las avispas seguían siendo una amenaza latente en su mente, no podía permitir que el miedo lo dominara.
—Solo es cuestión de tiempo—pensó Ian, mientras se adentraba nuevamente en la espesura del bosque, su mente ya planeando la forma en que usaría el veneno para darle la vuelta a la situación.
Adentrándose más en el bosque, Ian continuó su caza con la esperanza de reunir los puntos necesarios para comprar el veneno. Sin embargo, no tardó mucho en encontrarse con un nuevo adversario. Una criatura ágil y veloz apareció en su camino: una rata gigante con habilidades de viento. El animal, de un tamaño considerable, tenía un pelaje gris que se agitaba ligeramente en el aire, como si una brisa constante lo rodeara.
—Parece que este será un desafío interesante—murmuró Ian, adoptando una postura de combate.
La rata, al percibir el peligro, no dudó en atacar. Con una velocidad asombrosa, se lanzó hacia Ian, sus garras brillando mientras el viento parecía potenciar cada uno de sus movimientos. Ian apenas tuvo tiempo de levantar su espada antes de que la criatura estuviera sobre él.
—¡Espada de Fuego y Viento!—gritó Ian, infundiendo poder mágico en su arma.
La espada respondió al instante, su hoja emitiendo un resplandor rojizo mientras un viento cortante la rodeaba. Ian realizó un rápido movimiento para bloquear el ataque de la rata, pero la criatura se movió con una agilidad desconcertante, esquivando la hoja y lanzando una ráfaga de viento que golpeó a Ian en el pecho, empujándolo hacia atrás.
—¡Es rápida!—pensó Ian, intentando mantener el equilibrio.
La rata no le dio respiro. Aprovechando su dominio sobre el viento, comenzó a lanzar pequeños tornados que se arremolinaban a su alrededor, dificultando la visión de Ian. En un movimiento ágil, Ian invocó al lobo para ayudarlo a enfrentar a la criatura. El lobo saltó hacia la rata, intentando morderla, pero se encontró con la misma dificultad; la criatura era demasiado rápida, y cada vez que el lobo intentaba atacar, la rata simplemente se desvanecía en un remolino de viento.
—Esto no va a funcionar así—se dijo Ian, mientras observaba cómo su enemigo esquivaba una y otra vez.
Decidió cambiar de táctica. Aprovechando la velocidad de su espada, Ian creó una finta, pretendiendo un ataque frontal mientras acumulaba poder mágico en su otra mano. Justo cuando la rata se preparaba para esquivar, Ian lanzó una bola de fuego de la Joya del Rey del Fuego directamente hacia el suelo, creando una explosión que levantó polvo y escombros.
La rata, sorprendida por el repentino cambio, se desorientó momentáneamente. Fue la oportunidad que Ian necesitaba. Con un salto, cortó a la rata con su espada envuelta en viento y fuego, desatando un golpe explosivo que atravesó el cuerpo de la criatura. La rata soltó un chillido agudo antes de caer al suelo, inerte.
—Eso fue más difícil de lo que esperaba—dijo Ian, respirando con dificultad mientras se acercaba al cadáver.
Intentó usar su habilidad de Contrato de Alma en la criatura, pero lamentablemente, la rata tenía un alma fuerte que se resistió, escapando antes de que Ian pudiera esclavizarla.
—Una lástima—dijo con un suspiro, guardando la decepción mientras continuaba su camino.
Poco después, Ian y sus compañeros se encontraron con un grupo de ciervos, criaturas que a simple vista parecían inofensivas, pero que en realidad eran peligrosos depredadores con habilidades de tipo madera. Los ciervos, al percibir la presencia de Ian, comenzaron a actuar en conjunto, desatando su magia. De las plantas y árboles cercanos, lianas y raíces se alzaron, moviéndose como si tuvieran vida propia, atacando a Ian y sus compañeros desde todas direcciones.
—Así que pueden controlar la vegetación—pensó Ian mientras esquivaba una liana que intentaba enredarlo.
El mono y el lobo entraron en acción, cada uno enfrentando a los ciervos con su estilo único. El mono, con su control sobre la tierra, levantó pequeñas murallas y bloques para bloquear los ataques, mientras que el lobo, aprovechando su velocidad, esquivaba y atacaba con precisión. Sin embargo, los ciervos seguían siendo un oponente formidable, coordinando sus ataques de tal manera que parecían estar siempre un paso por delante.
Ian sabía que no podía permitirse prolongar la pelea. Decidió utilizar su Joya del Rey del Fuego una vez más. Canalizando su poder mágico, lanzó múltiples bolas de fuego hacia los ciervos, las llamas iluminando el bosque mientras arrasaban con las lianas y raíces que intentaban atraparlo. Con su espada de viento y fuego, Ian cortó a través de la vegetación, alcanzando a los ciervos uno por uno.
El fuego fue su aliado más fuerte en esta batalla. Las llamas consumieron las defensas de los ciervos, debilitándolos lo suficiente para que Ian y sus compañeros pudieran acabar con ellos. Aun así, a pesar de sus esfuerzos, Ian no logró esclavizar las almas de los ciervos, ya que sus almas eran demasiado resistentes o se disipaban antes de que pudiera capturarlas.
—Es frustrante, pero al menos logramos vencerlos—reflexionó Ian, observando los cuerpos de los ciervos caídos mientras guardaba sus puntos energéticos.
Sabía que aún tenía un largo camino por delante, pero cada batalla le acercaba más a su objetivo. Con sus habilidades cada vez más refinadas y sus esclavos de alma mejor coordinados, Ian se sentía cada vez más preparado para enfrentar cualquier desafío que el bosque le presentara.