SEGUNDA PARTE
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Cuatro años después
El tiempo pasó volando y no me di cuenta. Lo que pensé que sería inolvidable, lo olvidé. Lo que creí que me haría feliz dejó de alegrarme, aunque sin esperarlo se volvió parte de mis rutinas. Lo que tenía planificado para mi futuro cambió totalmente. A fin de cuentas, nada salió como lo planifiqué y me vi llegando a la mayoría de edad con una visión diferente de la vida.
Esta nueva etapa de mi vida empezó cuando terminé la secundaria a los dieciséis años, días en los que me seguía aferrando a los mismos sueños y metas.
Mis padres y hermanos estaban felices y orgullosos de mí, pues más allá de graduarme, me hice con varios reconocimientos académicos, culturales y deportivos; en otras palabras, fui un estudiante destacado e incluso obtuve una beca para estudiar en la Universidad Central de Ciudad del Valle.
Fue extraño experimentar un momento tan alegre y reconfortante sin la presencia de alguien que idealicé a mi lado en ese entonces, aun cuando con ella mantenía contacto de manera recurrente mediante Facebook. Aún extrañaba a Sabrina, pero comunicarnos seguido gracias a las redes sociales fue uno de los motivos por los que ya no sentía tristeza al recordar nuestra relación.
La mayoría de los graduandos se me acercaron para invitarme a la fiesta de graduación. Anhelaban mi presencia, aun cuando había dicho en muchas ocasiones que no asistiría a ninguna celebración, pues ansiaba pasar tiempo con mi familia.
Papá y mis hermanos se extrañaron cuando les dije que no iría a ninguna celebración post graduación, a diferencia de mamá y Eva, que se emocionaron al saber que prefería pasar tiempo con mi familia.
Algo que en ese entonces me asombraba era la forma en que Eva se empezaba a parecer a mamá en lo que respecta a su comportamiento. Fue evidente que la veía como un ejemplo a seguir, y también un motivo por el cual todos mis hermanos le hacían bromas.
Entonces, el tiempo siguió su curso y entré a mi nueva etapa como estudiante universitario en la facultad de Economía, a la cual me adapté muy bien y con la que me sentí a gusto. Papá estaba orgulloso por haber optado a una profesión de corrientes económicas, y decía que esperaba con ansias que me graduase para conseguirme un empleo en la hidroeléctrica.
Además, se me hizo fácil encajar en casi todos los gremios estudiantiles gracias a dos detalles que, con el paso del tiempo, serían contraproducentes para mí. Era una época en que, si bien no era alguien famoso, gozaba de gran popularidad en Ciudad del Valle y varias ciudades aledañas debido a los videos graciosos que subía en Facebook y YouTube.
Sumado a ello, la popularidad de Eva también subió como la espuma en las plataformas digitales, aunque sí llegó mucho más lejos que yo, pues incluso recibía mensajes de personas en España, México y Panamá. Sus Cover's eran tendencia cada vez que hacía uno, y no por el hecho de cantar canciones famosas, sino por el talento que demostraba a la hora de hacerlo; Eva, sin duda alguna, era un prodigio del canto.
El nombre de Paúl Fernández atrajo a toda clase de estudiantes, y aunque al principio me agradó recibir esa atención, me di cuenta de que ya no era el chico de catorce años que tenía como meta principal ser popular. No sé qué fue lo que me hizo cambiar de parecer respecto a esa idea, pero en la universidad solo quería pasar tiempo con gente en quien pudiese confiar, y para mí, nadie generaba confianza.
Era evidente que solo se me acercaban por interés, por presumir una amistad con un personaje de internet y no con mi verdadero yo, y a decir verdad, era agotador tener que fingir simpatía por el bien de mi reputación. No precisamente por la cantidad de seguidores que tenía y el dinero que eso me significaba, sino por la meta de conseguir el reconocimiento necesario que me permitiese contactar a alguien influyente que apoyase a Eva.
Ya con diecinueve años de edad, supe que mi experiencia como estudiante universitario no iba a ser nada grata, por lo que tomé una riesgosa decisión de aislarme de todo aquello que implicase socializar para dedicarme de lleno a mis estudios.
En parte tuve una pizca de suerte al no conectar ni tener confianza con nadie, aunque el hecho de ser reconocido y además ser el hermano de Eva Fernández, con quien había grabado un video a modo de colaboración que se hizo viral, me imposibilitó pasar desapercibido.
Fueron muchas las cosas que se me pasaron por la mente, entre ellas la idea de abandonar la ciudad para irme a estudiar en un lugar donde nadie me conociese, pero ya estaba casi a mitad de mis estudios y formaba parte de los estudiantes de honor; era el quinto mejor estudiante de toda la universidad.
De ese modo, todo se volvió una rutina agotadora y aburrida, en la que solo tenía como única meta motivadora, a pesar de los cuatro años que habían transcurrido desde la primera vez que empecé a hacerlo, enviar mensajes a artistas famosos y personas influyentes pidiendo apoyo para Eva.
Admito que para entonces, aunque seguía haciéndolo, me había deshecho de la idea de que algún famoso me respondería, solo me aferraba a la constancia de seguir adelante por Eva.
Pero una mañana, mientras revisaba mi correo electrónico, la sorpresa casi me hace caer hacia atrás y romper mi silla, pues una artista de buena trayectoria y reconocimiento a nivel internacional había respondido a mi mensaje.
Se trataba de la mismísima Cata Florencia, quien incluso se tomó la amabilidad de leer mi mensaje completo, pues notó que me podía responder a través de una dirección de correo electrónico personal que había dejado como referencia.
Con ese mensaje, rompí la monotonía de forma drástica, aun cuando la reconocida cantante mexicana solo me había dicho que estaba impresionada con Eva y que le gustaría conocerla durante su gira en nuestro país.
Al principio creí que solo respondió para salir del paso, pues así como yo, de seguro había miles de personas intentando buscar apoyo con un famoso. Sin embargo, que se tomase el tiempo de responder a mi correo personal me hizo cambiar de parecer. No siendo eso suficiente, al cabo de unos días, Cata Florencia me envió otro mensaje con el calendario de presentaciones de su gira, por lo que supe el día en que se iba a presentar en Ciudad del Valle.
Eva no se enteró de ese detalle, y por increíble que parezca, empecé a mantener contacto con Cata Florencia, quien además me felicitó por el contenido que yo subía a las plataformas digitales; me halagó el hecho de saber que se había reído bastante con mis videos.
Eso me hizo admirarla mucho más, y como no estaba seguro de poder verla el día del concierto, me atreví a comprar dos boletos VIP; eran bastante caros, pero no importó con tal de apoyar a Eva.
Desde entonces, la monotonía de la universidad pasó a segundo plano gracias al contacto que empecé a mantener con Cata, incluso dejé de subir contenido a mis redes sociales y YouTube durante esas semanas de espera.
Todos los días quise decirle a Eva que estaba en contacto con Cata y que ella la quería conocer, pero me abstuve con la idea de que fuese una bonita sorpresa.