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Neriah se detuvo cuando sintió su clímax.
Se atragantó —oh, su cara se enrojeció.
—¿Estás bien? —preguntó él.
Ella estaba avergonzada y no pudo responder, solo logró asentir.
—Él se rió —eh... ¿quieres más?
—Ella negó con la cabeza —no.. ¡no!
—Él arqueó una ceja —oh, está bien.
Ella intentó bajarse de su regazo pero sus piernas temblaron, por lo que cayó de nuevo.
—Oye, tranquila. No seas tan dura contigo misma —él la calmó.
Ella suspiró y apoyó su cabeza en su pecho, sus piernas temblando.
—Vaya, ¿te lastimé? —preguntó él.
—No.. no.. solo me siento abrumada —su voz temblaba.
—Él asintió —no estás acostumbrada, supongo —su voz era casi un susurro.
—No —ella susurró.
—Bueno, si.. no hay problema entonces —él suspiró.
Ella lo miró —¿tú querías más?
—Él asintió —sí.