Samantha observaba cómo Ricardo se servía otra copa y fruncía el ceño. Había estado inquieto durante días, ahogando su nerviosismo en alcohol, y a ella le disgustaba cada momento de esto; especialmente puesto que conocía la razón de su angustia.
—Ricardo, me estás preocupando. El divorcio ya es definitivo, podemos estar juntos libremente ahora y, lo más importante, la reputación de esa mujer está muy inestable ahora debido a su ridícula trampa con el nuevo matrimonio... Un paso en falso y será completamente expulsada de la alta sociedad.
Ricardo no prestó atención a su jactancia y volvió a su bebida mientras Samantha le masajeaba los hombros desde atrás y agregaba,
—Se rumorea que también tiene problemas para ser aceptada por su nueva familia. Bien merecido lo tiene por ser tan prejuiciosa y arrogante.
Finalmente, Ricardo dejó a un lado su vaso de whisky y se giró, alejando a Samantha de sus hombros.
—¿Cómo sabes eso?